Los gorriones desaparecen
Juana Largo alerta de la desaparición de los gorriones y de otras especies, tanto animales como vegetales, sustituidos por otras especies importadas de la mano del hombre, ante la falta de sensibilidad de la sociedad, impasible en ocasiones ante el avance del cambio climático.
Agravio a nuestro Santo Patrón
Los gorriones desaparecen
Lo primero de todo que hay que decir es que pudiera parecer de pijos el solo hecho de preocuparse de los gorriones de nuestras ciudades y poblaciones diversas en las que han pasado ya tanto tiempo, de tanto estar sin estar, es decir que, de tanto verlos, se nos han hecho invisibles. No es de pijos hablar de esto y, de parecer que no existen en nuestros medios urbanos, hay que pasar a que realmente existen. Cada vez menos, este es el problema, pero existen y la cuestión es que están desapareciendo. Ya hay cierta alarma social al respecto, pero sobre todo por parte de los ornitólogos y naturalistas y ecologistas…
Sin duda que están en peligro de extinción.
Hay que tener en cuenta que ahora no están en riesgo solo los gorriones. Que hay muchas especies tanto de animales como de vegetales que están extinguiéndose y que son, aparte de eliminados, siendo sustituidos por otras especies importadas –muchas veces fraudulentamente- que desplazan a las autóctonas y hay en ello intervención de la mano humana. Bien por nuevos cultivos, de agro-ganadería, bien por camino de intencionalidad de mal obrar de algunas personas. Es viejo decir ya que el medio se está deteriorando. Todos lo sabemos, y mientras hemos visto a nuestra fauna, en ella la avifauna, en ocasiones desaparecer, hemos visto que una nueva y densa fauna o naturaleza invasora ha obrado en este perjuicio. Parecerá una moda, como pudiera ser en los humanos el llevar las camisas a flores, pero la naturaleza suponemos que no atiende a este tipo de modas, que suelen estar impulsadas en aras de los mercados y productos tóxicos del planeta. Estamos cambiando de camisa todos. De unos pocos años a esta parte, los entornos del planeta, para la explotación comercial, están siendo modificados. Con ello no solo se perjudican los hábitats sino asimismo los humanos. Y lo cierto es que no todos ellos están conformes con esta modificación. Ya sabemos que los ecologistas tienen mala fama, pero los ecologistas suelen atender los problemas que se nos presentan y a veces con bastante antelación.
Una, que escribe esta Tribuna lleva ya años oyendo el mismo mensaje: que la naturaleza se encuentra en peligro, que está en tiempos críticos y pasa que muchos ciudadanos no se percatan del problema por la actitud pasiva que muestran frente al medio ambiente. La sensibilidad con el problema brilla por su ausencia; sobre todo se rechaza a esos emisarios que nos dan mensajes de SOS en relación a las especies y se llega a politizar al emisario o a cualquiera de los que protestan porque les están afectando fuerte en sus intereses económicos a algunas personas que luego dicen que el cambio climático es un invento woke y de la izquierda política para establecer el comunismo… ¿Así andamos?
Y es que los que se creen estos bulos temen por no solo su orden industrial y del sector primario, sino que se mueven o actúan como ecos ante las “barbaridades” que aquí y allá citan los naturalistas, los ecologistas y los conservacionistas. ¡Hala, a seguir produciendo! ¡Olé y que siga la producción y que viva el continuo consumo de los productos que se le han escatimado a la naturaleza!... Pero la naturaleza ya no da más de sí.
El cambio climático y no por autorregulación natural, es una evidencia y vendrán tiempos peores. Mientras no explota todo el mundo de fauna y flora de la vida, los humanos siguen trabajando con la vieja máxima de “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente” y se hace caso a la cita también religiosa de que hay que dominar a la naturaleza y hay que ser dueños de ella, tal que si estuviera a nuestra disposición, y a eso nos llevan las consignas bíblicas, a que nos creamos dueños de la naturaleza y a que creamos que podemos hacer con ella lo que nos da la gana, casi siempre por hacer crecer nuestras cartillas. Bueno, pues todo este tinglado es un error, en primer lugar, de educación, en segundo lugar, de escasez en la sesera, y en tercer lugar que la industrialización por la industrialización no conduce más que a horror. Mutaciones que se están dando en esos campos de la naturaleza, son aberrantes e insanas.
A veces nacen animales que son verdaderos monstruos propios de un taxidermista que los quisiera tratar para que lo veamos. He aquí por qué tenemos que defender al gorrión común, porque forma parte de esta escala de seres que, con la brutez humana de las ciudades, los productos tóxicos y la sustitución de la fauna y botánica con las especies invasivas, está transformándose o mutando, hasta genéticamente e influyendo en los humanos… ¡Vivan los reyes de la trompeta!...
Ese pajarillo tan entrañable de nuestros medios de las ciudades, ese pajarillo que pesa alrededor de 30 gramos y mide de 14 a 16 centímetros de longitud total, parece un enemigo nuestro, el “Enemigo”, por antonomasia, pero tan perjudicial que se le quiere hacer ir a la consumición total. Y esto no es de recibo. En nuestros tiempos casi todo el mundo está informado. Otra cosa es que se actúe de mala fe. Ya cansan.
Fdo: Juana Largo