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La España Vaciada no quiere ser territorio de sacrificio

La Revuelta de la España vaciada ha vuelto un año más a salir a las calles para decir alto y claro que seguimos reclamando al Estado un futuro digno.

 

 

"Un horizonte de futuro donde todas las regiones que formamos este país podamos desarrollarnos por igual, sin servidumbres de ningún tipo o imposiciones en las que nuestras provincias, comarcas y pueblos siempre terminamos perdiendo", han señalado en el manifiesto leído por Soria ¡Ya! en el alto de la dehesa.
Desde la gran manifestación del año 2019, en la que se consiguió por primera vez que los partidos políticos empezasen a hablar del problema que sufre gran parte de nuestro país, la España Vaciada ha visto a nuestros gobernantes realizar muchas promesas.

En ellas se comprometían a trabajar para dotar a la España más olvidada, a nuestro mundo rural, de los mecanismos necesarios para evitar el declive social y poblacional que venimos sufriendo. También se decía que iban a adoptar medidas para conseguir un equilibrio entre los territorios más poblados y con mayores servicios y las zonas más despobladas y pobres de España.

Muchas han sido las promesas, pero, si nos fijamos en los hechos, podremos ver cómo esa diferencia entre los distintos territorios no ha disminuido, sino que incluso se ha acentuado.

A pesar de la creación de un Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, apenas se han adoptado medidas que reviertan esta situación
radicalmente injusta.

Al contrario, las políticas implementadas al hilo de las crisis globales que se han encadenado en los últimos años no han hecho sino agravar nuestra situación. Son nuevas amenazas que se ciernen sobre la España vaciada, convertida una vez más en “territorio de sacrificio”.

Como ejemplo, basta poner el acento en una serie de situaciones que están ahogando nuestro territorio y que expolian nuestros recursos sin dejar beneficios a largo plazo en nuestras comarcas:
1) La amenaza de los megaproyectos energéticos, con inmensos parques solares o gigantescos campos de aerogeneradores que están colonizando nuestro paisaje. La Transición Energética no puede convertirse en una transición injusta, a costa de las comunidades campesinas, para beneficio de empresas con sede social en provincias e incluso países lejanos y ajenos a los territorios donde producimos la energía y que sufrimos la expropiación de nuestras tierras para seguir alimentando un modelo energético cuestionable, especulativo e insostenible.
2) El peligro de las llamadas macrogranjas, que están asfixiando muchos de los pueblos de nuestras provincias y contaminando sus suelos. Asistimos a un proceso en el que, por un lado, se promueven e instalan estas megaindustrias cárnicas que apenas generan empleo en los territorios donde se implantan, incentivándolas económicamente, y, por otro lado, se deja caer a la ganadería extensiva tradicional con
normativas que parecen estar hechas expresamente contra los pequeños ganaderos que son quienes producen alimentos saludables y de cercanía, cuidan el medio natural y sostienen la vida en los pueblos.
3) La amenaza de la nueva minería extractiva, que se ha lanzado a la explotación de minerales cada vez más escasos y a la obtención de tierras raras para las industrias tecnológicas punteras, en manos de poderosas empresas que trasforman el producto en fábricas alejadas de las provincias de extracción. Además, responden a los intereses del capital financiero especulativo, sin importar la destrucción que generan e ignorando las protestas de las poblaciones afectadas.
4) La amenaza de la reactivación de los trasvases de agua, en un contexto de crisis climática, calentamiento global y prolongación de las sequías, sacrificando el desarrollo de las regiones de la España vaciada en aras del progreso de las comunidades más ricas
y favoreciendo la apuesta por modelos intensivos de producción, tal vez insostenibles, en otras regiones donde el agua es un bien escaso.
5) La amenaza de nuevas formas de explotación industrial de nuestros bosques que responden a la avidez energética. Los incendios devastadores del pasado verano no han servido para dar un giro radical a las políticas públicas de prevención de incendios, incentivando las labores de cuidado, desbroce y mantenimiento de los montes, así como de aprovechamiento sostenible de los bosques, e implicando a las comunidades rurales en su diseño y gestión, de modo que generen empleo en la población local.
6) El desmantelamiento de servicios que conlleva el ser un territorio de sacrificio y sin futuro. Así, la desatención de servicios tan básicos como la sanidad, con la precarización de la Atención Primaria, la reducción de profesionales, las barreras para la atención presencial e incluso con el cierre de consultorios y farmacias rurales.
7) El abandono de las líneas tradicionales de ferrocarril, e incluso su cierre, en contra de las directrices de la Unión Europea que promueven la ampliación de las mismas y su uso para el transporte, no sólo de viajeros, sino también de mercancías. Al mismo tiempo, se siguen invirtiendo ingentes cantidades de dinero en las líneas del AVE que sólo sirven para conectar ciudades, mientras que se deja atrás al mundo rural,
robándole cualquier posibilidad de futuro.
Estas, y otras amenazas, acentúan la percepción de que realmente somos una España vaciada, la cual, si no se toman medidas urgentes, no saldrá de su postración.
En este día queremos decir que no vamos a tolerar convertirnos en un territorio sacrificado para favorecer a otras regiones y sectores con más peso en la economía. Ni tampoco aceptamos que existan comarcas de nuestro país destinadas a sostener un sistema económico en crisis, cimentado en la especulación, la desigualdad y el desequilibrio.
Desde el movimiento social de la Revuelta de la España vaciada trabajamos para revertir esta situación. Con este fin se elaboró un Modelo de Desarrollo que se plasma en 101 medidas para hacer frente a la despoblación en la búsqueda de una España más justa y equilibrada. En base a esas propuestas, reclamamos un Pacto de Estado que comprometa a todas las fuerzas políticas e instituciones en este empeño.
Además, reclamamos al Estado español que establezca los controles necesarios que aseguren que los proyectos que se acometan en zonas rurales se ajusten en su naturaleza y dimensiones a la legalidad y al sentido común y sus impactos negativos respondan a criterios de equidad y proporcionalidad.
Por último, exigimos que las inversiones de proyectos que se realicen en el mundo rural, con destino a proporcionar bienes y servicios a personas y empresas que no vivan ni tengan sede social en el territorio, lleven incorporada una partida finalista de compensación para la comarca afectada, que sirva para poner en marcha soluciones eficaces y tangibles contra la despoblación y el desequilibrio territorial.
Porque NO QUEREMOS SER UN TERRITORIO DE SACRIFICIO.
La Revuelta de la España vaciada SIGUE LATIENDO. 

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