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Opinión

Y habrá quien diga... 

Ángel Coronado incide en este artículo de opinión en el episodio de los gallos de raza combatiene española desaparecidos en Valladolid y que han terminado apareciendo parcialmente en Soria.

Y habrá quien diga... 

Y habrá quien diga, y con razón, que ante la que está cayendo (y aquí se podrían incluir hasta los cascotes del cohete fallido de Musk (Dios no quiera que nos caigan encima y nos descalabren la cabeza), nos vengamos a ocupar de un gallo de raza combatiente española (sic) con la cresta cortada. Es razonable pensarlo y hasta uno mismo lo piensa, o hasta uno piensa lo mismo. Y que no se piense que acabamos de hacer un regate gramatical o semántico (a llamarlo como quieran), para despistar al delantero que, siempre lo encuentras delante, no te deja meter gol.

Buscamos con ello la expresión de alguien, alguien que pueda ser, indistintamente, uno mismo u otro, siendo y estando ese alguien o ese sujeto siempre dispuesto a cambiar sus papeles expresivos con el objeto predicado y pasivo de la citada frase o expresión. Buscamos la expresión de algo cuyo sentido pueda permanecer intacto, incluso intercambiando las funciones que en la misma frase representan sujeto y objeto. Como quien cambia, en una cifra capicúa, los números que se repiten más delante por los que se repiten más atrás. No lo dude. El problema está en la frase. Articulada o construida ésta, puede hacer el intercambio con total impunidad.

Habrá quien diga, y con razón, que ante la que está cayendo, nos vengamos a ocupar de un gallo, cuando tantas cuestiones y asuntos hay en cola esperando su debida solución. Es cierto, como lo es también que desconfiamos, y por ello rehusamos pertenecer a su grupo, desconfiamos del grupo de los que, antes de ocuparse de algo, hacen la lista de ocupaciones poniendo primero  las preocupaciones (las que por eso mismo se llaman así: “preocupaciones”, ocupaciones previas), esto es, preocupándose primero de la lista de preocupaciones, preocupándose de la lista en lugar de preocuparse de la preocupación y empezando así a construir la casa por el tejado, o contando con que otros les presten los hombros para trepar a su chepa y encabalgados así, caballeros de a caballo, preocuparse ya de las enteras y verdaderas preocupaciones, ocupándose de una vez en estar ocupados y bien encabalgados, como gallos de pelea, en orden alfabético de batalla, fuera ya de toda preocupación. Empecemos por la “A”. A la “W” que la zurzan y a la “Z” que espere.

Nosotros no. Aún a riesgo de poder equivocarnos, que según dicen, rectificar es de sabios. A ese riesgo oponemos fidelidad a un principio que nos parece sagrado. El principio de poner los pies en el suelo para poder andar, aún a sabiendas de levantarlos, al menos uno después del otro mejor que los dos al tiempo de haber pisado (puede pasar) dos lombrices o dos gusanos. Y a la otra, lombriz, gusano, ya veremos, ya chillará.

Sea como fuere, y deseando terminar con esto del gallo, estamos absolutamente de acuerdo con los de PACMA (El Mirón de Soria, Jueves, 16/01/2025 “PACMA pide decomiso de gallos devueltos al clan de Valladolid”). Y desde luego, si acaso llegásemos a enterarnos de que a alguien concreto y con nombre y apellidos le hubiese caído encima un cascote del cohete fallido de Elon Musk, maldeciremos a Elon y al mismo tiempo la mala suerte de que algún cascote no le hubiese caído a él encima de la cabeza y el primero, eso lo primero. Lo segundo, que no hubiese pasado lo mismo con algún que otro cascote más del mismo cohete sobre lo poco que aún le queda de cresta al pobre gallo de pelea combatiente y español (toma tela), y también, que antes a por el gallo que a por la cabeza de cualquier señora o señor de paseo, antes sobre alguna de las bolas de fuego del pobre toro astado en llamas o sobre algún elefante africano antes que sobre la cabeza de algún señor, señora o señorón de caza, príncipe, princesa o inclusive majestad. Hombres y animales, unos y otros, ajenos cada uno al derecho a la vida de cada otro, que para dar y quitar derechos no hay nadie ni nada sino la norma, llámala Ley.

¿Qué Ley? ¿La de los Derechos Humanos, o la de los derechos de los Animales?.

Las dos, hombre, las dos, pero no se olvide de otra, la Ley de los derechos Animales.

Cierto, Me olvidé. Me parece interesante esa Ley. ¿Qué me dice Usted?

Dejaremos eso para otro día. El derecho animal a divertirse con la muerte de un animal es una animalada, sin querer insultar. La humanidad para los humanos. Dejemos la animalidad para los animales, pero la animalada no es propia ni de los unos ni de los otros. Se trata de un tercer reino cuyo nombre ni existe. De forma provisional inventaremos uno para salir del paso. Valga reino Animalesco, reino Bestia, reino Burro, con perdón de los animales, las bestias y los burros.

 Solo nos gustaría poner en claro una cosa que no logramos entender. En la última frase del artículo citado se dice:

PACMA ha solicitado que estos gallos, que no tienen que ver nada con los propietarios de los aparecidos en Soria y devueltos, sean trasladados a un santuario

¿Ingresar unos gallos en un santuario? ¡Por favor! ¡Amigos de PACMA! ¡Por favor! ¡Será una errata! ¡Corregidla, por favor!¡Urgente! ¿Unos gallos?¿Unos gallos de pelea? ¿De raza? ¿De raza combatiente Española? ¿con la que está cayendo y está todavía sin caer y por caer? ¿Y habrá quien diga que no…? ¿Qué no qué? ¿Qué la raza española no es combatiente? ¿Y habrá quien diga que no, que la raza española no es combatiente? ¡A mí la guardia! ¡Que me como a quien lo diga!

Fdo: Ángel Coronado

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