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TRIBUNA / No está vacía, es la de Troya

Ángel Coronado reflexiona en este artículo de opinión sobre la despoblación y el toque de campanas con el que un centenar de pueblos, entre ellos algunos de Soria, han querido llamar la atención este fin de semana sobre los problemas que arrastra el medio rural.

TRIBUNA / No está vacía, es la de Troya

Un centenar de pueblos dan un toque para la despoblación. Así. Ni más ni menos. Y no es que, plañideras, toquen a muerto las campanas. Tampoco son las campanas del coche de bomberos. No es el fuego del infierno tampoco. Más que llamas son anuncio, nuncio de nadie. Se anuncian ellas a ellas. Son lo que son. Solo que alguien se fue. Un hijo. Pródigo le llaman. Un hijo de las campanas. Alguien o algo le llama.

Alguien o algo lo llama. ¡Zape Bicha! Y la Bicha del bien y del mal siempre con la manzana tentando. ¡Zape Gato! ¡Zape Bicha! Y las campanas del paraíso sonaban. Y las campanas de la ciudad sonaban y las campanas de Ítaca sonaban y un hijo, pródigo le llaman ahora, y se fue porque alguien  o algo le llamaba. Y luego llamaron a otro. ¡Zape Bichas! Ítaca se llenó de Bichas y de gatos entonces y las campanas del paraíso sonaron que no veas. Y las bichas y los gatos, hace tres mil quinientos años eran (o por lo menos así se llamaban), pretendientes. Eso dicen las campanas de un centenar de pueblos dando un toque a de atención a tanta bicha y a tanto gato, a tanto pretendiente según se llamaban entonces y se siguen llamando ahora. Moscas cojoneras, bichas, gatos.

Siempre que puedas rehúye dar consejos, consejas o disfrazar el ego haciendo como que regalas lo que, siendo de uno, intentas de alguna forma proponer, incluso imponer a golpe de consejos y de consejas pero en el fondo imponer. Y si no dejas de hacerlo, serás una mosca cojonera. Así que ahora te pido que lo arriesgues todo para decirle a quien esto leyese que lo deje (mejor abierto) para leer el artículo titulado “Un centenar de pueblos dan un toque para la despoblación” (El Mirón, 03/02/2024)

Suponiendo nos hayan hecho caso y reanudasen ahora la lectura de lo que intentamos decir, nos gustaría decirles lo que a nosotros nos ha gustado después de haber hecho lo mismo, esto es, después de haber leído ese artículo dejando este.

He ido, mentalmente pero he ido, a San Miguel de Pedroso (Burgos). Me he sentado allí en cualquier sitio y he esperado, leyendo un libro, a que hablasen las campanas de la iglesia de Pedroso. Al tiempo, milagro, milagro, he oído otras, muchísimas más campanas. Y ahora no cito solo mentalmente sino que conozco las de Salobral (Ávila), más allá de la Venta Pinilla y en pleno valle de Amblés, tan cerquita de Ávila, las de Quero (Toledo), más acá, hacia Villacañas pero sin llegar por haberse quedado al pie de la Peñahueca y de Tirez en la misma Laguna del Taray, y ya no sigo por este camino porque me pierdo. Volvamos, pues a los pueblos de Burgos, La Rioja, León, Zaragoza, Segovia…, de Soria muchos (ver nota a pie de página), y a todos los pueblines del mundo entero.

“La Asociación Cultural y de Ocio “El Priorato” de San Miguel de Pedroso (Burgos) ha organizado la quinta edición de esta convocatoria que persigue hacerse notar y sensibilizar a políticos, en particular, y población, en general, sobre el problema de la despoblación que amenaza a buena parte de la España interior.

“Durante cinco minutos, a la una del mediodía, han sonado las campanas para llamar la atención sobre las carencias del mundo rural.”

Y allí sentados hemos pensado en las campanas, en el viento que sopla y que soplando se va y en los hijos que se van, eternos pródigos, hijos de Adán que se van detrás del pretendiente que les llama y dejando a su padre atrás, pero con otro pretendiente que también se quiere llevar a su padre, y a su madre y así todo el rato, ¡Zape Bicha! ¡Zape Gato que te meto en este saco! dicen las campanas hartas de razón. Nosotros vemos así la Odisea de la despoblación.

Y es que los pretendientes son la leche. Parecen mosquitas muertas (acabo de matar una que se quería posar en el ojo para ponerse a beber, o picarme que es peor). Pero no son mosquitas muertas. Ya te digo, quieren llevarse al padre del hijo pródigo y de paso también al nieto.

Sí señor. Carencias del mundo rural. Pero yo diría que la mayor carencia es la de ahuyentar a tanta mosca cojonera, a tanto pretendiente. Mire usted, señor pretendiente, deje de molestar.

No es molestia, por Dios. No es molestia ni muchísimo menos.

De todas maneras se lo pido por favor, deje usted de molestar, señor pretendiente, deje usted de molestar. Y nada. Aquél pretendiente zumbón, mosca cojonera donde las haya, nada, que no deja de zumbar. Tanto que Agamenón, Aquiles, Ulises y hasta Príamo, Helena, Paris, Antígona y Clitemnestra y todos nosotros allí, sentados allí, quedamos embelesados.

¿Embelesados?

Sí, viendo a Penélope, tan bella, a manotazo limpio contra las moscas, que no hay quien aguante una mosca que quiere ponerse a beber justo en tu ojo. Y menos en el ojo de aquélla mujer tan hermosa, tan bella.

Nota a pie de página. Entre muchos más, nos referimos a Canredondo de la Sierra, hoy pedánea de Garray, la Troya de por aquél entonces y en la que hoy, los hijos y nietos pródigos de Jesús, Martín, y el señor Isidoro ven con estupor vacío de rosas el mayor invernadero de Europa enfrente mismo de sus casas mientras que pedánea, coja, renca o manca su aldea, ni llena ni vacía sino corriente, como siempre corriente, sigue hoy con sus cuatro, doce, ocho vecinos desde hace mil años, desde la Edad Media. Sí, vacío de rosas pero lleno de pretendientes.

Fdo: Ángel Coronado

 

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