Un poblado "excepcional" de la Edad del Bronce en Velilla de Medinaceli
Por cuarto año consecutivo, el equipo dirigido por Marian Arlegui está llevando a cabo una nueva campaña de excavación arqueológica en el yacimiento de El Alto de la Coronilla, en Velilla de Medinaceli, que se encuadra en un proyecto más amplio de investigación sobre la Edad del Bronce en el Valle del Jalón.
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Este yacimiento se ubica un corredor que facilita la comunicación entre los valles del Ebro, el Duero y el Tajo, lo que le convierte en un punto decisivo de comunicación cultural a lo largo de la historia.
Los trabajos arqueológicos del yacimiento están documentando, mediante la excavación arqueológica, prospecciones geofísicas, geotécnicas, eléctricas y magnéticas, así como con diversos estudios y análisis de materiales (fauna, resto de madera de construcción y pólenes), un poblado de la Edad del Bronce pleno de unas características hasta ahora inéditas en el interior peninsular.
La fecha obtenida mediante radiocarbono es la de 1800 antes de Cristo calibrada, que fecha un derrumbe parcial de la muralla en su cara interna.
El primer aspecto inusual es el gran tamaño del poblado, de seis hectáreas, que asegura que albergó a un número de habitantes muy elevado respecto a etapas anteriores, así como a su ganado bovino y ovino. Igualmente excepcional resulta que todo el espigón triangular que ocupa estuviera completamente amurallado, incluso en aquellos lugares que los escarpes del cerro podían haber constituido una defensa natural.
La muralla, según se descubrió en campañas anteriores, tiene una anchura variable de entre cinco y seis metros de grosor, con mayor anchura en la base, ya que el modo de construcción con grandes bloques de piedra se realizaba en seco, es decir, sin ningún material que las trabara.
Esta estructura rodea en casi un kilómetro todo el perímetro del cerro de La Coronilla de Velilla de Medinaceli.
Este esfuerzo en la construcción de tan potente sistema defensivo indica de nuevo que la población que lo construyó y que habitó el poblado era numerosa.
Es interesante destacar que para ello es necesaria una organización jerárquica estructurada y una estructura social definida y compleja. Por supuesto, se construyó en un tiempo de intensa tensión social y política, ante una amenaza violenta procedente de otros grupos humanos o por una presión de fuerza de los propios habitantes que fueran los agresores.
El sistema defensivo hallado es desconocido hasta la fecha en un entorno amplio de comparación, que abarcaría las provincias de Soria, Guadalajara y Zaragoza.
Tras un derrumbe parcial de la muralla se realizó una obra de contención. Sobre todo ello, se instaló una cabaña con extremos redondeados tras crear una superficie de barro apelmazado que regularizara la muralla que sería su suelo. En un tramo conservado de la cabaña quedó visible un banco corrido. Esta forma de construir y los materiales empleados relacionan el yacimiento con formas constructivas de áreas del Mediterráneo español.
La cabaña sufrió un potente incendio en uno de sus extremos y probablemente fue abandonada. No obstante, sobre el derrumbe desigual que prosiguió se construyó otra estructura aún en estudio. En su interior se ha recuperado un molino de mano, una cerámica de almacenaje que volcó y se fragmentó al caer, otro recipiente cerámico de tamaño medio y otros fragmentos cerámicos.
En esta campaña se ha concluido la excavación de un basurero, un área determinada en donde vertieron recipientes cerámicos que se rompieron, restos de comida, tanto carne de animales domesticados como cazados, tal como ha demostrado el análisis de los restos óseos de fauna.
Asimismo, se ha iniciado el trabajo de excavación de una construcción de aproximadamente 20 metros de diámetro exterior y entre 15 y 16 el interior, cuya función se determinará en la próxima campaña, cuando se avance en su excavación. Sí se ha comprobado que cuando la estructura dejó de ser utilizada y se derrumbó fue utilizada como basurero.
Un entorno con recursos naturales
La situación estratégica en lo defensivo lo es también en cuanto a la disponibilidad de recursos naturales.
Una plataforma intermedia entre el río Blanco y el yacimiento pudo ofrecer buenas condiciones para la agricultura de cereal y en las proximidades se hallarían pastos y áreas de sotobosque para ambos ganados y para la recolección de vegetales silvestres.
Uno de los restos de madera hallados corresponde a pino lo que, aun sin tener los resultados de los análisis de pólenes, señala un régimen de lluvia diferente al actual. El abastecimiento de agua se obtenía, además de la lluvia, de dos manantiales muy próximos a media altura en la ladera del yacimiento.
La excavación ha sido autorizada y financiada por la Junta de Castilla y León con una inversión de 9.680 euros.
Además, ha financiado los análisis que se están realizando de pólenes con una inversión de 2.662 euros. A.I. Ortega y L. Bermejo, técnicas del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), han realizado trabajos de comprobación sobre los resultados obtenidos de las prospecciones de tomografía de resistividad eléctrica y georradar así como de los sondeos mecánicos con recuperación de testigo que se practicaron en 2017.
El equipo también cuenta con la importante colaboración del Ayuntamiento de Arcos de Jalón, entidad especialmente sensible en la investigación de su patrimonio cultural, que resulta imprescindible para el desarrollo de los trabajos.
Esta mañana, acompañados de Marian Arlegui, han visitado el yacimiento el jefe del Servicio Territorial de Cultura y Turismo, Carlos de la Casa, y la arqueóloga territorial, Elena Heras.
El yacimiento de La Coronilla
El Alto de La Coronilla se sitúa al norte de la localidad de Velilla de Medinaceli, en el corredor del río Jalón, lugar de tránsito a lo largo de toda la historia, entre las mesetas del interior peninsular y el valle del Ebro.
El cerro de La Coronilla es una de las elevaciones destacadas de la zona (1.177 metros sobre el nivel del mar) y se corresponde con el extremo adelantado de un páramo que es bañado en su base, al este, por el río Blanco y de noroeste a sureste por el arroyo menor Mingo Rando, que desemboca en el Jalón. El yacimiento se eleva 177 metros sobre el curso del río Blanco.
La cuenca del río Blanco está clasificada como de gran potencial hídrico por la abundancia de sus reservas acuáticas subterráneas. En general, en toda la comarca del Jalón la gran permeabilidad del suelo hace que exista una gran circulación subterránea que carga las aguas de elementos minerales, como los salinos, tan necesarios para la vida. La sal, en Salinas de Medinaceli y en los próximos yacimientos de Guadalajara en Imón o Sigüenza, por citar los más próximos, tuvo una importancia señalada en la Edad del Hierro. Los investigadores suponen, a falta de estudios, que en la Edad del Bronce estos afloramientos o yacimientos salinos tuvieron también una importancia decisiva.