Violeta y paz
Juana Largo incide en este artículo de opinión en la crispación en la que está envuelta el mundo y que también tiene sus ejemplos en Soria y en la necesidad de reconducir el camino en el debate social y político.
¿Por qué actúa así Sr. Alcalde?
Violeta y paz
Leo hace no muchas semanas que dice Miguel Bosé que España está cada vez más crispada… Si nos lo tomamos al pie de la letra, puede ser cierto; si nos lo tomamos en un contexto de violencia mediática en Europa, resulta que es cierto ello por la razón de que el mundo en general (al menos en la parte occidental que conocemos, como en los dos lados del Mediterráneo) se encuentra cada vez más convulso.
Claro, nos decimos, algo debe pasar en el mundo para que esté así. A mí personalmente me afecta como a muchísimas otras personas: “Cuando te la quieren buscar, no tienes por qué tener tú la culpa”, podría decir la gente popular. Es decir, que no es que tú vayas buscando camorra, sino que te la pueden plantear u organizar, aunque tú no lo quieras. Tradicionalmente en Soria –como en otras partes- se han dado momentos de algo de lío. Esto no lo han arreglado ni los curas ni los educadores ni los políticos, menos los socialistas nuestros. ¿No pasa nada anormal cuando casi todo el mundo anda crispado?
Si tanto el río suena, es que agua lleva. Si tanto suena la cosa, es que hay algo en la cosa. Muchas veces, en los últimos años, algunas manifestaciones dadas, tanto en Madrid, sobre todo, como en nuestra provincia, se han visto un tanto extrapoladas por la demanda que hacían al pedir esos manifestantes que se intentaran solucionar algunos que otros problemas. Estas manifestaciones venían a pedir cosas con razón, aunque muchas veces los líderes de la derecha caían en el barro, como si no correspondiera al momento, por ejemplo, de la petición continua de dimisiones del partido en el Gobierno, pero luego, como ha sucedido con las manifestaciones de esa derecha (que, por cierto, usaban métodos que, en sus tiempos de las Cavernas, prohibían la libertad de expresión y manifestación) no se han visto referencias ni conquistado el mundo.
Ahora bien, si buscamos muchas veces razones, y teniendo en cuenta que en este país se puede tener razón por muchas cosas, tanta razón puede tener el votante de Feijóo, que demanda una política nueva, como el demandante de servicios para Soria, no se le puede quitar a nadie la razón, pues razones tenemos todas y todos, desde las Kellys hasta los agricultores sorianos, pero lo malo es dejarse llevar por las batucadas de la exacerbación de los líderes y agitadores, que le hacen perder la batalla al pueblo …o por la calentura permanente de la Oposición en el Congreso… Por eso, no podemos dejar de pensar que el panorama es crítico y esto todo viene de algo. No nos podemos olvidar de que hemos tenido una temporadilla de unos veintitantos años o más si queremos ampliar el plazo, con crisis tras crisis, la de 2008, la de 2012, la del Covid, y las de las guerras, y ahora nos vienen otras, como si fueran las diez plagas de Egipto. Por cierto, una en la que debemos reparar de inmediato es una para la cual los titulares de la prensa no son tan grandes, aunque sea grave. Lo notamos sobre todo por los veranos, con las altas temperaturas. Cuando más nos quejamos es en los veranos. Y es que el cambio climático, que debe ser un concepto científico probado, debe de ser cierto. El cambio climático del planeta no es ningún paripé, y solo tenemos que vivir en este planeta (¿en cuál otro, si no?) para comprobarlo cada año peor. Recuerdo que, una vez, hace años, a Putin le preguntaron sobre el cambio climático en cómo podía afectar a Rusia. Él contestó que mejor para ellos si las temperaturas subían, porque así haría mejor tiempo en Rusia…
Entre los cambios financieros, los aranceles y los de las pestes y los climáticos no es extraño entonces que se irrite el mundo, tanto en el panorama internacional como en el nacional.
Y ya digo, lo malo de todo esto es que, si no buscas tú la discusión, te la pueden buscar otros vaqueros, no hay por qué pensar que se puede dejar de jugar la partida del juego de turno que se presente. Aunque no queramos jugar a algo, el mundo nos hace jugar y tener un papel, casi nadie (menos los mayores y los menores y los enfermos) busca la confrontación –al menos al modo de un adulto medio- pero la confrontación existe…. ¡Vaya si es radical y existe!... Y por ello que sería necesario el cambiar no solo nuestros modales, sino que la agresividad política que nos transmiten los medios, unos más que otros, se calmase un poco, a ver, a ver qué pasaba en el mundo con un paisaje de calma, como relativamente fue el de la pandemia, cuando muchos soñábamos que el mundo cambiaría después y a mejor, cuando muchos teníamos fervor por un mundo nuevo en el que se pudieran solucionar muchos problemas, o al menos esto soñábamos en la pandemia, que nos merecíamos otra dimensión o una cura de los males que habíamos tenido en el pasado, a ver si nos relajábamos todos y sabríamos que un nuevo color, en vez del gris, podría llenar nuestros lugares y pensamientos y acciones, siendo mucho más suaves y mucho menos belicosos. Una servidora pediría un color tranquilo como el que tiene esta Tribuna. El color violeta nos parece a muchas personas, sobre todo a muchas mujeres, que es un color de sosiego
Y a este respecto tengo dos palabras: la importancia de este color me la señaló hace tiempo (y se lo agradezco de veras) una muchacha de nuestra capital puesto que yo no reparaba en ese simbolismo, y en su enorme importancia, y me lo aclararon, con lo cual el color estaba servido cuando queramos hablar de mujeres y paz.
Ahora, en el verano, podemos ver por el campo muchas hierbas y flores. Y podemos extraer de esa visión de flores, las de las mujeres, que, si aceptamos esa expansión de violetas en el campo, podemos pensar en aquellas que toman ese carácter como símbolo, cuando la belleza no es solo sensual, sino también moral.
Fdo: Juana Largo