Cuento de un país de juguete
Juana Largo incide en este artículo de opinión en los niños que han sido educados para gobernar un país y sis deseos de tranformarlo a su imagen y semejanza, hasta que choca con la realidad de que hay otras personas que quieren lo contrario.
Los deberes a realizar, en cualquier parte del Planeta
Donemos una fértil unidad; entre contemplación y acción
Cuento de un país de juguete
Todos sabemos que, en la Historia legendaria, se dio el caso de un gobernante romano llamado Nerón que, cuando estaba ardiendo la ciudad que él había hecho encender, se puso a tocar su arpa diciendo que era el mejor artista de Roma. Fueran así los hechos o no lo fueran y solo un mito, lo cierto es que, aparte de este regidor de Roma, en la Historia se han dado muchos casos de regidores o jefes de gobiernos que, desde pequeños, han sido educados o han deseado llegar a no solo ser de la clase de los políticos, sino asimismo gobernadores de un país como pudiera ser el suyo para transformarlo en un país hecho a su imagen y semejanza, tal como las Escrituras dicen que fue creado el hombre o Adán a semejanza de su Creador.
Y si a un niño, lo educas o le permites que ya de pequeñito, se ocupe en tareas de gobernantes aunque no sea más que con un Play Mobil, consagrándose el tierno peque un gran hacedor de casas o de construcciones mecánicas o de piezas geométricas de un juego, y luego, el niño, ve la televisión y lo que más se emite son programas donde los políticos aparecen una y otra vez y algunas otras veces en vez de dialogando, sorteando y exudando insultos, uno tras otro, entonces, ese niño, que encima ha tenido un caldo de cultivo de una familia que le ha permitido o incluso animado a tener esos divertimentos, está claro que, de ahí, de ese entorno particular, luego, dentro del entorno de la educación, tanto inferior como superior e incluso en la universitaria, el que fue un niño que jugaba con Mecanos, lo que hará siempre es imitar a los políticos que en su vida estuvieron en boga, como a los que se encuentren en boga cuando es un jovencito estudiante, por ejemplo de Ciencias Políticas o Ciencias Sociales, o simplemente, educándose en la facundia de los estudios de Derecho, lo que hará siempre ese niño que fue primero una célula, será querer aspirar a tener un puesto político, y si no es de simple diputado, acaso de Presidente, pero olvidando el sujeto que, para seguir su vocación, ahora, ahora que, por ejemplo ha conseguido el poder y el mando, ahora lo que sucederá es que el nuevo jefe de tal país lo que querrá es hacernos otro Mecano con piezas geométricas del país para fundar si puede un nuevo país en el cual él sobre todo, pueda, vivir y moverse a sus anchas y hacer o construir ese nuevo país como un país real ahora ya no de juguete, para darle caracteres personales a mansalva e incluso levantando un montón de monumentos a sus ancestros políticos y darles asimismo la canonización a aquellos que estuvieron por delante de él y a los cuales les estuviera muy agradecido.
Pero se olvidará de un fragmento de su vida, ahora que, con el éxito, actúa con su cerebro reptiliano en cuanto le aparezca el enemigo o el que se ha creado él como enemigo (que esto de crearse el enemigo para un ansioso de poder es un peligro peor que el de la dinamita) y tenga que actuar de tal forma que ese enemigo se disponga a atacarle o a querer bajarle del sillón de su puesto, algo con lo cual ha esperado estar durante toda la vida, y ahora viera en peligro por los ataques perrunos de los opositores que no suelen ser moco de pavo.
El tal jefe o gobernante querrá conducir su barco a un puerto de su vida seguro en el cual no le moleste nadie que sea enemigo u oponente. Y tendrá que llegar a palpar y tocar la atención a sus respuestas que, desde luego, han de ser de su autoridad y que deberían ser de, ahora, plena acción mandado a sus fuerzas de orden en contra de todo agente “peligroso” y verá el remedo de tal príncipe Maquiavelo que la lucha existe y es real y ya no es un cuento para niños como los que le contaban de chiquillo al calor de la calefacción, y es, en cambio, una lucha en la cual tendrá que emplearse a conciencia para establecer el orden que él representa, aparte ya de “ciudadanismos” y de todo eso, empleándose entonces, en la penosa tarea de la represión del contrincante para lo cual puede extraer numerosos argumentos de toda la historia de la humanidad, porque al fin y a la postre siempre ha sido así.
Es así que se mancha las manos, como decía Sartre y que tiene que coexistir su persona con las manos sucias para no ser derrocado o echado del poder porque no es el único que ama al país, y no es él el único que ha visto un país a expensas de sus propias trazas, y que el mundo del país como el resto del mundo del planeta también quiere hacer otro país.
Y esto es lo que sucede con los países de juguete que hemos soñado desde niños, que, luego, una vez salidos de madre con el juguete, llega la realidad y nos damos cuenta de que hay personas que pueden querer otro país de juguete o simplemente, que se oponen a que el país en el que viven, no sea de juguete pues se están ponderando altísimos intereses por ejemplo de la gente que no quiere ser convertida en un juguete o un muñeco, y que tiene necesidades a resolver de verdad, no el sueño de un Mecano.
Fdo:Juana Largo