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Opinión

Un monstruo viene a vernos

MarIo González incide en este artículo de opinión, al hilo de la queja formal del Colegio de Abogados de Soria al Consejo General de la Abogacía Española sobre el cambio de la designaciónd el turno de oficio en El Burgo de Osma para atender demanda de una presunta víctima de una agresión sexual, del peligro que se cierne sobre ciertos derechos reconocidos para todos en la Constitución, amenazados por la religión política de género.

Un monstruo viene a vernos

Recientemente, el Colegio de Abogados de Soria puso el grito en el cielo y elevó una queja formal al Consejo General, tanto de la Abogacía Española como de la Abogacía de Castilla y León, por la decisión del Juzgado de El Burgo de Osma de alterar las designaciones del turno de oficio para satisfacer la demanda de una mujer, presunta víctima de una agresión sexual, que quería que la asistiera un letrado de su mismo sexo. Una cuestión de género –de esas que nos meten con calzador un día sí y otro también- que escuece solo en la medida en que te afecta. Parece ser que lo de las barbas del vecino no va mucho con el Colegio de Abogados de Soria que, hasta ahora, había seguido mansamente el mainstream político y legislativo. De aquellos polvos, estos lodos.

Todos los abogados que integramos el Colegio de Abogados de Soria vemos prácticamente a diario las injusticias generadas por la política de género. Una política que destruye absolutamente nuestro débil Estado de Derecho. Limitan los derechos de unos para convertir a otros en una suerte de ‘superciudadanos’. Para ello pasan encima de la Constitución que todos dicen defender mientras abrazan, sin ningún empacho, la religión política de género. Nunca antes había visto protestar públicamente al Colegio, a pesar de que dichas políticas de género atropellan los derechos fundamentales y las libertades públicas de muchos ciudadanos de género masculino. Terrible pecado. Ahora, cuando tocan algo mucho menos sustantivo como es el Turno de Oficio, el Colegio se pone en pie de guerra. Tarde piachi. 

La organización del Turno de Oficio, desarrollada al alimón por los Colegios de Abogados y el Ministerio de Justicia, consiste, grosso modo y en lo que aquí interesa, en una lista de letrados que se van asignando por turno a los asuntos donde los juzgados y tribunales requieren la presencia de un letrado. Se trata de garantizar el Derecho de Defensa del ciudadano –sin género- que no conoce o no quiere hacer una designación libre (no confundir con la justicia gratuita como sucede normalmente).  

En este caso, el Juzgado de El Burgo de Osma requirió tal designación y al no hacerse derivó la misma al Colegio de Abogados para que designara a un abogado de oficio. El turno determinaría el colegiado y a funcionar. No obstante, la mujer –aquí entra el género- pidió que el designado fuera de su mismo sexo y el Juzgado, compasivo, adoctrinado y probablemente aterrado por las consecuencias de negar tal petición, decidió correr el turno para darla satisfacción sexual. No estoy hablando de masturbarla, por supuesto que no, hablo sencillamente de plegase a sus deseos sexuales sobre el género del colegiado que debería atenderla siguiendo –supongo- la estela de la ‘Ley del solo sí es sí’. Por tanto, el pecado del Juzgado es haberse abandonado a esas políticas de género al igual que lo hizo antes el Colegio de Abogados.

Todos tirios o todos troyanos. Sin embargo, el Colegio muestra ahora su "profunda preocupación" ante la alteración del turno por razones de género y precisa que vulnera "el principio de igualdad en el ejercicio profesional de la abogacía” y que sienta un "peligroso precedente" para concluir que "supone una intromisión en las competencias del Colegio de la Abogacía y del propio sistema de justicia gratuita". Ahí les duele.

Estoy con el Colegio en que la alteración del turno por razones de género es inadmisible. Empero lamento que se levanten únicamente ahora cuando tocan sus competencias. Los abogados no solo debemos garantizar el derecho fundamental a la defensa de los ciudadanos del 24 CE sino otros muchos derechos fundamentales que hoy se ven alterados con la palanca del género, sobre todo el derecho a la igualdad del 14 CE.

Todo el Sector Juridico y sus respectivas asociaciones y colegios, desde los abogados y los procuradores hasta los fiscales y los jueces, están cediendo poco a poco a las políticas de genero hasta desdibujar por completo muchos de esos derechos que calificamos de fundamentales. Su defensa no puede limitarse a cuando a uno le invaden las competencias. Su defensa requiere de una batalla global que separe los derechos de los deseos y que nos trate, a todos, como ciudadanos iguales ante la ley. Cualquier otra cosa es hacerle al caldo gordo a los políticos para que sigan dando satisfacción sexual a sus potenciales votantes. Un monstruo viene a vernos y debemos expulsarle como sea antes de que nos devore a todos. Mis condolencias al Colegio. 

Mario González Casado. Abogado. Mautiko Abogados.

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