Ricardo Pérez: "el pastor nace, no se hace"
Soria ha revivido esta fin de semana el sabor de la trashumancia, una de sus señas de identidad durante siglos, con el retorno de un ganado trashumante desde los pastos de invierno, en tierras extremeñas, a los de verano, en la comarca soriana de Tierras Altas. Ricardo Pérez es uno de los últimos pastores trashumantes.
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Lo que fue la ganadería en Soria, con el Concejo de la Mesta, y lo que es ahora, siglos después, lo reflejan los números. La provincia de Soria llegó a tener 333.558 ovejas merinas en el siglo XVIII, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, y estuvo a la cabeza en número de ganaderos trashumantes con 3.415. Hoy apenas quedan dos ganaderos trashumantes en Tierras Altas, cada uno con un rebaño de 1.200 ovejas.
Ricardo, José Mari y Basilio Pérez, tres hermanos de Navabellida, son los pastores trashumantes que este año han conducido el ganado desde Trujillo a Soria, en tres camiones –asi se hace desde 1995 en el que se dejó de utilizar el tren-, y desde Soria a Oncala, a pie, dentro de la iniciativa turístico cultural “Somos Trashumantes”, organizada por la Mancomunidad de Tierras Altas.
El otro pastor trashumante de Tierras Altas es Eduardo del Rincón, de Los Campos, que llega desde Brazatortas (Ciudad Real)
Todos ellos llevan toda una vida dedicados a este viejo oficio, al que llegaron por tradición familiar.
En el caso de Ricardo Pérez y sus hermanos, la tradición familiar se remonta al siglo XVII. Este año, en la trashumancia desde Soria a Oncala han tenido un poco de todo, según ha repasado Ricardo en la fiesta de la trashumancia
- Hemos tenido un poco de todo. En Soria, para empezar, se nos marcharon las ovejas del corral por la noche. Además, cuando empezamos la marcha, empezó a llover y se cambió el recorrido a las ovejas. Las ovejas tienen memoria y aunque extrañan entrar del campo a la ciudad, saben el sitio. A las ovejas pisar el asfalto les da pánico. Pasamos un rato, media hora, que pensábamos que no salíamos. Luego tuvimos un pequeño percance al llevar a Mariano Vicén, porque los niños salieron, que para ellos es una novedad ver las ovejas, y empiezan a vocear, no con mala fe, y las ovejas se volvieron. Luego tuvimos agua todo el camino hasta Garray, nos mojamos todos, porque íbamos sin ropa de agua, pero luego el resto del camino ha ido bien.
- Esta jornada inicial refleja la dureza de este oficio…
- Por un lado, viene bien para que la gente que viene de fuera, como acompañantes, que sepan lo duro que es ser trashumante. Ese día nos mojamos, pero al mediodía nos cambianos, Antes te mojabas y hasta por la noche que no te podías cambiar, ibas mojado todo el día.
¿Cada dia quedan menos en este oficio?
- Ya sólo quedamos nosotros. Este oficio está en peligro de extinción.
¿Qué han podido aprender los que han venido a acompañar al rebaño trashumante?
- Aprenden algo pero en dos días es poco. Es una experiencia pero para coger un conocimiento del pastoreo, es poco. El pastor nace, no se hace. Es un oficio que vas cogiendo conocimientos y te hacen con ello. Conozco jóvenes que se han metido con ganadería, por las subvenciones que les dan, pero están cinco años, y para que siga uno, de diez, nueve se retiran. El que sigue es el que viene de tradición de pastores. Es un oficio esclavo y para las nuevas generaciones, lo veo negro. No hay horarios ni festivos. Hay días que no haces nada, pero hay otros en las que las venticuatro horas son insuficientes.
¿Y da para vivir?
- Hombre! Si lo trabajas y te gusta, te da para vivir, pero no para hacerte rico. Es una forma de vida.
- Lo habrá heredado de sus padres?
- Que yo tenga conocimiento, venimos desde el siglo XVII. Mi tatarabuelo fue trashumante, mis abuelos, mis padres… Lo que tenemos de bueno es que conservamos la genética del pasado, que ya hay pocas merinas auténticas.
Y en este tiempo, hasta que punto han cambiado las cañadas, los cordeles…
- Cañadas hay en ciertos sitios donde se han recuperado. En Extremadura, por ejemplo, donde hay muchas dehesas, han expropiado y siguen las cañadas. Pero desde Talavera de la Reina para arriba, ya son parcelas más pequeñas, donde no han hecho obras, han labrado o han hecho una carretera… Cañadas no quedan.
- Se acostumbra uno a este estilo de vida?
- Se acostumbra uno porque te has hecho de pequeño y ya te gusta. Pasa como las palomas y las grullas, que lleva la época del otoño de irte a la tierra cálida, y se van. Pasa lo mismo con las ovejas: cuando llegan el otoño están deseando ir para abajo. Somos igual que las aves migratorias.
- Le queda ya poco para despedirse de este oficio?
- Sí, poco, Vamos a ver si aguantamos dos años más.