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TRIBUNA / FOES sabe lo que rechaza

Ángel Coronado incide en este artículo de opinión en el reparto del agua que realiza la Confederación Hidrográfica del Duero y el volumen destinado a Soria, así como a los usos que se le da al preciado líquido elemento.

TRIBUNA / FOES sabe lo que rechaza

FOES sabe lo que rechaza. No dice que un territorio de secano deba tener tanto regadío como un campo de ribera. Tampoco dice que los Montes de Toledo deban tener pistas blancas como las de Candanchú. O pescado tan rico en Tomelloso (La Mancha) como en la ría gallega que quieras. No, porque si eso dijese, no sabría lo que rechaza. Sí, porque FOES no dice eso y sí sabe lo que rechaza. Lo que FOES dice es que a Soria no se la discrimina, y que un coeficiente del 0,9 por ciento de su superficie para regar le parece poco porque lo que le parece bien es tres y pico veces más, esto es más o menos un 3 por ciento cuando lo que tiene es eso, uno escaso 0,9 por ciento, para ser exactos. Y si no, mira lo que dice FOES:
“Mientras la superficie de regadío en España es del 7,32% respecto de la de secano, en Castilla y León de 4,76% y en Soria del 0,9%. Un “reparto injusto” para FOES que cree que la provincia debería contar, al menos, con 30.000 hectáreas.”

Echo cálculos para saber por dónde me ando y me sale eso. Treinta mil hectáreas, que viene a suponer un tres por ciento de la superficie provincial. Me parece bien. Se acerca a la media del cuatro coma setenta y seis de toda nuestra comunidad, lo que parece natural dado lo pequeñín del Duero en Soria, Duruelo, que para eso le da de nacer, y de ahí hasta dar el salto al siete coma treinta y dos nacional se guardan las proporciones, dado que nuestra comunidad no se asoma ni al mar, no cuenta con las huertas valencianas, las del Ebro, Guadiana, Guadalquivir, Júcar ni Segura, tampoco con la copiosa pluviometría del norte. Teniendo en cuenta todo esto podemos suponer que una especie de mar con profundidades variables en función de todo lo dicho pero uniforme como el resto de los mares del mundo, que dicho sea de paso, también cuentan con profundidades muy dispares, que de la gran fosa de Las Bermudas con más de diez kilómetros de profundidad hasta el mar de Azov, con sus escasos dos o tres metros no más, podemos suponer, decía, que una especie de mar de aguas dulces se extiende por todo el subsuelo de la península (suponemos que también bajo Portugal) de tal forma que a cada provincia le toca lo que FOES calcula, que para Soria, repito, es de treinta mil hectáreas de regadío, cuando la pobre solo cuenta con nueve mil. Una miseria. Sólo nueve mil. Nos faltan veintiuna mil. Por eso FOES rechaza PHD (Plan Hidrológico del Duero) de Soria por falta de agua (El Mirón, 10/04/2022). Soria veintiuna mil ¡Ya!
¿Por falta de agua?
Por falta de agua no. No andamos, como apóstoles descreídos, chapoteando sobre el lago Tiberíades y a punto de ahogarnos. Una delgada corteza de fértil tierra nos permite corretear sin peligro sobre nuestro mar. Por falta de agua no. Por falta de no sé qué, porque agua, lo que se dice agua, echa cuentas y verás. De Portugal nada sé, pero de nuestra patria sí. Un mar de profundidad variable que, bajo Soria, a una profundidad media de no sé cuantos metros o cientos de metros, está esperando en el subsuelo. Por falta de que alguien venga con una paja, pinche y chupe. Así de sencillo, pinchar y chupar. Por falta de agua no. Por falta de pinchar y chupar sí, a ver si te vas enterando. Echa cuentas y verás: lo primero es que apuntes el agua que quieres chupar en forma de ratio, esto es de litros por segundo y por día. Echa la cuenta. Treinta mil hectáreas a tantos litros por agua y día en un día. Echa la cuenta de un año. Eso por trescientos sesenta y cinco. Y mira el resultado. Tal es, más o menos, nuestro mar. Y lo que saques pues eso, eso es lo que tiene que llover, que para eso tenemos en cada pueblo su calvario, para rezar.
¿Qué no lleve? Pues al calvario a rezar. FOES no ha rechazado nunca, que yo sepa, las rogativas calvarias. Y no creo que las rechace nunca. Por ese lado podemos estar seguros, podemos estar contentos. Por lo menos yo así lo creo. De cualquier forma, y eso es seguro, rezaré. Que allá por arriba las cuentas son otras. Esto es una confesión puramente personal, pero a mí, créanlo como si no, por allá, bien arriba que bien allá, se me hace caso. Que lo sepa FOES y que lo sepa quien quiera saberlo.
Me queda por decir algo acerca de las zonas vulnerables, esas zonas en las que nuestro mar del subsuelo tiene nitratos. Yo no hago caso, FOES, yo no hago caso, pero por si acaso me voy a enterar. A mí es que los abonos con nitrato me privan. Tengo esa debilidad. Además, la verdad es que lo que me priva no es el montón de trigo, cebada, centeno, girasol, patata, colza, forrajes como el alverjón, alfalfa y esparceta (por la remolacha enloquezco), no es eso, es que quiero esos montones cada vez mayores, más y más y mucho más. En rigor, los quiero mayores que los de mi vecino.
Pero me voy a enterar. Y como no quiero callarme nada, aunque vaya contra mí no quiero callarme, tengo muy en cuenta el caso de Fuentecantos y de otros dos pueblines del Campillo de Buitrago de cuyo nombre, no es que no quiera, es que no puedo acordarme (del pueblín de Los Fallos no hablo. No es soriano. No toca. Porque si hablase no podría terminar de hablar del caso de Los Fallos, Aragón) Lo sé. Aunque en el caso de Fuentecantos no, de forma general lo sé. Porque no hay pueblín de nuestra patria en el que sus queridos hijos dejen de reconocer que el agua de la fuente de su pueblo es la mejor del mundo. Por eso sé que en Fuentecantos, no hace mucho tiempo, qué sé yo, no más de diez, quince o veinte años, el agua de su fuente era la mejor del mundo. Bueno, pues ahora dicen, los pobres, que no hay mal que por bien no venga, pensarán, porque ahora los de Garray, los estupendos, ejemplares y caritativos habitantes de Garray, les proveen, a los de Fuentecantos y a los de los otros dos pueblines amigos, de su agua, que, por lo visto, ¡oh milagro!, es aún mejor que la de antes.
Y es que hay una sola verdad verdadera. Y la repito: no hay mal que por bien no venga, queridos amigos de FOES, cosa que de seguro, sabéis.

Fdo: Ángel Coronado

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