Desvivirse por la moda
Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre las tendencias renovadas de la moda, seguidas con obsesión por algunas personas. ¿Estancamiento o ultramodernidad? Dónde está el equilibrio.
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Desvivirse por la moda
Algo que acucia a las personas, en todas las sociedades, es el asunto de la moda. Se supone que desde siempre. No hay comunidad o colectividad o sociedad que sea ayuna de intereses en la moda. Hasta en la China de ahora, es importante la moda. No hay sociedad que solo viva de lo pasado, de la tradición. La moda –como fenómeno de la novedad- importa siempre. Es el tema de que las comunidades no se pueden quedar quietas, sin hacer nada ante los tiempos en los que viven; para eso, en ellas, hay personas capaces de renovar los movimientos de esas comunidades, y algunos –aunque hay muchos intentos- son capaces de polarizar los intereses o los deseos de la población. Son los especialistas en cosas modernas, los que nos hablan de una nueva comunidad que se sobrepasa a sí misma siguiendo las renovadas tendencias, sea en el campo que sea, del momento. Si no hubiera renovación, no habría sociedad, esta es una ley ineluctable. Por ejemplo, un ejemplo escolar: si Soria se hubiera quedado en los tiempos de los numantinos, estaríamos en la nada, ha sido necesario, por combate o sin combate, eso da igual, el que las gentes que poblaron nuestra tierra se fueran amoldando a los tiempos que les venían, para poder ir sobreviviendo. ¡Nos podríamos haber quedado en los tiempos de las cavernas!
¿Cómo va a ser una comunidad siempre igual? Esto es un absurdo, para eso se comunica con otras comunidades en las que aflora la novedad. Luego, que, en los tiempos actuales, para darse esta comunicación, existen los medios de comunicación de masas. Sin ellos no nos enteraríamos de muchas cosas que suceden en los países punteros o en donde sea, pero siempre susceptibles de crear tendencia renovadora.
Las personas, en todas las sociedades, somos sensibles a lo que pasa, y todas las personas consideramos si en el pueblo de al lado labran con una reja o con un tractor. Nos apuntaremos enseguida a lo que nos guste más, y sobre todo a lo que más ventajas económicas nos ofrezca, aquí es donde se introduce el aspecto de la economía. Además de que en las comunidades hay sujetos que pueden ser más o menos sensibles a la introducción de novedades. Los sujetos que tienen papeles secundarios son los más vulnerables. Son los que querrían ser más activos para con lo establecido en su comunidad y los que más reivindican las cosas nuevas, los objetos nuevos.
No es una tontería el asunto de desvivirse por la moda. Es un fenómeno importante de nuestras sociedades de consumo que debería estudiarse un poquito más. Porque a veces, puede extrapolar la economía. Lo de que no es importante lo podrían pensar algunas personas con un poco de soberbia que vivieran o estuvieran bien o cómodamente establecidos en esa comunidad. Los que no estén así, pedirán moda. El conservadurismo o el modernismo son asuntos más bien sicológicos que de otro campo, que ideológicos.
A todo el mundo le gusta ir a la última,aunque no lo parezca, pues todo el mundo es prójimo de los demás y se fija en los demás, hay que ser muy, pero que muy insensible para no tener en cuenta no solo al pueblo de al lado sino también a las personas que nos rodean. Y aquí intervienen también cuestiones sicológicas, que tienen a fin de cuentas una casilla económica.
Lo que sí puede ser obsesivo es el que algunas personas hagan caso exclusivamente a la moda. Que solo a lo moderno atiendan, desvinculándose de la realidad de su comunidad y alzando por su cuenta una comunidad ideal a la cual su comunidad debería plegarse. Esto tampoco es de recibo, claro está. Hay gente en la actualidad que solo vive para esto, y hay personas que están a la liebre que salte en el horizonte del mercado y de los medios de comunicación, gente que se la juega solo por este motivo, que ya no atiende al sentido práctico de su comunidad con tal de seguir una especie de onda más avanzada se supone.
Ni el estancamiento ni la ultramodernidad; existirán puntos medios. Aunque, cuando se establece una moda, los puntos medios hay que tenerlos con respecto a esa instalación del nuevo objeto, ya dentro de su campo, no en otro objeto. Así es que se ha impuesto la moda, lo ha logrado y ahora manda en esa comunidad hasta que salga otra novedad –y las novedades pueden ser a veces trayendo lo antiguo otra vez-. Por ejemplo, vamos al grano, igual no hacía falta aquí tanto detallismo en el discurso: los pantalones de campana. Antes se llevaban en todo el país, por el fenómeno de la moda. Ahora se han eliminado, solo se usan particularmente, no como instituidos en la comunidad. Esto viene a que hace poco vi una foto de unos poetas españoles de los años setenta, que llevaban pantalones de campana, y luego pretenden que su verbo sea intemporal. Era chocante. Y daba que pensar. Ahora los pantalones de campana, o las camisas de flores, no se ven, son ejemplos. Viene bien esta pequeña disertación para pararnos un poco a pensar, no a seguir sin ningún criterio las cosas de las sociedades.
Fdo: Juana Largo