TRIBUNA / Sindicatos (I)
Mario González incide en este artículo de opinión en las incoherencias en que incurren los sindicatos de clase y en sus nuevas demandas, que reflejan una manera de ver al trabajador, muy alejada de la realidad de la economía.
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Un año más, el 1º de Mayo sirve de excusa a los sindicatos para concitar en la calle las bondades de un modelo sindical que, sin embargo, ellos luego no aplican internamente, por lo que cada vez más vemos reivindicaciones dirigidas por empleados contra los sindicatos que los emplean, especialmente contra CCOO y contra una UGT que ha puesto en la calle recientemente a 76 empleados suyos en Castilla y León con un ERE de extinción.
Esos sindicatos que claman en el desierto por los empleados –no confundir con trabajadores- luego actúan como las peores empresas, con sus convenios caducados, ofreciendo subidas salariales muy por debajo de las que exigen al resto de empresas, etc…
Son los reyes de aquel refrán que dice ‘consejos vendo que para mí no tengo’ y su especialidad reside en imponer cosas inútiles buscando anular una Libertad de Empresa que es lo único que puede salvar a España de este marasmo, máxime cuando nadie está obligado a ser empleado.
Los mantras de esta temporada son cuatro: (i) que la inflación es culpa del exceso de beneficios empresariales; (ii) que es necesario encarecer los despidos; (iii) que hay que incrementar la Inspección de Trabajo y (iv) que hay que reforzar los servicios públicos de empleo y las políticas activas para combatir un ‘Paro’ que acumula casi tres millones de personas (incluyendo a más de 3.000 sorianos).
No obstante, esta especie de desfile anual de El Corte Inglés ha quedado muy deslucido por la protesta de los auxiliares de enfermería y cuidadores (TCEA) que les han gritado a la cara "¡traidores!" porque "la Junta y los sindicatos UGT, CCOO y CGT han firmado un preacuerdo de convenio de personal laboral, sin contar con nosotros, que implica la rebaja de la titulación exigida. Creemos que, de ratificarse este acuerdo, no sólo afectará al futuro laboral de los cuidadores técnicos en servicios asistenciales, sino que también repercutirá en la atención que reciben los usuarios" al permitir que a esos puestos accedan personas con menos preparación, con certificados de profesionalidad y sin acudir a clases ni realizar prácticas.
Lo más cierto es que -como denuncian los TCEA- los sindicatos van por libre y tratan de alcanzar sus objetivos que poco o nada tienen que ver con los de los empleados ya que (i) una empresa sin beneficios malamente podrá subir los salarios; (ii) encarecer el despido supone cargar a las empresas con empleados poco o nada productivos, alejándola de los beneficios que permitirían el crecimiento de todos y cerrando la puerta a empleados con mayor empuje, consiguiendo a la postre empobrecerlos a todos; (iii) la Inspección de Trabajo no sería tan necesaria si contáramos con un marco laboral más flexible donde empleados y empresarios pudieran trabajar en beneficio mutuo y no tener que adaptarse a unas reglas pensadas por gente que no ha trabajado en su vida y que les impiden alcanzar el máximo de su potencial, y (iv) si los que crean de verdad empleo son los empresarios y autónomos a ellos deberían dirigirse esas políticas activas y no a alimentar entes públicos que poco o nada aportan al mercado laboral. Este es el mundo al revés donde medran los sindicatos y la PPSOE que los sostiene. Ambos son el problema y no la solución.
El negocio sindical –porque esto es un negocio- nada tiene que ver con los empleados y consiste precisamente en utilizarlos para generar los problemas suficientes como para que su presencia sea necesaria y poder así luego facilitar al Gobierno de turno el parche correspondiente para que todo pueda continuar en marcha. A cambio, el Gobierno les remunera vía subvenciones por su labor de alcahueta.
Gobierno y sindicatos ganan, mientras pierde el empleado que quiere trabajar y prosperar de verdad. El empleado que no quiere trabajar apuesta por el sindicato y su objetivo último es convertirse en ‘liberado sindical’ para no trabajar. Los sindicatos han observado la formación, de facto, de la PPSOE y, lógicamente, UGT y CCOO han hecho lo mismo –creando la ‘UCO’- una suerte de nuevo ‘sindicato vertical’ con las mismas funciones que tenía aquel durante la Dictadura: tener controlada la representación de los empleados en su conjunto.
España, no obstante, es un país de PYMES (el 90 por ciento tiene menos de 5 empleados) y las Comunidades Autónomas se han encargado de romper la unidad de mercado estableciendo barreras y condiciones muy diferentes en cada territorio por lo que los convenios nacionales o sectoriales no pueden funcionar bien y están machacando a empresas y empleados.
La solución pasa por (i) liberalizar el mercado de trabajo al máximo; (ii) apostar por los convenios de empresa en beneficio mutuo y (iii) reducir drásticamente las cotizaciones sociales –ese impuesto por trabajar- haciendo que el empleado se responsabilice de su vida y deje de ser un incapaz tutelado por los sindicatos, esto es, por el Estado. Cualquier otra cosa es un cuento chino.
Fdo: Mario González Casado. Abogado. Mautiko Abogados.