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TRIBUNA / Justicia y solidaridad

Begoña Izquierdo se refiere en este artículo de opinión a un caso real de una persona que pide dinero en El Collado, de Soria, y que a pesar del frío no pierde la sonrisa. Pero en ocasiones, le toca dormir a la intemperie, bajo cero, mientras Soria sigue sin un albergue ni comedor para acoger a los transeúntes. Pide justicia y solidaridad para solucionarlo.

TRIBUNA / Justicia y solidaridad

Seguro que lo habéis visto, en el Collado, embutido en dos sacos de dormir con una caja a sus pies donde algunos paseantes le dejan algo de dinero y un cartelito que dice algo como que siempre hay gente que está peor que tú, lo que ya es indicativo de su buen talante. Un hombre sin techo, amable, educado y sonriente, por difícil que parezca sonreír en esas circunstancias. Algunas veces le he dado algún dinero y me he parado a hablar con él. No le conozco apenas, pero sé que es un hombre esperanzado. Su esperanza, la que casi está tocando con la punta de sus dedos, es salir de esta situación, trabajar y normalizar su vida. A mí me parece que puede hacerlo, que tiene las herramientas para hacerlo, a pesar de que la calle destruye, devalúa, y roba dignidad. He estado unas semanas ausente de Soria y, cuando he vuelto, lo he visto de nuevo ahí, bajo los soportales, con un frío helador, frotándose las manos para tratar de entrar en calor. La sonrisa seguía en su cara pero, me ha parecido, le costaba un poco más mantenerla.

¿Cómo sigues aquí con este frío? Le he preguntado.

Se ha encogido de hombros y me ha dicho que esperaba algo más de la navidad, conseguir el dinero suficiente para irse a las islas donde tiene trabajo asegurado pero, necesita comprar algo de ropa para estar presentable, el dinero para el billete y un poco más para llegar y poder instalarse… No lo ha conseguido.

Me cuenta que hacer una sola comida caliente al día le cuesta unos 10 euros, y al menos 20 euros pagar un hostal los días de frío extremado y, eso, contando con la amabilidad de algunos hosteleros de Soria que le ajustan un poco los precios. Si no consigue ese dinero tiene que dormir en la calle, a veces a 6 grados bajo cero.

Alguna vez, puntualmente, le han ayudado los policías municipales- muy amables, me dice- y Cáritas pero, en Soria, no hay un albergue ni un comedor para acoger a la gente que no tiene casa. Me pregunto a dónde acudir para que esto cambie y por eso me decido a escribir esta carta: una llamada a la justicia y a la solidaridad.

Pido a las administraciones locales y regionales, a las ONGs, a las instituciones… que trabajen juntas para solucionar con urgencia esta carencia.

Apelo también a toda la gente que se sienta interpelada por esta injusticia y apelo a la solidaridad de sorianos y sorianas.

Este hombre necesita pasar aquí dos meses más. Ya tiene el billete para irse el 24 de marzo, pero necesita comer y dormir caliente 52 días. No paséis de largo. Parad, saludadle y dadle 3 euros, 5, 10…  lo que cuesta una caña con un pincho. No sé, lo que podáis. Si somos muchos aportando, no solo conseguiremos hacer su vida más soportable estos 52 días, sino que, además, contribuiremos a la construcción del trampolín que le permita el acceso a una vida normalizada, a un trabajo y al fortalecimiento de una dignidad que nunca perdió. Ese, no lo olvidemos, es el primer derecho recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

¡Gracias gentes sorianas por vuestro apoyo!

Fdo: Begoña Izquierdo

 

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