La historia y las mujeres
Juana Largo reivindica en este artículo de opinión el papel de las mujeres en la historia, sometidas durante siglos al dominio masculino en la sociedad y sus estructuras de poder.
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La historia y las mujeres
La historia, hasta ahora, se ha hecho explotando a la naturaleza y explotando unos a otros hombres, es decir, sometiendo a los demás seres que no eran presuntamente fuertes y sobre los que se ha montado como se monta en un caballo. No solo las bestias han servido a ello, sino antes y aun ahora los esclavos, pero las mujeres siempre, siempre debajo sin poder manifestar su malestar, y cuando lo hemos manifestado, enseguida se nos ha dado la respuesta por los hombres de que somos débiles y que nuestra protesta se debía a mujeres “malfolladas” y que eran unas señoritas en climaterio y que no encontrábamos la plenitud sexual o que éramos eso, mujeres, seres humanos que se movían por caprichos y con los cuales había que tener temple y paciencia porque las señoras, ya se sabe, a veces tienen rarezas de señoritas despeinadas y a ver cuándo se les va el berrinche, pues la vida, y la historia es siempre lo que es, el reino de los señores y de sus esclavos, sean unos árboles, sea un pueblo, sea una queja permanente de ellas, de nosotras porque podemos tener insatisfacciones y nos da ahora la vena de querer mandar un poco, y eso no lo vamos a conseguir nunca, pues dios o quien esté arriba en las escrituras, ha dictaminado que las mujeres van después que los hombres y eso es incambiable y no se puede hacer de otra forma, y ahí están por ejemplo, los líderes políticos que suelen ser hombres y para eso, para gobernar hay que saber mandar, y vosotras no sabéis, pues siempre os vais por los cerros de Úbeda y por las simplezas y por las sensiblerías, cuando el mundo lo que necesita es fuerza y guerra y dominación y un par…
La debilidad de las mujeres es histórica, se ha hecho en la historia, la historia la ha fabricado.
No habría que contar con esas hembras humanas que toman no solo las órdenes de los hombres y la manera de obrar de ellos, sino su propia machura hombruna y estas machembras están descontadas de la verdadera manera de hacer de las mujeres que no están “hombreadas”… y esto, claro, tiene una explicación que puede disculpar a esas mujeres fálicas, que lo hacen sin darse cuenta de que ponen en peligro a toda la especie femenina porque ellas, en particular, quieran ser libres; la realidad les mostrará que quienes mandan son “ellos”…
La cuestión llega a ser económica, teniendo en cuenta que nosotras siempre hemos estado cobrando menos o teniendo menos economía o, incluso, dinero que ellos, que necesitan el dinero para sus grandes campañas…y al estar con menos dinero, eso se ha transmitido a lo largo de la historia y el capital es de hombres bien machos con sus calzones…
Se ha hablado a este respecto de que los hombres deben ser los proveedores y nosotras las receptoras pasivas de los bienes de esos proveedores, para tener la casa limpia y con comida, para ellos, que sufren más físicamente, mientras que las mujeres están exentas de la fuerza bruta de la vida para que el sistema siga funcionando y sean ellas, por ejemplo, las que se dedican a servicios y menesteres de favores sociales y sean admiradas en el arte o en la filosofía o en el vestido de la moda…, aunque su esfuerzo físico no se reconozca, de tal modo que nosotras también trabajamos físicamente y solo hay que dar un repaso a la historia castellana, en la cual las mujeres tenían que llevar no solo lo del campo y los animales sino también la casa, mientras las cuentas y los provechos iban para ellos.
Nada se mueve, y cuando nada se mueve, el machismo crece como que fuera un vegetal, ¿una seta o un hongo?, que crece con el dominio dado a lo hembril o sobre sus costillas y no deja paso a las féminas. Cuando nada se mueve, los machos siguen creciendo en su falocracia y en su poder, pues nos hacen un mundo a su antojo machista.
Algunas veces, es cierto, hay protestas espectaculares, pero es en contadas ocasiones y luego vuelve la presunta calma, pero los falos de los hombres van tomando más medida.
Cuidad cuando queráis saltaros las casillas del sistema y no podáis, porque ellos y sus estructuras, os llamarán locas..., idas, brujas, zorras…, los epítetos de toda la historia eterna que estamos viviendo, es siempre igual, como si esto fuera un mecanismo automático que se mantiene todavía y que siempre, según los hombres, se mantendrá…
¿Hasta cuándo vais a estar así, soportando una historia, y una vida de esa historia que llega en sus hábitos hasta nuestros días y que nos abruma y convierte en una especie de muñecas subordinadas a los hombres, los cuales no tienen intención de cambiar ni un ápice en sus privilegios?
¿Hasta cuándo nuestras instituciones y nuestros usos van a seguir siendo machistas y no podamos cambiar el mundo por uno nuevo en el que las instituciones, las costumbres, sean femeniles, de tal modo que lo femenil nos sea interiorizado con garantías de vigencia y no solo “concedido” como un favor oportuno? ¿Hasta cuándo el imperio de la fuerza bruta para remediar los problemas entre hombres y mujeres?
La Tierra, acaso porque es un sustantivo que acaba en femenino, con la “–a”, debiera encontrarse en mejor situación para ser tratada y sabemos que las mujeres, con la Tierra, no íbamos a ser tan esquilmadoras ni tan inconscientes de tratarla mal… ¡Igual hasta ser ecologista es de maricones!...
La Tierra es femenina y lo que quieren los hombres es someterla, dominarla, como si lo dijeran los genes. Me parece que la Tierra no necesita ese trato de los varones porfiadores de su poder, no necesita el maltrato que sempiternamente se le ha dado y me parece que, ahora mismo, necesita una nueva gestión, ¿para qué estamos las mujeres?... ¡Para vivir!, creo.
Fdo: Juana Largo