Qué alcalde, qué hacer con tanto consejo, eh
El jurista Saturio Hernández incide en este artículo de opinión en el nuevo puesto que suma el alcalde de Soria, que alimenta la práctica en el ejercicio de la política de acaparar puestos y de mezclar responsabilidades, una moneda común mientras siguen sin resolverse muchos problemas en la ciudad.
Y habrá quien diga...
Que le vaya bien, señor alcalde
Qué alcalde, qué hacer con tanto consejo, eh
Desde que parece que de un puesto, Alcalde, va a pasar a dos, o tres, o más, no se sabe cuántos a la vez, le falta ser senador, o alegante en la modificación del Plan General en el Cerro de los Poetas o puestos de diversa ralea, que curioso parece titular de asociaciones de protección, sólo teórica, nada real, porque lo virtual y el acaparamiento de puestos, ¿retribuidos de forma material o formal y efectiva siempre?, es moneda común de tantos supuestos, que tanto consejo es gasto superfluo.
Porque también es retribución, usar los medidos medios de una institución para hacer tareas que han de pagar las segundas o terceras ocupaciones.
Pero, bienio por diez, caso, de mayorías absolutas totales, y continuas, uno ha de preguntarse cómo se va a articular ese nuevo puesto de obstáculos y de difícil conceptuación pero que, parece, una liberación para hacer más cosas que sólo las de alcalde, que ya se han hecho tantas veces, que resultan o pueden resultar aburridas, ¿o no?
Y por eso son baldíos, más que los bienes desamortizados de la provincia de Soria, tanto consejo y cuestiones similares de eficacia muy limitadas, vamos que no hacen caso de nada, y todavía menos de quien pone o puede poner eso de relieve.
Eso me lo ha señalado un amigo, paseo del Espolón a la Plaza Mayor y de la Plaza Mayor al Espolón, que, siempre, me indica si todo esto lo leen; yo le señalo que sí, pero siempre con la superioridad de quienes están en los puestos de los que hablamos, y no les importa más que buscar un nuevo puesto, mejor o relacionado, sin que les dé relevancia si lo suyo, en su puesto, el anterior, lo han hecho bien o mal.
Y nadie les exige esa responsabilidad propia, no la que queda en nada, sino la concreta, aquella de la que han de responder.
Y eso es infiscalizable, porque qué pasa cuando se llevan más de 18 años con un lugar, con previsión de 1.304 viviendas, y no se haya decidido nada, o se ha decidido algo y no lo sabemos.
O que es lo que acontece con una licencia que es para cuatro alturas, se hacen cinco, y cuando ya están, se reaccione, pero muy mínimamente.
O qué hacer con ejecuciones de adoquinados salvajes, con obras en el interior de la ciudad que no habilita, ni por aproximación, un mínimo deambulamiento para todos. Y en todo caso no planificadas y sin publicidad previa que es un principio de transparencia, que se observa que se desconoce, como el derecho al ejercicio de la acción pública y si necesaria y obligada tramitación. NI siquiera hacen eso, los titulares de los poderes públicos que sin solución de continuidad reciben consejos, como eso de las alegaciones, no resueltas y que vetan toda continuidad en favor de la población, pues no les interesa más que su siguiente puesto. A que sí, a que se opina eso.
O quizá no, y el constructor, uno real, pero abstracto, se va a molestar con el alcalde, o el alcalde con éste, y siempre el mismo, tesis posiblemente rota, rota de futuro, -y siempre en el futuro- de F. García, pero el tiempo dirá.
Fdo: Saturio Hernández de Marco