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TRIBUNA / El engaño

Ángel Coronado incide en este artículo de opinión sobre el proyecto de macrovaquería, tras conocerse las resoluciones de la Junta sobre las modificaciones de las normas urbanísticas de Noviercas, a instancia de Valle de Odieta.

TRIBUNA / El engaño

Aunque hay diversas maneras de engañar, y muchos posibles engañados, es fácil indicar las formas mejores y más eficaces de hacerlo. El mentiroso y el engañado, se dice a secas como habiéndolo dicho todo. No lo acabo de decir. Pues no, puede haber, o suele haber un tercer elemento que, si bien se mira, es el principal en muchísimos engaños.

Imaginaros que quiero hacer una barbaridad en Noviercas. Parto del hecho de que hay un señor que quiere hacer una barbaridad en Noviercas. Hago como que soy ese señor para verlo todo más claro, porque igual que para ver lo bueno en otro es práctico administrártelo primero a ti, y a ver si ríes, para ver la barbaridad que ese señor quiere hacer en Noviercas hago como que yo soy ese señor y espero a ver si chillo.

Sin más, es el sistema empleado en la confección de vacunas con la sola diferencia de que las autoridades, en este caso las sanitarias, introducen en el protocolo un conejillo de Indias o simplemente un ratón. Por otra parte no es otro el principio moral ilustrado. No es otra la moral de Kant. No digas nunca mentirijillas aunque no decirlas desencadenase la tercera guerra mundial, nos dice Kant. ¡Qué hombre! Víctima, como todos, de las maravillosas aberraciones de la naturaleza.

Pero no. No sigamos por ahí. Nos vamos a quedar aquí, que bastante tenemos en casa como para salir fuera. Es curiosa la propiedad que comparten lo malo y lo bueno. Gracias a ella puedo hacer esto que digo: hago como si yo fuera el otro y a ver que pasa. Lo primero que haré: hacer amistades en Noviercas. Eso no es malo ni bueno, se dijo Bécquer un día de hace unos ciento cincuenta años. Y se puso a ello. Y conoció a Casta. Y se casó con ella. Bendito sea.

El otro día me fui a Noviercas y me dije: lo primero que hago: me trinco amistad con el cacique. No voy a entrar en detalles, pero lo hice bien, porque al punto las Normas Subsidiarias de Noviercas se me rindieron. Necesito una modificación puntual que me permita esto y que se llame la n.º 8. Y otra que se llame la n.º 9 para rematar la faena. Y al Boletín con ellas. El Boletín las captó y se las tragó para el BOP. Como un avestruz de cómic tragándose algo bien sólido y definido que a lo largo del largo cuello del avestruz desciende, así las Normas subsidiarias de Planeamiento de Noviercas y el Boletín descendieron trabajosamente hacia la cavidad estomacal de la Junta de Castilla y León y del Ayuntamiento de Noviercas. Es curiosa la propiedad que comparten lo malo y lo bueno a todos los niveles, porque a la lengua, por ejemplo, le pasa igual. A toda la lengua pero especialmente a la gramática, a las leyes de la gramática, maravillosa y endiabladamente caprichosas y en ocasiones y por ende, frontalmente contradictorias, a la gramática pasa igual.

La gramática es tremenda. Parece inofensiva pero no lo es. Y no me vengan con que la gramática no es nadie, que carece de intención y que no vale para engañar. La gramática es nuestra. Somos gramáticos por naturaleza. Nebrija, Nebrija. Y dale con Nebrija. Nebrija pudo ser usted, o yo, cualquiera pudo ser Nebrija. Ya estoy harto de tanto Nebrija. Nebrija solo se fijó en la forma en que usted hablaba y escribía. Nebrija no es culpable de nada, y si lo es lo será tanto como usted y como yo. Me parece que ya lo he dicho alguna vez, pero no me importa repetirlo. Todos de acuerdo, incluso Nebrija, en poner de vez en cuando la zancadilla. “Hache” muda, zancadilla. Si usted se olvida de ella, reo es. Analfabeto. Así de fácil. Por cierto, ¿”Hache” se escribe “ache”?, porque la verdad, no lo sé.. Nebrija, más que Nebrija. ¡Nebruja! Las leyes de la gramática son así. Y ahora que lo pienso, cualquier ley es así, o por lo menos puede ser así.

