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TRIBUNA/ Las verdades y las mentiras

Ángel Coronado reflexiona en este artículo de opinión sobre la realidad de las verdades y las mentiras y concreta la reflexión en la guerra abierta entre Israel y Gaza, donde da igual la nacionalidad, lo que importa es rechazar la violencia.

TRIBUNA/ Las verdades y las mentiras

Se dicen muchas cosas que no son verdad, y eso lo sabe todo el mundo. La mentira es tan antigua como la humanidad. Pero hay cosas que se dicen que no son mentira ni tampoco, esto es curioso, ni tampoco verdad. La verdad es vulnerable, pero la mentira no, al menos no tanto. El campo específico y acotado en el cual ambas categorías conviven de tú a tú, es el personal. Acaso podría decirse que ese coto, ese ring en el que ambas contienden es el de la propia conciencia, o más precisamente el de la consciencia. Ni a la mentira ni a la verdad les basta con saber. Ambas necesitan, además, el saber que saben, el ser conscientes del saber. Y es en ese campo privado y concreto de convivencia donde la verdad y la mentira se entienden o se agreden, en suma, donde son recíprocamente vulnerables. Fuera del mismo, no.

En el ámbito común, político, social, en el ámbito propio del ser gregario que somos, la verdad es tímida, discreta y vulnerable. Y sin dejar de ser cierto que antes se coge al mentiroso que al cojo, hay mentirosos que corren como liebres sin conocer al galgo que las coja. La verdad no corre. Se diría que se la lleva en sillita de ruedas o en andas, como a la figura sagrada de una procesión y bajo palio. La verdad, esa que se deja ver o se deja, iconoclasta, esconder, es suficiente, altiva, orgullosa, narcisista y a veces hasta creída, incluso víctima de su elevada posición. Porque puede, se diría a ella misma. Porque puedo y lo valgo, se diría

Y es en este punto en el que conviene repetir que hay cosas que no son mentira ni verdad. El ámbito propio de las mismas (Ortega lo decía), es la circunstancia, esa especie de mochila que la espalda de todo curro soporta.  Y no me refiero con esto a esas verdades a medias, aunque la verdad verdadera mundial o químicamente pura no exista. Tampoco me refiero, pues, a esas cosas que, teniendo más de un noventa y nueve por ciento de verdad (por citar un porcentaje abierto a cualquier discusión), se puedan llamar mentira por algún puritano justiciero o por cualquier tergiversador, ni tampoco nos referimos a esas mentiras piadosas del médico que, por buena disposición ante los sufrimientos ajenos le dice a un desahuciado justo aquello que al mismo puede consolar. Nosotros a esas cosas las tenemos como verdades y así las consideramos.

En definitiva, entre todas las cosas que haya en este mundo de las que se pudiese decir que no son mentiras como tampoco verdades, hay una sobre la cual ando ahora merodeando por el alrededor de sus alrededores.

El otro día estuvimos merodeando por el alrededor de los alrededores de una manifestación pacifista en contra de la guerra entre judíos y palestinos. Y había en ella una pancarta sostenida por una persona, un hombre joven, y en la pancarta se podía leer algo de lo que no podemos dar cita precisa ni esa precisión es necesaria. Escrita en nuestra memoria decía: “Soy judío y condeno la violencia

En ese mismo día o en algún otro de por el alrededor de sus alrededores, la prensa del día sostenía otra pancarta de la que ahora sí, puedo dar cita precisa y concreta. Decía literalmente esto:

EEUU avala que Israel intensifique los bombardeos en Gaza. Estados Unidos cree que Israel debe alargar la guerra de Gaza hasta cumplir sus objetivos ante lo que Tel Aviv ha redoblado el bombardeo de ese territorio palestino. Sin embargo Washington aconseja a Israel que retrase su ataque

Nos parece que ha llegado la hora en la que algo que se le parece a la verdad ha sido descubierta en este basurero. Y ese algo que se le parece a la verdad es la mentira vergonzante que sí, acaso muy a su pesar, nos deja entrever ese algo verdadero a través de su insolente falsedad pregonada a voz en grito. Ni es cierto que EEUU avale la guerra de Israel ni Tel Aviv ha intensificado ningún bombardeo sobre Gaza, como tampoco es cierto que Washington aconseje nada. Lo verdaderamente cierto (o lo ciertamente verdadero) es que un matón de nacionalidad norteamericana de nombre y apellidos concretos sostiene una pancarta en la que avala a otro matón de nacionalidad israelita provisto igualmente de identidad que sostenga otra pancarta en la que ordene que se intensifiquen  los bombardeos en Gaza. Y el matón israelita la sostiene.

Nadie desmiente tampoco otras pancarta que nos dice que miles de niños de carne y huesos concretos mueren descuartizados después de haber visto a sus padres morir igual y concretamente descuartizados.

No hemos visto más pancartas que interese mencionar ahora ni aquí, pero imaginamos que andando un poco más por ese alrededor de los alrededores de la verdad podríamos leer algunas que dijesen: “Soy norteamericano o ruso, ucraniano, palestino, del Yemen. del Sudán del Sur o de donde usted quiera imaginar que soy, pero condeno la violencia.

Fdo: Ángel Coronado

 

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