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TRIBUNA / Hoy no va a venir Dios de cañas

Juana Largo reflexiona sobre el desencanto que se extiende entre las gentes de Soria y de Castilla, que ya no esperan a nadie.

TRIBUNA / Hoy no va a venir Dios de cañas

Nos interesan ahora, porque siempre nos pueden interesar temas como el que va a dar pie a esta Tribuna de Opinión, fenómenos como el de los fumadores en relación al tiempo pasado en el cual se podía fumar tanto en el interior de bares como en muchas otras partes. Porque, por ejemplo, nos podemos preguntar: ¿Qué fue de los fumadores de antaño? ¿Dónde se fueron? ¿Dónde se han ido con sus cajetillas de marca, y sus humaradas como chimeneas en los lugares públicos, como, también como ejemplo, en los bares de antaño, de  los cuales pocos quedan ya no solo en Soria, sino en muchas otras partes?... Aunque muchas veces resultaban ser buenísimas personas, ¿dónde están los humos de los fumadores, muchas veces nefastos para con el resto de las clientelas y que hacían que los espacios en los cuales todavía no había intervenido ningún Ministerio, fueran bastante expeditivos en cuanto a relaciones sociales benignas, con sus malos humos, como se debe preciar cualquiera que tenga problemas con la vida y tenga el vicio de fumar como un escape?...

Con lo de la prohibición de fumar en espacios públicos, en bares, como se dice, nos llevamos dando cuenta de algo propio de aquellas tabernas de antes en las que igual podías prepararte, junto a un chato de vino, una merienda que llevaras que fuera fenomenal y comerte tu merienda acompañada del chato y luego pudiendo llegar al culmen total del placer, encendiendo un cigarro sin prohibición alguna.

Ahora que, tras esa norma prohibitiva, tenemos que salir la gente con el vicio, al exterior del bar, a la puerta y sus aledaños, para fumar sin que nos afecten normas que, de todas maneras eran normas que venían de técnicos de alto vuelo, ahora podemos ver algo que antes no se daba exactamente así, porque estaba casi todo el mundo, sobre todo en invierno, en el interior de los bares y tabernas. Pero conviene darse cuenta también de algo que sucedía en relación a este aspecto de tener que salir fuera: que era por gusto y que, eso de salir a la puerta, era totalmente aleatorio. Y ahora no…

Ahora nos vemos obligados a fumar en la ventana o puerta exteriores del bar, o usar las terrazas, si está permitido, para  ello, y, no hace falta ser turista para darse asimismo cuenta de esto: De que, se ha llegado a convertir tal estancia en el exterior del bar, en algo que llama mucho la atención de la fauna humana de nuestras ciudades y pueblos, al ver una buena ringla de fumadores que parece ser que están, al mismo tiempo de inhalar y exhalar humo, esperando Algo o a Alguien.

   Esto nos puede recordar una obra de teatro ya famosa y de mucho prestigio: “Esperando a Godot”, estrenada en Francia en 1952. Y, si interpretamos a Godot como que fuera, ese “Godot”, un Dios, entonces la mayor característica de nuestro tiempo es que “esperamos a Dios”. Y hay gente que no, que no espera nada, pero a un mínimo de fe en el futuro, a guisa de esperanza, tenemos que esperar a ese Dios. Si miramos las puertas, las terrazas, se puede hacer uno a la idea de que “se espera algo”, algo no habitual en el mundo nuestro y que, de todas formas, todavía suscita un cierto interés si no de antropólogo del siglo XXI, al menos una exposición de los anhelos de muchas personas. Y parece que los prohibidores del tabaco en los interiores, atentan o han atentado contra esa cierta fe que parece ciega y que consiste en esperar algo o alguien providencial.

Ahora mismo, en nuestros procelosos tiempos, en estos años, resulta que estamos cansados de esperar, tras tanto tiempo ya de fumar en esos exteriores dichos, y ahora parece que estamos convencidos de que Dios, o Godot, no viene ni vendrá ni vendrá nadie como lo que se espera, que es algo así como un soñar despiertos con la trascendencia de la vida y no la triste ruindad a la que nos someten órdenes legales y normas, al menos en el mundo popular de las tabernas, de las que Soria –y estamos esperando un buen estudio al respecto- tuvo tanta fama, por entonces buena.

Es una vana espera. Más bien estamos convencidos de que no va a venir nadie, ni dios ni la madre que lo parió ni nadie va a venir a visitarnos, ni siquiera Míster Marshall ni siquiera un dios crucificado que nos hable de la redención de una vida que ha terminado y que es un poco como ese “Fin de un mundo” del cual nos habla Carmelo Romero en su última obra literaria publicada. De la puta vida nuestra que llevamos en Occidente, ni siquiera van a venir ya ni los rusos con el Doctor Zhivago. Estamos desengañados, si alguna vez estuvimos engañados, de que un dios o un Dios, o Godot, o alguien, venga a nosotros porque nos lo merecemos casi todos.

Estamos desencantados, sobre todo en tierras de nuestra Castilla como Soria, de que, por ahora, si hablamos de política, no encontremos lo que esperábamos.

Bebamos o no bebamos, fumemos o no fumemos, por nuestros bares de Soria no va a venir, ya se dice, Nadie, para hacer que las gentes de Soria, de Castilla, levanten la cabeza con honra. Daba la impresión de que, en el exterior de los bares, esperábamos a  Alguien, pero “hoy no va a venir Dios de cañas con nosotros y nosotras”.

Fdo: Juana Largo

 

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