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TRIBUNA / Blancos y negros. Ovejas y garbanzos

Ángel Coronado incide en este artículo de opinión en el caso del cura de Don Benito, en Extremadura, y de las situaciones en las que decisiones de una persona afectan a todoa una cadena.

TRIBUNA / Blancos y negros. Ovejas y garbanzos

Cuando en una cadena falla un eslabón, las consecuencias que siguen afectan a la cadena. Cuando en un rebaño aparece una oveja negra, las consecuencias que siguen afectan al rebaño, y cuando en un montón de trigo aparece una hormiguita y se lleva un grano, las consecuencias que siguen afectan al montón. Y cuando no eres ni eslabón, ni oveja ni grano, a ver si no eres gregario de algún otro montón, porque no te quepa duda, lo eres tanto como monta y montas tanto como eres. Lo queramos o no, todos somos gregarios. De diferente maneras, pero en tanto gregarios, sin remisión. Y también San Saturio ermitaño, que a fuerza de soledad y no teniendo ni pies que llevarse al suelo también (anduvo) andó.

Don Benito, Extremadura, cabeza de Soria, dicen que pura. No es posible citar el caso de Don Benito, de su cura, de su amigo y de la droga que entre los dos, al parecer, repartían previo pago de dicha mercancía, no es posible repetir ese dicho, decía, sin acompañarlo de alguna monserga que lo justificase,  monserga que tan solo parece serlo, cuando solo es toque previo de quien afina un instrumento a tocar. Se trata de una pieza de difícil toque precisamente porque parece fácil. El mérito de un concierto no radica en Beethoven ni en Bach. Ni a uno ni a otro afectan torpezas o aciertos en el toque de un saxo bueno ni malo sino tan solo embajador del genio compositor, porque a ninguno de los dos genios les hace falta el violín que usaron para hacerse genios, ni a Granados guitarra ni a Falla jardines ni al maestro Rodrigo Aranjueces. Todo eso nada tiene que ver con genio ninguno sino con todo el cuerpo de intérpretes, instrumentos, salas y conciertos, orejas, muchas orejas de muchos oyentes y con tantas cosas más que marea solo pensar en ellas, sean éstas las que fueren o quisieran ser, que por mi parte afino y toco lo que deba porque me toca el hacerlo sin más. Y no añado todavía una cosa porque todavía no quiero añadirla, pero que de aquí a poco añadiré.

En primer lugar y casi diría que en el último también, sólo querría referirme a ese eslabón, esa oveja o esa hormiga que citaba de una forma inicial, iniciática si se quiere, exclusiva, genérica, abstracta y aislada, sí, pero rodeada también en lo posible de todo el equipo (inicial también) aséptico, médico, asistencial, múltiple y necesario al cirujano para intervenir en la víscera, atento al grano y a su propia intuición, saber, pulso y mano.

No cito, por suponerlo asumido, el absoluto respeto por todo lo que las autoridades competentes en el caso estén haciendo sin duda y puedan hacer como profesionales de un Derecho, el Derecho Positivo, el Derecho que responde a ser Positivo por eso. Me refiero a otra cosa, o mejor, al curioso nombre de tal cosa o de tal conjunto de cosas. Porque sin responder al Derecho, al Derecho Positivo citado, pertenecen, según creo, a otra clase de Derecho al que llaman Natural. Se les llama con el curioso nombre de juicios, “juicios de valor”. Como si fuésemos jueces, no de oposición pero sí de valor, jueces de valor actuando en nuestras salas de valor con nuestras puñetas, nuestras audiencias de valor, abogados de valor, sentencias de valor, jueces valerosos y sentenciosos, presuntuosos de inocencia sentenciando valerosas sentencias. Vamos, profesionales de otro derecho al que se llama Natural. que no es profesional sino propio del ser humano por serlo. Lo llamaríamos de buen grado Derecho Propio, Derecho Humano, quitándole la condición de plural a éste último, no por nada sino por ver si se observase por decirse o llamarse un Derecho Humano en lugar de un montón de derechos humanos que no se cumplen. O se cumplen o les cambiaremos el nombre y encima los escribiremos con letras minúsculas.

¿Derecho de todos sin profesión alguna? ¿Derecho de un niño sin estudios? ¿Derecho de un viejo jubilado? ¿Derecho de un “sin Techo”, “sin Partido”, “sin Nada”?

Mala definición, pero no tenemos otra. Llámelo usted como quiera. Derecho Moral, Humano, Propio de nuestra condición de seres gregarios de la única especie que todavía pervive, dicen que Sapiens, de cualquier raza, color, o credo. Nosotros preferimos llamarlo Derecho Natural. Y decimos “nosotros” porque somos muchos los que pensamos así, incluso todos aquéllos que caben en la conciencia de cada ejemplar de nosotros, de nuestra especie, la que se dice Sapiens.

Por último solo restaría exponer algo obvio que suele obviarse, a saber, la diferencia entre un juicio de valor expuesto por un ser humano cualquiera y un juicio sentenciado por cualquier juez.

Acerca del caso del sacerdote, su amigo, la droga y el pueblo de San Benito nos interesa exponer el siguiente juicio de valor: bien podría el obispado de Plasencia, aparte de tener esperanza en el futuro, emitir su propio juicio para bien del pueblo de Don Benito (rebaño entero) y de cualquier otro montón, pueblo, rebaño del ancho mundo, que para esperar sentencia esperanzados, todos estamos sentados. Y bien podría también, para cuando llegue la ocasión (que ha de llegar), observar el más absoluto respeto por la sentencia que algún juez habrá de dictar.

Y todo ello nada más ni nada menos porque cuando en un rebaño aparece supuestamente una oveja negra (otra cosa sería lobo feroz disfrazado de abuelita), las consecuencias que supuestamente siguiesen afectarían al rebaño, en este caso al pueblo de Don Benito y al de cualquier otro pueblo del ancho mundo. 

Fdo: Ángel Coronado

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