¿Por qué se producen los mega incendios forestales en España?
Los incendios forestales han quemado 29.817 hectáreas forestales, agrícolas, urbanas y periurbanas en España hasta el 20 de julio de 2025, un 5,6 por ciento más que en 2024 --cuando ardieron 28.153,73 hectáreas- según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Los mega incendios van a más en España. Sepa por qué.
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Estos datos reflejan que, en lo que llevamos de año, se ha quemado una superficie superior de hectáreas en comparación con todo el periodo de 2024.
En Oliola (Lleida) se produjo el mayor incendio forestal en lo que va de año (5.247 hectáreas que requirieron la movilización de 35 dotaciones de bomberos en un perímetro de 40 kilómetros y dos personas fallecidas).
Méntrida y Valmojado, en Toledo fue el segundo, con más de 3.200 hectáreas arrasadas y cuya estabilización necesitó de 16 medios aéreos y 24 terrestres.
Si se revisan los datos de la última década, se constata que en España se producen cada vez menos incendios y la superficie quemada también se ha reducido.
Sin embargo, crece la proporción de incendios en los que arden más de 500 hectáreas.
España, los incendios se clasifican en función de cuántas hectáreas han quemado:
- Conato: incendios pequeños que afecta a menos de una hectárea. Son fáciles de apagar, bien por ser pequeños o por la eficiencia de los equipos.
- Incendio: afectan a una superficie entre una y 500 hectáreas.
- Gran incendio forestal: si el fuego afecta a 500 hectáreas o más (250 hectáreas en Canarias)
Además de esta clasificación oficial, desde hace unos años se viene escuchando otro término que al parecer nació con los incendios de Portugal y Chile de 2017. Son los incendios de sexta generación o mega incendios.
“Aunque un fuego es un fenómeno muy complejo y en el que influyen muchos factores, los mega incendios son aquellos que, por su intensidad, quedan fuera de control de la capacidad actual de los sistemas de extinción” ha explicado Cristina Montiel, catedrática de Análisis Geográfico y experta en gestión Forestal en la Complutense de Madrid –que fue protagonista del podcast de AHORA ‘Cómo evitar un incendios forestal– durante una sesión informativa impulsada por Science media center España el pasado 10 de julio.
"El concepto de generaciones no significa que haya una sucesión, y que cuando estamos en la sexta ya no tenemos de la tercera generación”, ha insistido Montiel.
Al contrario, las generaciones de incendios “conviven y coexisten”, ha dicho la investigadora.
Mariona Borràs, ingeniera de montes, presente también en la sesión informativa, ha explicado que no existe una definición estandarizada sobre lo que es un mega incendio, pero que a la hora de abordarlo no se tiene en cuenta la superficie quemada sino otros “parámetros como velocidad, intensidad o altura de llamas”.
"Un gran incendio forestal es aquel que está fuera de capacidad de extinción, por muchos recursos que se pongan. Solo se consigue abordar cuando ocurre un cambio de combustible o mejoran las condiciones meteorológicas”, ha asegurado.
España ha sido testigo de varios incendios de sexta generación en los últimos años.
El incendio de Sierra Bermeja (Málaga) en 2021 quemó más de 10.000 hectáreas y mostró un comportamiento errático con pirocúmulos y rebrotes violentos.
El de Ateca en Zaragoza que arrasó 14.000 hectáreas el año siguiente y cuya propagación sorprendió a los servicios de emergencia, además de los incendios de la sierra de la Culebra, en Zamora, ese mismo año, donde perdieron la vida cuatro personas y que está considerado como uno de los peores incendios de la última década.
Por qué se producen cada vez más mega incendios
El aumento de los incendios extremos se debe a un cóctel que combina las consecuencias de la crisis climática con el abandono de las zonas rurales y una mala gestión forestal.
La crisis climática es un factor importante en la aparición de los diferentes tipos de incendios, ha explicado Montiel.
El mes pasado fue el junio más cálido registrado en Europa occidental, según datos del sistema Copernicus, con una temperatura media 2,81 ºC por encima de la del periodo 1991-2020.
El calor seguía siendo extremo el 1 de julio, cuando se originó el incendio de la provincia de Lleida que acabó con la vida de dos personas y cuyo comportamiento fue extremo.
Según Montiel, el cambio climático “es el principal vector que está influyendo, no determinando, sino condicionando el comportamiento diferente de estos megaincendios”.
La acumulación de biomasa es otro de los factores que influyen en la propagación de este tipo de incendios.
“El combustible cuando estamos hablando de incendios forestales es la vegetación, pero desde hace más de 50 años esa vegetación y ese paisaje han ido cambiando y ahora no lo solo tenemos vegetación forestal, no solo tenemos árboles, también tenemos paisaje de abandono de tierras que antes estaban cultivadas y hace mucho tiempo que no lo están; paisaje de tierras que antes se pastaban y hace mucho tiempo que no se pastan; y luego tenemos el paisaje de las urbanizaciones, los famosos incendios de interfaz urbano forestal. Es decir que el combustible, lamentablemente, desde hace décadas es todo, no solamente la vegetación forestal”, ha explicado la catedrática en el podcast ‘Cómo evitar un incendios forestal’ en AHORA.
Los incendios extremos son el síntoma de una crisis ecológica, climática y territorial que nos aboca a un desafío colectivo en el que entran en juego el uso del territorio, la planificación rural y la emergencia climática.
Sin medidas estructurales, estos incendios serán cada vez más frecuentes, intensos e incontrolables.
El 80 porciento de la población en España ya es urbana, pero el suelo forestal supera ya el 60% de la superficie del país.
La experta en gestión forestal Cristina Montiel invitaba en el podcast a reconectar con el entorno rural.
“Si pensamos en la población que vive en las ciudades, la mayor parte de las veces se ha desconectado de los ecosistemas, se ha desconectado del entorno y el problema es que ha perdido tanto cultura como conciencia. Estamos en un marco de incertidumbre que nos obliga a actuar de forma diferente. Entender y aceptar la nueva realidad es otro reto, en este caso, para la población del ámbito rural”, ha apuntado.
Una gestión del territorio donde se impulsen políticas de desarrollo rural para evitar el abandono del campo, se fomente la ganadería extensiva y la agricultura tradicional y se recupere los usos tradicionales del monte que reducen el combustible ayudaría a prevenir los incendios.
La creación de paisajes resistentes al fuego donde se intercalen cultivos, zonas despejadas y masas forestales; la eliminación de monocultivos de alto riesgo y la plantación de especies autóctonas más resilientes y con menor capacidad de arder es otro de los puntos que podrían combatir estos grandes incendios.
La coordinación comunitaria en emergencias (formación de brigadas vecinales, mejora de planes de evacuación en núcleos rurales, colaboración entre administraciones locales y servicios de emergencias) es también clave, así como la educación y la sensibilización ciudadana.
Cruz Roja cuenta con Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE), compuestos por personal voluntario entrenado para dar la mejor atención a personas damnificadas durante las emergencias, muchas de ellas incendios, y está preparada para desplegar equipos con los que dar atención en el ámbito de la Intervención Psicosocial, Logística y Albergue provisional, Asistencia Sanitaria y Búsqueda y Salvamento, siempre en coordinación y como auxiliar de los poderes públicos.