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TRIBUNA / Las dos grandes, las dos libres

Ángel Coronado incide en este artículo de opinión, en clave bíblica, en la España vaciada, que no quiere ser territorio de sacrificio. 

TRIBUNA / Las dos grandes, las dos libres

La Biblia es inagotable. ¿Qué se trata de comentar que la España Vaciada no quiere, se resiste a ser “territorio de sacrificio”? Pues nada, solo hace falta recordar al pobre Abraham a punto de hacer la matanza con su propio hijo. Nosotros preferimos recordar al supuesto cerdo, a Isaac, qué pobre, a punto de torreznillos, qué barbaridad, sobre todo recordando al Padre, Padre nuestro que estás en los cielos.

Al grano. Todo se comprende si contamos con el Padre de allá, Padre nuestro, y con el de acá, Abraham, hechos una piña, porque a todo esto el pobre Isaac, que no dice nada pero no quiere ser territorio de sacrificio, es territorio de sacrificio quieras que no. El reflejo rapidísimo del Sumo padre llega justo a tiempo de detener al cuchillo matancero del padre a secas, de Abraham, inmediatamente elevado a los cielos y dejando a Isaac, así en la tierra, como su padre al cielo, a ganarse un pan, como la España Vaciada, libre ya de sacrificios. De vaciada nada. En el vacío (lo dice Saturio y da en el clavo, porque lo vaciado es siempre algo, un vaso, por ejemplo, que aún vacío no deja de ser vaso, o agua sin ir más lejos, pero un vaso en el vacío es otra cosa. Y un agua en el vacío es otra cosa, y en el vacío cualquier cosa es nada. La España vaciada en el vacío. La Nada.

Aquí en la tierra, Abraham sería la España Repleta. La España Repleta en lo Repleto. Yo que Isaac, lo primero que haría sería escaparme y pasarme a la Repleta en lo repleto, como hiciese Abraham en su día. Y ya desde allí veremos a ver que vemos, si es que vemos algo. Que ya me veo con el cuchillo matancero en la mano, hijo mío, que ya no me acuerdo si eres de la otra generación, Esaú, quizá Jacob, que Dios me asista y me haga una piña con él. Que de vuelta en mi pueblo de vacaciones y con el cuchillo matancero en la mano, hijo mío, no sé, no sé, quita ya, que nos volvemos a la Repleta en lo Repleto de vuelo. Que como el agua de la fuente de mi pueblo no hay otra. Que como la feria de mi pueblo no existe, que me vuelvo a la Repleta, que ya desde allí veremos. Le daremos la vuelta para que no se repitan estas vueltas y revueltas. Me mareo.

Muñoz remacha: “Si no crecemos tenemos fecha de caducidad” (El Mirón, a 28 de Marzo de 2023) Toma ya. Si crecemos no la tenemos. Esa es otra. Me refiero a que el Señor Remacha remacha que si no crecemos tenemos fecha de caducidad, y eso es precisamente lo que quería decirle a la España Vaciada, que si no deja de ser territorio de sacrificio tiene fecha de caducidad. Lo contrario no puede ser y además es imposible, a no ser que si tiene fecha de caducidad, será territorio de sacrificio como Isaac. Lo único es que dicho en clave bíblica suena diferente a dicho en clave de sol, pero en ambos casos la melodía es la misma, como quien canta su mal espanta por mucho que toque el violín o la flauta.

Se trata de espantar nuestros males. Ni queremos ser terreno de sacrificio ni tener fecha de caducidad. Porque las medicinas (consulte siempre al médico de cabecera) tienen fecha de caducidad, pero la Biblia no. El Apocalipsis vendrá, pero nadie sabe cuándo ni cómo ni dónde. Y es por eso por lo que disiento de la hipótesis del señor Remacha, aunque la considero mucho mejor que la mía. Para darse prisa en hacer algo es preciso tener bien presente la fecha de caducidad. Tenemos que crecer, Señor Remacha, tenemos que crecer. El tiempo apremia. Mira, Remacha, quiero poner en Noviercas una granjita de diez y nueve mil quinientas cuarenta y siete vaquitas lecheras.

Siga, siga, Señor Quien Quiera Que Seas (mano en oreja, escucha)

Y tengo un amigo que quiere llenar El Cerro de los Moros de casas.

Siga, siga, Señor Quien Quiera Que Seas (orejas libres se frota las manos).

Ya no sigo. Sólo quiero eso, Señor Remacha. Nadas más. Mi nombre no es Quien Quiera Que Seas. Yo soy Quienquiera Que Soy.

Muy Bien, Señor Quien Quiera Que Soy.

Muy mal, señor Remacha, El Señor Quien Quiera Que Soy no es Usted porque soy yo. Corto y Cambio, Adiós.

El señor Remacha, como yo, no sabemos muy bien dónde demonios estamos. Yo creo que si nos vamos a Valonsa, a la Casa del Guarda, ¡ay Manoli!, estaremos en La Vacía pero reserva mesa por si las moscas, Remacha, porque si nos vamos al Collado estaremos en La Llena o en la Repleta, como quiera Ud., Sr. Remacha.

Le miro de reojo para ver la cara que pone. Yo me pongo de la otra.

Fdo: Ángel Coronado

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