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Chapuzas en las travesías.  ¿Tenemos Ayuntamiento?

El ingeniero de caminos y urbanista Ricardo Mínguez contesta en este artículo de opinión a las que califica como "estrafalarias" declaraciones de alcalde de Soria sobre la chapuza de las obras de la avenida de Valladolid. Una chapuza que comparten los técnicos que han participado en esta obras y el propio equipo de gobierno del Ayuntamiento, por no observar las chapuzas que los vecinos si han detectado.

Chapuzas en las travesías.  ¿Tenemos Ayuntamiento?

Muy ilustrativo el artículo de Leonor del Río  del pasado domingo en El Mirón sobre el dejarlo pasar del Ayuntamiento. Pero, en el misterio (no gozoso, desde luego) de las obras de las travesías le ha faltado información. Efectivamente, el 25 de octubre el señor alcalde hizo unas declaraciones sobre las obras-chapuza denunciadas en las que, en resumen, aseguraba con firmeza (“manda güevos”, en su argot) que había que dejar trabajar a los ingenieros y que se revisarían las obras cuando llegue el momento de su recepción por el Ayuntamiento. A mí, como ingeniero y como ciudadano vecino de Soria, esas declaraciones me parecen una solemne tomadura de pelo. Me explicaré.

En primer lugar, ¿qué es eso de que con el carril bici y la nueva iluminación se verán las soluciones definitivas? Las soluciones denunciadas ¡ya están construidas y a la vista de todo el mundo! ¿Quiere decir que con la nueva iluminación se verán mejor los bordillos que impiden abrir las puertas de los vehículos bien aparcados?

¿O, quizás, con el carril bici aparecerán por arte de magia los inexistentes pasos de peatones señalizados con semáforos? Porque en la avenida de Valladolid ya están colocados los semáforos y los bordillos de los futuros pasos de peatones (con las oportunas interrupciones del “bulevar” central), y estos son los mismos que había antes de las obras (con excepción de un nuevo paso antes de la rotonda del Caballo Blanco). Dos tramos de 250 y 500 metros sin ningún paso de peatones intermedio. ¿Es esa la humanización anunciada?

Si no supiéramos que eran declaraciones del alcalde pensaríamos que lo eran de algún bromista beodo. Recuerdan aquello del culo y las témporas.

Y nada se ha dicho sobre los necesarios pasos de peatones bien señalizados en las calles transversales, que deberían estar incluidos en los proyectos y en las consiguientes obras. Y no diga que ya se harán cuando las nuevas calles pasen a ser municipales, porque eso supondría seguras obras de levantado y reconstrucción de los nuevos pavimentos, con innecesarios gastos y penosa imagen de los servicios municipales.

El hecho es que las obras que se están ejecutando carecen, de momento, de elementos fundamentales en una avenida urbana; como dice Leonor del Río no se está transformando lo que era una carretera en una moderna calle urbana con la máxima atención al tránsito peatonal y a los usos propios de las actividades ribereñas, como son la amplia disposición de pasos de peatones protegidos por una eficaz señalización y la correcta dotación de aparcamientos. Por el momento nada puede observarse por esos viandantes a los que les sobra el tiempo (y a los que se refiere el alcalde con impertinente displicencia) acerca del imprescindible arbolado en aceras y separador central o del necesario mobiliario público.

Pero lo que sí se puede observar y denunciar es la incompetencia municipal que se trasluce de las declaraciones del alcalde.

Las obras que se están ejecutando son el producto de unos proyectos que el Ministerio de Transportes habrá facilitado al Ayuntamiento desde su redacción para que éste aportara sugerencias o propuestas sobre los mismos. Y si no se le facilitaron, era su obligación pedirlos, analizarlos e informarlos, ya que una vez aprobados y ejecutadas las obras conforme a los mismos, éstas serán recibidas por el Ministerio y transferidas al Ayuntamiento como futuro titular de las mismas. ¿Pretende decirnos el alcalde que con las obras terminadas conforme a los proyectos aprobados el Ayuntamiento planteará posibles correcciones, cuando son evidentes las chapuzas denunciadas? Si es así como entiende la coordinación con la Administración del Estado ya puede imaginar la respuesta: “muy bien, las reformas las hacen ustedes y las pagan ustedes, o haberlo dicho antes”. Según el señor alcalde ¿quién deberá pagar la demolición de todos los bordillos de jardineras corridas ya colocados y la colocación de otros al nivel del pavimento de las aceras? ¿Se da cuenta del ridículo al que nos expone?

El alcalde ha logrado que se acometan esos proyectos y esas obras. Muy bien, pero ahora debiera dejarse de infantiles comparaciones con partidos de no sé qué deporte y ejercitarse en su trabajo. Si los proyectos tienen errores de concepto y no se ajustan a las secciones tipo presentadas en su día por el Ministerio de Transportes, como parece claro, exíjase su inmediata revisión y la incorporación por el Ayuntamiento de técnicos experimentados que coordinen e inspeccionen los proyectos y las obras durante su ejecución, no cuando finalicen. Ese es su trabajo. Van a ser las principales calles de la ciudad, que no sean nuestra vergüenza.

 Las correcciones o claras mejoras de los proyectos se hacen sobre los planos, no sobre las obras. Item más: es de suponer que el proyecto de la nueva calle Eduardo Saavedra responda a los mismos criterios que el de  la avenida de Valladolid; aún no han comenzado las obras de renovación de las aceras. ¿Han estudiado el proyecto los técnicos y los políticos municipales? ¿Incluye las mismas chapuzas –jardineras corridas impidiendo el uso de los aparcamientos y mantenimiento de los únicos pasos de peatones existentes- que la avenida de Valladolid? Y si así fuera, ¿también en esta obra esperarán a su finalización para advertir de tal error? ¿Es consciente el equipo de gobierno del despilfarro económico que implica esa actitud? Pregunta retórica, claro, ya que se trata de dinero público, de nuestros impuestos.  

No hay dinero mejor gastado que el que se invierte en buenos proyectos (Santa Clara, por ejemplo). De ahí la exigencia de revisarlos para evitar correcciones sobre obras ya ejecutadas. Y eso es válido tanto desde el punto de vista de la economía como del de la seguridad y la eficacia en el cumplimiento de programas y plazos. No se debe comprar un caballo sin antes mirarle los dientes. 

Y, al contrario, no hay gasto más absurdo de dinero que el empleado en corregir fallos de obras que pudieron detectarse en el proyecto. Lo que ocurrirá, por ejemplo, cuando el Ayuntamiento deba restaurar la legalidad y el sentido común en el ya famoso embudo del Paseo del Espolón; el que, por cierto, Leonor del Río olvida mencionar en su estupendo artículo como paradigma del himno municipal PERO LO NUESTRO ES PASAR.

Fdo: Ricardo Mínguez. Dr. Ingeniero de Caminos. Urbanista.

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