Ciborgs y pijos
Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre dos especies de humanos que se dan en la sociedad actual, dominada por la tecnología.
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Ciborgs y pijos
Lo primero que se puede decir bajo el título de esta tribuna, es que todavía hay dos especies de humanos conviviendo en el mismo espacio de la tierra de España.
El cómo han llegado, siendo diferentes, a nuestros días y el haber podido hacer que esta especie de cóctel Molotov dejara de mantener en paz sus destinos, los reforzara y, en cambio, explotara cualquier día, es un misterio de los celestiales, y que los unos (los ciborgs) y los sapiens, los otros, se hayan aguantado en su dialéctica, incluso aunque se enfurruñaran, hace que nos preguntemos si pueden vivir juntos, y el saber que algún día dejaran sus diferencias, lleva a plantearse el problema como una pregunta del millón.
El tenerlos el modelo de uno al lado del modelo del otro, crea problemas morales hondos y bastante insidiosos. Y por ello las relaciones sociales sufren por este encontronazo dado que las dos bandas, por su propio pie, no conjugan cada uno con el otro. Reales –y periciales- investigadores antropológicos actuales se encuentra ahora y muchos días permanentemente, metidos en el ajo de este dilema. De momento existen ya algunas características científicas particulares tanto en una empresa como la otra.
Al colectivo de los ciborgs les han atribuido una manera de ser cuando menos escandalosa; al otro grupo igualmente la otra mitad les ha segregado, no obstante, la cultura de unos y de otros, podría llegar algún día a un acuerdo y ambos fumarían la pipa de la paz.
Los primeros se pueden distinguir enseguida porque, aunque vivan en bloques de pisos en los cuales pudieran darse hasta los resorts, y funcionen en las entradas de los bares contándose las peripecias de su vida, o sus sensaciones, y porque estén siempre de toma y daca en sus diálogos, y porque manejen y respiren con unos aparatos llamados guasap, y no parezcan más que destinados a seguir lo que venga detrás del uso conativo del guasap, siendo el próximo invento el de aparatos mayores, como pudieran ser la implantación en nuestras sociedades de los propiamente “ciborgs” en los cuales, esta clase, se volcaría con ganas, al ser consecuencia de lo anterior, como el agua en el mes de mayo, en el fango de la tecnología antihumanista y se distinguirían siempre en ser las cobayas de la inteligencia artificial y del soporte que puedan emplear e inventar los malhechores técnicos, mientras los otros, los sapiens toman nota del otro código de hablar y se pondrían a su disposición siempre que no dejaran de ser humanos sapiens.
Los otros no. Los sapiens se apoyan –o al menos lo intentan y por eso hablan tanto de dignidad humana- en el respeto y nunca en las mismas casas de bloques con piscinas y con derroches de agua, donde viven los ciborgs. Y saben que tienen un recurso muy difícil de mantener, como una piedra rara, y que ha costado en la historia mucho tiempo para llevar a cabo la comprensión entre los humanos, un instrumento no fuerte, sino delicado, como es el del arte de la prudencia. Mientras los ciborgs escuchan sus móviles y sus guasaps con música de pasodobles o el himno nacional, sustituyendo al teléfono (antes tan importante) por el disco de moda que no deja de funcionar y que se llama “inconsciencia” y “nada de reflexión”. Algo que, por otra parte, les encanta a los sapiens, y que están todavía dispuestos a razonar, no a seguir con inercia el camino de los inventos audiovisuales y electrónicos que tenemos, donde lo lógico es no enterarse uno o una de nada de lo que le pasa al que se encuentra al otro lado del teléfono, y ni aunque se encuentre al lado, por lo cual, ante la mala fama de los sapiens, habría que hacer algún alegato a su favor…, a los sapiens.
Por ejemplo: Natalia. Natalia es una magnífica persona y psicóloga de Soria que hace unos días se digno a hacerse con un libro firmado por quien suscribe esta nota de tribuna, y diciéndome que ella tenía por costumbre leer todos los días antes de irse a la cama. Y aparte de que me dio una noticia estupenda, dejándome con ánimo en el pecho y esperanza porque acaso algún día los ciborgs sean superados por los sapiens, me dio a entender que el mundo o España en este caso, no es todo él o toda España ciborg, sino que se puede hablar de la calidez y de la calidad de los sapiens siempre con su cultura antigua y moderna mesurada que no busca ni acepta ser o aspirar a ser cosas tan descabelladas como son las del mundo ciborg y la automatización de la mente humana para que seamos dirigidos en los experimentos como ejemplo no de desarrollo y progreso, sino de la sandez de dejarse llevar por las modas y sobre todo por la irracionalidad humana que puede conducir al suicidio de los que la practican…
Pero lo malo no es solo esto, sino también el que veamos a los ciborgs en sitios públicos donde, con un guasap en la mano, o un botón implantado en la cabeza, puedan chulearse y decirnos que eso es el progreso, por ser ellos tan pijos. Esto es el colmo.
Fdo: Juana Largo