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Informe del científico Fernando Valladares sobre peligros de plantas de biogás

La Asociación vecinal afectados por agresiones medioambientales (AVAPAM) de San Esteban de Gormaz ha difundo este jueves un informe sobre los peligros a lo que los pueblos se ven sometidos con la implantación de una planta de biogás. El informe está firmado por el científico Fernando Valladares, del CSIC.

En San Esteban de Gormaz  hay proyectada la construcción de una planta de biometano, la cual, desde la citada asociación han rechazado totalmente.

AVAPAM ha señalado que en España, en estos momentos, hay una ausencia de normativa sobre estos proyectos, pero aun así se están construyendo últimamente de una manera frenética.

En Castilla y León, no hay normativa y cada vez se proyectan más planta de biometano y con ellas más macro granjas.

La citada asociación ha remitido un informe del investigador de CSIC, Fernando Valladares, sobre los peligros para la salud de estas plantas de biogás.

El investigador de CSIC Fernando Valladares resume en un informe fechado el 25 de agosto algunos aspectos que a su juicio deben tenerse en cuenta ante la planificación de una planta de biogás, especialmente si es de medianas o grandes dimensiones, es decir, si se calcula para la gestión de 50.000 o más de 100.000 toneladas de residuos orgánicos al año.

En un breve análisis realizado de la literatura científica reciente y más relevante, Valladares ha recordado que la revisión de Tamburini y colaboradores reveló entre otras muchas cosas un riesgo de cáncer en las proximidades de una planta de biogás.

En concreto los autores destacan que los resultados superan el umbral de seguridad del riesgo de cáncer e indican que la emisión controlada de COV (Compuestos Orgánicos Volátiles, sustancias químicas que se evaporan fácilmente a temperatura ambiente y son perjudiciales para la salud y el medio ambiente) de estas plantas puede suponer una amenaza real y grave para la salud de las comunidades circundantes.

Desarrollando en más detalle los riesgos que se producen en una planta de biogás, Valladares ha apuntado, en primer lugar, las propiedades de los gases que componen el biogás.

En este sentido, ha señalado que el dióxido de carbono (CO2), al ser inodoro, no se puede detectar ni siquiera en concentraciones elevadas.

"El impacto del gas en los seres humanos y en el medio ambiente depende de la concentración y del tiempo de exposición. Recordemos que se trata de un gas importante en relación al cambio climático por su potente efecto invernadero. Se consideran admisibles ciertas concentraciones elevadas de CO2 en el aire, como por ejemplo el 1,5 por ciento, que es la dosis de tolerancia para los empleados que trabajan en condiciones especiales bajo atención médica continua", ha señalado.

Las concentraciones de dióxido de carbono entre el 2 y el 5 por ciento provocan un aumento de la frecuencia respiratoria y también pueden producirse dolores de cabeza y zumbidos en los oídos, ha advertido.

A concentraciones más elevadas, entre el 8 y el 10 por ciento, el pulso se acelera y la presión arterial aumenta; puede aparecer confusión.

Las concentraciones entre el 10 y el 20 por ciento provocan alucinaciones, pérdida de conciencia y convulsiones.

"Pasar más tiempo en concentraciones superiores al 20 por ciento puede causar la muerte. La exposición a concentraciones superiores al 30 por ciento provoca la muerte inmediata". ha recalcado.

Metano (CH4)

El metano, gas no tóxico, incoloro e inodoro, es otro gas de potente efecto invernadero que cada día cobra más y más relevancia en relación al cambio climático llegando en ocasiones a sobrepasar en importancia al CO2.

El metano, objeto principal de las plantas de biogás, (las plantas de biometano directamente apuntan a este gas pero su purificación es costosa y en muchos casos se deja en mezcla con otros gases), es muy inflamable: su punto de inflamación y su temperatura de autoignición son 540 °C y 188 °C, respectivamente.

El metano es un gas precursor clave de un contaminante nocivo del aire, el ozono troposférico.

"Si bien el metano no causa daño directo a la salud humana o la producción de cultivos, el ozono es responsable de aproximadamente 1 millones de muertes respiratorias prematuras globalmente", ha recalcado.

Además, al quemarse, el metano emite carbono negro, un componente de las partículas PM2.5, que pueden causar enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

Amoníaco (NH3)

El amoniaco es un gas inflamable con un punto de inflamación de 630 °C.

El amoníaco es difícil de inflamar en el aire, pero en espacios cerrados forma una mezcla inflamable/explosiva.

Sus límites inferior y superior de explosividad son del 15 % y del 28 % V/V, respectivamente.

El amoníaco es tóxico, irritante y cáustico.

"En forma de gas y vapores, provoca dolor ocular y lagrimeo, enrojecimiento de la conjuntiva, blefaroespasmo, tos, dolor de garganta, ronquera, hipersalivación, náuseas, vómitos, dolor retroesternal y disnea", ha advertido.

También puede producirse edema laríngeo con sensación de asfixia, broncoespasmo, paro respiratorio y edema pulmonar. La intoxicación por amoníaco puede ir seguida directamente de bronquitis aguda, neumonía y fibrosis del tejido pulmonar con insuficiencia respiratoria grave.

En contacto con la piel, el amoníaco, su niebla y sus soluciones provocan quemaduras químicas con úlceras profundas. El amoníaco líquido provoca congelaciones en la piel. El impacto negativo del amoníaco en el organismo humano depende de la concentración de los vapores de amoníaco y del tiempo de exposición.

Sulfuro de hidrógeno (H2S)

Es un gas incoloro y extremadamente inflamable con un olor característico a huevos podridos perceptible incluso en concentraciones muy bajas.

Ninguna planta de biogás ha sido capaz de corregir esto olor nauseabundo que lleva a los vecinos en un radio de 1-2 kilómetros a no poder salir al exterior y a la depreciación del valor de las viviendas en un radio de 5-10 kilómetros, según ha señalado en su informe Valladares.

El H2S es uno de los gases responsables de las lluvias ácidas, que tienen un efecto negativo en los organismos del suelo y del agua.

Se absorbe en el organismo a través de los pulmones y, en menor medida, a través de la piel.

El sulfuro de hidrógeno es muy tóxico, irritante y químicamente asfixiante, ya que inhibe la respiración de los tejidos.

Valladares ha asegurado que se ha centrado en este informe en el impacto para la salud humana más inmediato de una planta de biogás, que reside precisamente en los gases que produce, pero ha recordado que tan o más peligrosas para la salud son las aguas que se vierten de una planta de biogás y los residuos sólidos o digestatos.

Las aguas no son depuradas adecuadamente en las plantas de biogás de gran tamaño, según ha advertido.

Incluso con frecuencia no solo contaminan los acuíferos y aguas subterráneas sino que se vierten directamente a ríos y arroyos, como es el caso de la planta situada en las inmediaciones de la ciudad de Salamanca, que se vierten al Tormes.

Los digestatos no sirven como fertilizantes y contienen todo tipo de impurezas; con frecuencia metales pesados, ha concluido.

 

 

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