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TRIBUNA / Mar de fondo más que gruesa

Ángel Coronado plantea en este artículo de opinión el modelo de desarrollo territorial de España, con concentración de población en Madrid y de proyectos para abastecer de energía desde el medio rural despoblado a las grandes ciudades.

TRIBUNA / Mar de fondo más que gruesa 

Para cuando los malos olores y los malos humores y los malos aires y las malas aguas y las malas prisas y los peores males, para cuando los peores males de la España llena (más que llena rellena, comprimida, aplastada y atascada) te hagan decir en vacaciones, ya en Valdanzo, qué paz, tranquilidad, agua la de mi fuente, plaza y fiesta las de mi pueblo, qué mozas, qué mozos, qué cosas, qué casas, qué casa rural, qué días, qué noches, qué puestas de sol, qué amaneceres, qué pasa que, yéndose tras el horizonte, solo eso, el sol, sea tanto monta por la mañana cuando nace, monta tanto por la tarde cuando muere, quién pudiera…, que puedo, que no, que ahora sí….., para cuando un sunami de venirse aquí, para cuando todos esos males, qué (de bueno) tendrán esos males que todavía podemos…, ¡ay!, qué (de malo) tendrá esa paz, esa fuente, esa plaza y esa fuente de la plaza de mi pueblo que me pierdo, cómo podemos…

Pues yo te lo digo, que de lo que tengo aquí de bueno lo veo allí de su lado malo, pero que de lo que tengo allí de malo lo veo aquí de su lado bueno.

Es un lío, ya lo sé, pero la voy a liar un poco más, que no es a uno al que le pasa eso sino que a todos nos pasa sin excepción, aunque no te vengas a Valdanzo, aunque te quedes en Madrid, aunque no te vengas a Madrid, preso en Valdanzo. Y además te lo voy a liar un poco más, porque todo eso le pasa tanto al pastor como al ministro, y no solo eso, porque también le pasa al pastor que trepó y trepó hasta el sillón del ministro como al ministro que se cayó de su sillón y a saber por dónde para. A todos. Pastores, labradores, ministros y reyes. A todos.

Bueno, ¿Y qué?

Pues al grano, que de un lado se deje en paz y tranquilidad de una vez al Cerro de los Moros (¡qué pesadez de Cerro!) y que se lleven todas esas viviendas al Cerro de los Ángeles, entre Getafe y Vallecas, a su cerro, al de Los Ángeles, Ángeles he dicho, mejor que Moros. Eso de un lado. Y del otro que: la disparatada cantidad de vacas juntas que se quieren poner en Noviercas se las lleven al mejor sitio que se me ocurre: Al Retiro. Y al estanque de las barquitas con el digestato. ¡Fuera barquitas!, ¡venga digestato!

Ya de paso que se lleven de Ólvega todo lo que se tienen que llevar, pero sin depositarlo en Ágreda. Y al Monte del Pardo, ya que pardo, ya que parda la caca, al Monte del Pardo con ella.

Y ya de paso dejaremos al ayuntamiento de Madrid y a su Comunidad Autónoma la tarea de reubicar, vaya palabro, unas cuantas piscifactorías de agua dulce. Que Vozmediano disfrute de una vez por todas de su descomunal manantial. En la fuente de La Cibeles y en el Canal de Isabel Segunda no estarían mal las truchas.

De paso unos cuantos aerogeneradores distribuidos por toda la tarta como velitas de cumpleaños feliz. Y harto ya, me gustaría terminar con todos estos chistes malos y facilones. Me los pusieron a tiro porque no miro para otro lado. Pero necesito algo más, algo que se caiga por su propio peso, por ejemplo: un buen huerto solar en la Puerta del Sol.

Bueno, ¿Y qué?

¿Cómo que y qué? Como que no chapoteo más entre bobadas. Será lo que quieras, que no voy a picar aunque pique. Ya he picado y ahora lo voy a arreglar, porque de ningún modo quiero que Madrid deje de ser la ciudad celeste que no hay otra para dejar este mundo e irse al otro, al cielo.

¿Al cielo de verdad?

Toma, claro. ¿Ahora lo dudas? Y como empuja el chiste, pues lo diré: al cielo de verdad. Y no sé cómo arreglar esto, que si ponemos las vacas en la Puerta del Sol se nos viene a Noviercas la Presidenta y a ver qué pasa con Bécquer y con la corza blanca.

¿Sería eso malo? Anda, compi, dímelo, ¿sería malo eso?

Creo que sí. Tanto como si el alcalde se nos va del palacio de aquí (del palacio nuestro junto al palacio de la Audiencia, en nuestra plaza), se nos va de aquí, decía, al palacio de La Cibeles, menudo palacio. No sé, no sé, pero malo de cualquier manera. Complicado.

¡Qué barbaridad, compi, qué barbaridad! ¡Arregla todo esto, porfa!

Bueno, terminaré de arreglarlo.

¿Cómo?

¡Asno!, si te lo estoy diciendo. Solo me falta una cosita con qué letrita. Es para Valdanzo. Una vez arreglado así todo, todo, cualquier ministro de los de aquí, o mejor un par de ellos (incluso tres o cuatro), derechitos a Valdanzo. Sería bueno que, desde allí, arreglasen un poco las cositas de por aquí.

Fdo: Ángel Coronado

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