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TRIBUNA / Se nos tuercen, se nos tuercen los derechos humanos 

Ángel Coronado incide, con dosis de ironia, en la necesaria defensa de los derechos humanos y no el de sus defensores, al hilo de la propuesta del MITECO para arreglar la España vaciada llenándonla de aerogeneradores.

TRIBUNA / Se nos tuercen, se nos tuercen los derechos humanos 

Siempre fuimos partidarios de hacer una silla queriendo sentarnos y no tenerla o tenerla rota, pero nunca de hacer un taburete, rota la silla, porque también los taburetes se rompen. Y se rompen, se rompen, ante lo cual siempre fuimos partidarios de arreglar la silla, o el taburete. No nos gusta eso de usar y tirar. Arreglar, reparar lo primero. La silla o el taburete, o mejor los dos. Y a fin de cuentas, pero solo entonces, tirar para ir tirando, porque de lo contrario no podría ser. Lo primero reparar aunque al final de la historia se llegue a lo mismo: un montón de ruinas, un montón de cosas rotas.

Siempre fuimos partidarios de hacer una silla bien hecha, pero como hasta las sillas bien hechas se rompen, siempre fuimos partidarios de hacer las sillas bien, y llegado el caso, que llega, arreglar la silla y dejar el taburete para luego, que a veces un taburete viene bien. Un taburete es algo así como una rueda de repuesto o un asiento auxiliar, que viene bien, que viene bien, pero nunca circule usted con la rueda de repuesto aunque lleve siempre consigo la otra, la suya, la gorda, que no cabe, que sería eso como para llamarle tonto, que las ruedas de repuesto no son para eso y no las revoluciones mucho, nunca más de sesenta por hora y lo mejor a treinta. Nunca se siente usted en un taburete dejando la silla de lado, arreglada o sin arreglar. Nunca aprenda usted un idioma para cambiarlo por el suyo aunque no sepa del suyo todo, aunque cecee o tenga faltas de ortografía y cosas así. Nunca se injerte usted en el cuerpo un órgano ajeno en lugar de curar el suyo ni nunca dé usted de comer al hambriento para que, hambriento, le den de comer a usted.

Dicho esto ya le digo, nunca le diga usted a un guardia civil que vigile a la guardia civil para comprobar si la guardia civil funciona, ni nunca espíe usted a un espía en lugar de esperar a que el espía le diga de lo espiado y pueda usted espiarse a usted, porque si externaliza usted su responsabilidad de espiar, puede caer en eso del contraespionaje, una de las cosas más difíciles y enredadas que puede haber.

Llevo arreglando una silla Thonet hace años, pero eso no tiene nada que ver con lo que ahora quiero decir. Debo acelerar, ya lo sé. Se trata de una silla de las de toda la vida, y eso es lo que tiene de particular. Es una auténtica Thonet. Conserva el sello original de la marca. La tengo desmontada en casa y la lijo de vez en cuando. La acaricio más bien. Con la lija en la mano estoy atascado en el sello original que, discretamente dispuesto en la cara interior del cerco del asiento (la rejilla está rota, esa es otra), no lo quiero ni tocar, y como ustedes comprenderán, menos aún  lijarlo. Pero todo esto lo dejo ahora. No tiene nada que ver, pero es que si no lo cuento, reviento. Además la silla me vino de tatarabuelos, que si a mí se me rompe la arreglo sin más en lugar de hacerme un taburete, que ahora sí, a eso vamos.

Leo en el periódico un artículo titulado así: “Nuevo programa de defensores de derechos humanos”. Siempre fuimos partidarios de ejercer derechos humanos y no de los derechos de sus defensores, porque también los derechos mismos se pueden romper. Y se rompen, ante lo cual, siempre fuimos partidarios de defender los derechos humanos en lugar de programar defensores que los defiendan.

Bueno, pues resulta que en lugar de defender el arreglo de la silla parece ser que se quiere construir un taburete que ya me río yo del trono de los reyes de Inglaterra. Cifras que marean y si no vean:

“ [….] una dotación presupuestaria de 100.000 euros; el programa de premios a trabajos fin de grado, máster y doctorales (que se convocará en mayo) y que cuenta con 15.000 euros; o el de becas en prácticas, orientado a aquellas personas que tengan interés en conocer cómo se trabaja en cooperación desde lo público con una dotación de más de 37.000 euros”

Eso para terminar, porque hay más partidas y más dotaciones.

Pero que no se diga que estamos en contra de los taburetes. Seguro que la industria de los taburetes necesita dinero. Y aún más. Seguro que el trono de los reyes de Inglaterra necesita restauraciones y restauraciones sin cesar, y nos parece bien, pero la silla, señores, los derechos humanos, señoras y señores…..

No podremos (hay quien puede) restaurar el caos infernal de donde provienen las pateras que naufragan con seres indefensos, pero ese derecho humano, tan grande o más que la copa de un pino, nada tiene que ver con otros derechos humanos más pequeños que un taburete, menores que la pata de un taburete, más pequeños que una tontería sin más, como la tontería de aquél restaurante que negaba el derecho a que usted mismo, si se tercia, le pidiese un vaso de agua del grifo. ¡Vaya una silla fácil de arreglar! Acabo de dominar la tentación de no pagar algunos impuestos para evitar la construcción de una bala. Pagaré, pero me acuerdo de la puta madre de quien… y me acuerdo de Walden.

Otra silla que se arregla fácil, MITECO, otra silla que puede usted arreglar, MITECO. No diga usted que la España vaciada es el lugar adecuado para llenarlo con eso de las renovables, mire que fácil, o usted, Señor Carnero, de visita en Valladolid el otro día (El Mirón, 7/03/2023), no deje usted de arreglar la pata de su taburete. No lo tire, que con tanta pasta como dice que tiene dan ganas de comprarse una butaca nueva. 

Fdo: Ángel Coronado

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