Sí, la Ley. Y escribo “Ley” con mayúscula inicial porque quiero, que ya me trajiné al Miranda Podadera. Sin ir más lejos, nuestro premio Nóbel, Juan Ramón Jiménez, se trajinó a la ortografía en cosas que solo a la “g” y la “j” pertenecen. Me parece a mí que para no saber (¿habla el engañado?) no hay nada mejor que una ley liosa. Habla el engañado con su letrado. Habla el letrado con su engañado. Hablan los dos, que no hay profesión más hermosa que la de abogacía ni más vocacional tampoco.

Esto es interesante. Lo de una ley liosa es interesante. Tengo que aclararme algo con mis amigos, los expertos. Lo lioso de una ley. Porque hay leyes liosas y/o, además, liadas. De momento voy tirando. Porque una ley no nace sola. Una ley tiene detrás a la madre y el padre haciendo el encargo a dúo. Pienso en esto y lo veo de una forma particularmente clara en muchos casos, y veo también que la frecuencia de tales casos va en aumento, y también que, al día de la fecha, lo normal en los parlamentos (del parlamento dice un diccionario particular que tengo: alcoba en la que los padres y las madres de la patria encargan sus pedidos), lo normal en sus pedidos, las leyes que nacen de ahí, no son excepcionalmente liosas sino liosas de toda normalidad y solo, excepcionalmente, a veces claras. Animadas siempre de óptima intención, eso sí. En una palabra: las leyes medioambientales son, me parece a mí, liosas de toda normalidad. He ahí su fuerza. He ahí, también su talón de Aquiles. Y busco el talón de Aquiles rebuscando justamente en las Normas Subsidiarias de Noviercas, con mayor precisión en sus modificaciones puntuales (“MPs”) n.º 8 y n.º 9, y dentro de estas dos modificaciones puntuales busco, seguro del encuentro, los guiños que la 8 se gasta con la 9 y enseguida lo mismo pero del revés, aparte morritos comunes a dúo. Porque según lo entiendo a través del artículo de Hacenderas del pasado día 7 de los corrientes (artículo titulado “Hacendera considera insuficientes informes sobre macrovaquería”), la satisfacción de COAG en torno al nivel de garantías ambientales de la modificación puntual n.º 9 (artículo titulado “COAG se congratula del duro revés para macrovaquería”, del día anterior) se queda en agua de borrajas, según suele decirse. anulan por el efecto que las mismas producen en la n.º 8. ¿Qué me tocan la 9?, dice la 8, pues te vas a enterar. Ahora me cambio yo la camiseta. Y ya verás. Y Hacendera va y lo ve.

Esto es interesante, amigos de Hacendera, esto es muy interesante. No sea que un mirlo cante por un canario. Me parece sumamente interesante que dentro del ámbito de su competencia resolutiva o resolutoria, la Junta de Castilla y León se haga un lío entre resolver sobre cuestiones que atañen a las normas urbanísticas de Noviercas o sobre cuestiones directamente relacionadas con los intereses del señor de Odieta, por más, o por mor, o por el saborcillo que deja la cierta y directa conexión entre una cosa y la otra, sobre lo cual no parece haber duda ninguna.

Pero señores de la Junta, para eso están ustedes, para desconectar lo indebidamente conectado. Desconecten ustedes la “MP” 8 de la “MP” 9. Eso lo primero. Una vez desconectado esto, la conexión entre Noviercas alcaldía (de aquí en adelante “Na”) y el Señor de Odieta (de aquí en adelante “SO”), se vería seriamente trastocada. Con este trabajo hecho, y en parte gratis, la evolución ambiental de Noviercas y el disparate ambiental de “SO” se verían considerablemente distanciados/as. Por su parte la Junta de Castilla y León (de aquí en adelante “JCYL”) se vería satisfecha de haber cumplido con su obligación.

No me preocupa en exceso el enfriamiento amistoso entre “Na” y “SO”, único balance negativo en todo este procedimiento. ¡Podrían recomponer su amistad! Se imaginan ustedes , ¡ah!, ¡si fuese posible!  Bécquer: usted tranquilo. Noviercas: vaya en paz, que bien se lo ha ganado después de la temporadita que lleva. “Na” desaparecería  reapareciendo como “Ca” (Caparroso alcaldía), y “SO” en su casa de ídem tal cual o con 23.000 y pico vacas más (Señores de Caparroso, hay quien habla por ustedes y dice que bien, que se pasó por allí, que todo bien).

¿Y “Na” vacante?

Naturalmente.

Fdo: Ángel Coronado

 

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