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TRIBUNA / ¡Alcalde, un charco!

Leonor del Río llama atención con ironía, en este artículo de opinión, sobre la desidia municipal en la vigilancia de las obras de pavimentación, que con demasiada frecuencia no rematan adecuadamente los pasos de peatones, y también sobre los "charcos" inmobiliarios en que últimamente está cayendo el Ayuntamiento.

TRIBUNA / ¡Alcalde, un charco!

¿Uno? ¡Un montón! Y de todo tipo, válgame Dios.

Dos clases de charcos hay en Soria, dos. Los primeros son los más abundantes; se encuentran repartidos por los pasos de peatones. Pero, Virgen santísima, ¿no tienen en el Ayuntamiento eso que llaman un nivel? O, perdonen la impertinencia, ¿será que no saben manejarlo? Y si ese fuera el caso, ¿tan difícil es para todo un Ayuntamiento colocar rejillas con desagüe en esos puntos críticos?

Porque salir a la calle en Soria sin barca empieza a ser arriesgado; se habla ya de varios ahogados al intentarlo en una de las recientes obras de adoquinado a destajo. ¡Madre del Amor Hermoso!, ¡qué maldición ha caído sobre l@s pobres sorian@s!

 Si piensan ustedes cruzar la calle de Los Linajes -recién peinadita ella con piedra a gogó- por el paso de peatones que hay justamente delante del edificio de la Junta, llévense unos zuecos o traje de buceo. Si precisan acceder a la Alameda de Cervantes por el embudo del Espolón lleven botas de agua o, si la tienen, la barca hinchable de los veraneos. ¡Ay, Dios! Y si cruzan el paso de peatones más transitado de la ciudad para dirigirse a la recién adoquinada avenida de Navarra, no olviden las katiuskas porque no podrán evitar el permanente e inexplicable charco en el centro de su recorrido.

Ah, para cruzar la calle Mariano Vicén procuren proveerse de piragua. Son unos ejemplos en el centro de la ciudad, pero les aseguro que podrían llenarse páginas y páginas con bonitas fotografías de la Soria lacustre por obra y gracia de la incuria de nuestros munícipes. Una idea: enviar al alcalde esas fotos con su localización. Quizás al verse agredido por la realidad proponga al pleno del Ayuntamiento la compra de un nivel y cientos de rejillas.

Y luego, lo digo sin acritud, Dios me libre, están los charcos mayores.

Esos en los que gustan de zambullirse el alcalde y su inseparable secretario del PSOE, y que tanto juego dan a los sempiternos descontentos con las chapuzas del Ayuntamiento. Total, no será tan grave el daño que hagan unos pisitos de más en un nuevo edificio, ni unas cuantas torres enfrente de San Saturio (alabado sea el patrón), ni esas minucias de los especuladores que ya poco daño pueden hacer a una ciudad tan maltratada un año sí y otro también.

He leído que el Ayuntamiento va a revisar el plan de urbanismo. Que los santos Clemente y Esteban nos protejan. ¿Aún queda algo que destruir? ¿Se pueden hacer nuevos barrios aún más horrendos, en los que comprar una barra de pan sea misión imposible? ¿O se regulará definitivamente la posibilidad de construir, sin licencia naturalmente, torrecitas de diez o doce plantas como medio para revitalizar la economía soriana? Y la verdad, no lo entiendo, no sé si es el propio alcalde el que gusta de meterse en tantos charcos o le empuja a ellos alguna malintencionada mano.

Soria servanda est.

Fdo: Leonor del Río

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