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TRIBUNA/ Sobre si el agua de beber es un bien común

Ángel Coronado incide en este artículo de opinión en las causas de la contaminación del embalse de Los Fayos, que recoge el agua, y lo que no es agua, procedente del río Val, desde Ólvega a Ágreda.

TRIBUNA/ Sobre si el agua de beber es un bien común

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Difícil responder. ¿Qué es lo común? Difícil responder también. El aire, todavía lo es. El agua del mar también. De la tierra, del territorio, no cabe decir lo mismo. ¿Es el agua de beber un bien común?
La ley de aguas vigente dice que las fuentes son privadas, pero solo hasta que su corriente sale de la propiedad en la que mana. A partir de ahí deviene pública, esto es, común. De lo cual se deduce que las fuentes y los ríos son comunes y que la lluvia lo es también salvo el tiempo en que moja la tierra en la que nace y vuelve a serlo ya filtrada y oculta bajo la misma. Y por eso, verter en el agua de beber común lo que le impide serlo, no está bien.
Ayer estuve en Los Fayos. Del vertido contaminante denunciado por ASDEN, e intentando reproducir la trayectoria de la inmundicia por esa complicada orografía, pero al revés (partiendo de Los Fallos aguas arriba), ayer estuve en Los Fayos. De Los Fallos impresiona, me impresionó, una especie de cosa indefinida cuyo adjetivo más preciso es kafkiano: “Kafkiano”. Y otro que le gana en precisión tiene su origen en los enormes farallones de áridos conglomerados y verticalmente esculpidos por la naturaleza durante millones de años que abriga, y abrigando agobia, el escaso caserío de la pequeña población. Porque justo en el punto en que los geológicos murallones ceden el paso al antiguo cauce del río Val, se levanta imponente otra muralla humana, quiero decir hecha por el hombre. Geología e ingeniería se dan de la mano aquí en ese pacto al que antes aludía. Kafkiano.
Me documento. Y en la Wikipedia me vuelvo a topar con Kafka. El personaje característico de sus relatos es siempre absolutamente normal. Lo que le distingue de otros es algo parecido al halo redondo en torno a la cabeza de cualquier estampita que distingue al santo del que no lo es. Kafka dibuja ese halo, aunque no en torno a la cabeza, y a partir de aquí, ya sí que no, esa forma de dibujar que tiene, ese halo que dibuja escribiendo, no acierto con él. Se me queda colgado como el sueño denso que no recuerdas. Prefiero recomendar a usted que se lea la Wikipedia después de haber visitado Los Fayos, habiendo leído a Kafka y la denuncia de ASDEN por el vertido de la inmundicia, presuntamente a cargo de una quesería industrial instalada en Ólvega. De lo contrario, le invito a que siga leyendo aquí.
No tuve tiempo ni ocasión de hablar con mucha gente de por allí. Unos excursionistas sobre la pista de coronación de la imponente presa, otros merodeando por las serpenteantes orillas del pantano y dos personas fayenses: una señora tomando el sol que naturalmente no dejó de hacerlo mientras atendía mis preguntas (¿señora, por favor, dónde está el río Val? ¿y qué del Queiles?, ¿y de la presa? y otras cosas de rigor como lo de gracias señora y de nada señor, y luego un señor a punto de subirse al coche que demoró amablemente su intención ante parecidas preguntas.
¿Y de los olores?: pues mire usted, no es tanto eso, no es tanto eso. Sin duda los buenos aires que corren por aquí, se me ocurre decir.
Sin duda, responde. Lo peor es lo del agua, me dice. Antes, mire usted, no había pueblo en España como este de Los Fayos en eso del agua para beber. Justo allí el Val encontraba el Queiles, pero ahora ya ve usted. Y bajando la voz un tanto me dice que son los nitratos. Aguzo el oído y logro entenderle mejor. No es que huelan mal aunque tampoco sean agua de rosas, pero lo malo son los nitratos, y luego está la depuradora de Ágreda, que no depura. Mueve la cabeza y sonríe. Todo amabilidad. Me acuerdo de los estoicos tan laboriosamente resignados sin abandonar su paciente dignidad, Séneca, Marco Aurelio, y el Joseph de Kafka también
El río Queiles, cuyo nacedero en el mismo pueblo de Vozmediano (la inevitable Wikipedia dice ser el segundo manantial más caudaloso de Europa), padece una especie de pecado original materializado en una piscifactoría instalada en el propio pesebre del nacimiento, y es castigado por ello a sufrir una cruel amputación de su curso impidiendo el idílico encuentro con el Val justo allí. “El Val encontraba el Queiles justo allí, pero ahora ya ve usted. Y bajando la voz”, repito, “me dice que son los nitratos”. Me acuerdo de los estoicos y de Joseph también.
El río Val responde a otra historia diferente pero hermana. Nace porque no nace, como Santa Teresa dijese que muero porque no muero. Como el Queiles en Vozmediano, el Val en Ólvega que nace porque no nace. Y de tan recién nacido es que no es todavía río sino acequia y ni siquiera se llama Val sino acequia de la Vega. Y como acequia de la Vega sigue hasta encontrarse con la divisoria municipal entre Ólvega y Ágreda. Ya en territorio del mismo se sigue llamando acequia, pero ahora del Queiles y, como tal, se topa con la población que lo recibe queriendo porque no quiere, como Madrid recibe al Manzanares, como a regañadientes pero a lo grande. Lo sepulta bajo tierra, la tierra de unos jardines colgantes como los de Babilonia pero en pequeñito, con estatuas, quioscos y borduras estilo francés Eugenia de Montijo y Carabanchel. Y de Ágreda nace camino de la depuradora pero ya como el Val que quiere ser el Queiles o como el Queiles que no quiere ser el Val pero le obligan a serlo. Me guío en toda esta toponimia fluvial en los parcelarios de rústica catastral que, si en algo fallan no es de por sí, que el catastro ni quita ni pone rey pero ayuda a su señor, y su señor es el señor que bautiza sin perjuicio de que todo cura como todo señor pueda errar. Y terca como una mula la Wikipedia vuelve a terciar. Resulta que en Castilla al Val se llama Cailes, mientras que en Aragón se llama Val, sentencia Wikipedia.
ASDEN dice: “Respecto al origen del vertido, ASDEN ha apuntado que presuntamente está en la fábrica de Quesos Saioina S.L, ahora denominada Ólvega Lácteos Naturales SL y también vinculada a los propietarios de la empresa Valle de Odieta SCL, en tanto que es la única empresa cuya actividad se relaciona con las características del vertido: olor y color a suero lácteo, y también porque es la responsable de vertidos semejantes en años anteriores.”
Y termina su denuncia diciendo: “En defensa de la CHE, hay que decir que a partir del año 2019 tiene instalada una cámara e instrumentos de control del vertido de la depuradora de Ágreda, que curiosamente había retirado hace más de dos meses y que ahora ha vuelto a poner, y también en la desembocadura del río al embalse de El Val” (El Mirón,

La denuncia de ASDEN te quita el hipo, pero lo que verdaderamente quita el hipo, si lo miras bien, es que una denuncia de tal calibre se quede ahí, y es por esto que, aparte de lo antedicho, a toda esta historia llame kafkiana y pueda interesar a Noviercas también.

Fdo. Ángel Coronado

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