Manifiestos
Daniel Rodrigálvarez Encabo dirige esta carta al director en la que defiende la participación ciudadana en el sistema democrático, en diferentes asociaciones, plataformas y manifiestos, `pero llama la atención que se apoyen manifiestos a favor del Gobierno vigente, que solo suele suceder en regímenes totalitarios.
“No quiero volver con papá, me va a matar” (Daniel, 11 años)
Manifiestos
En los países con regímenes democráticos, la vida política se estructura en partidos políticos, cada uno con su ideología, que, cuando corresponde participar en las elecciones legislativas, presentan sus programas de actuación, esperando el beneplácito y votos de los ciudadanos para, una vez configuradas las asambleas legislativas, poder ser el partido designado para gobernar la nación, a veces en coalición con otros partidos políticos.
La participación ciudadana, aún cuando no se nos cansa de decir que las leyes emanan del pueblo, queda sola y exclusivamente reducida a unos breves segundos, los que lleva la introducción de la papeleta del voto en las urnas electorales, dando patente de corso al Gobierno de turno para llevar a cabo sus actuaciones, que muchas veces no coinciden con lo proclamado en sus programas electorales o aquellas que previamente habían dicho que por nada del mundo tomarían. En un acto de generosidad, los legisladores permiten iniciativas ciudadanas mediante las cuales se pueden proponer leyes o normas directamente al poder legislativo. Estas iniciativas legislativas populares precisan de un número elevado de firmas, lo que hace que, en la práctica, se hayan prodigado poco en nuestro país.
Como señalaba el insigne filósofo Julián Marías, incansable luchador por la libertad que para él siempre iba unida a la verdad, tantos años asiduo veraneante en Soria donde dejó notable impronta, el gran problema de la convivencia es la politización excesiva que pretende invadir a toda la sociedad, como está sucediendo actualmente en España. Abogaba por que se desarrollara una sociedad civil comprometida, con instituciones y asociaciones fuertes, germen del desarrollo de una ciudadanía instruida y responsable. Afortunadamente están surgiendo varias asociaciones en la sociedad civil española como la que coordina nuestro conciudadano Amalio de Marichalar que lleva por nombre “De español a español por la Constitución”.
Otra forma de que se haga notar la opinión de los ciudadanos, algunos ciudadanos, lo representa la publicación de manifiestos, de los que se hacen eco los distintos medios de comunicación. Con ellos se pretende dar a conocer aspectos relativos a un tema concreto que afecta a la sociedad en general o a un determinado grupo específico. Suelen ser documentos breves, con la firma de las personas o del grupo o asociación que lo apoyan. Normalmente se refieren a casos graves que afectan al Estado de Derecho que nos dimos los ciudadanos al aprobar la Constitución de 1978, a actuaciones de las instituciones emanadas de misma, o a ciertos temas relevantes que no se hubieran solucionado adecuadamente, como, por ejemplo, el de la atención a los enfermos de la ELA.
Pero lo que no es muy corriente es que se hagan manifiestos a favor del gobierno vigente en el momento, que prácticamente solamente suele suceder en regímenes totalitarios. Ahora, que han pasado dos años de las elecciones de 2023, de las que el PSOE, sin haber sido el ganador de las mismas, formó Gobierno al aliarse con partidos de distinto pelaje, ha resucitado el denominado espíritu de la “ceja”. Imborrable ha quedado el recuerdo de aquel espectáculo de arrobo colectivo de ciertos miembros de la cultura que protagonizaron en febrero de 2008, mostrando su apoyo a Rodríguez Zapatero en su campaña electoral, en la que aparecían “haciendo la ceja”, con un dedo sobre un ojo, en señal de adhesión al líder de las cejas circunflejas.
Pedro Almodóvar, los Bardem, Serrat, Miguel Ríos, Ana Belén, Víctor Manuel, Rosa Montero y otros tantos considerados por la izquierda como adalides de la cultura, han firmado un manifiesto en el que, bajo el título “Contra los intentos de involución”, vuelven a apoyar al PSOE en el gobierno, en este caso bajo la batuta de Pedro Sánchez, considerando que debe continuar la legislatura otros dos años más, hasta el final, pues entienden que no existen motivos democráticos para su cese. Parece ser que para ellos no tiene la menor importancia la maraña de los distintos casos de corrupción que rodea al Ejecutivo, a la familia del Presidente y al partido socialista.
De nuevo esta élite millonaria sale en defensa de lo que llaman un gobierno “progresista”, enfundándose el mono obrero y socialista, para querer influir en toda esa gente que creen que por ser “cultos” están en posesión de la verdad y, por ende, también el Gobierno a quien tan ardorosamente apoyan. Muestran una cara solidaria y comprometida con la sociedad y los más desfavorecidos, cuando muchos de ellos, aparte de su valía, gracias a las prebendas, ayudas y subvenciones de los gobiernos que apoyan, han logrado un elevado estatus económico.
Existe una mitificación de muchas personas que destacan por valores artísticos o intelectuales que hace pensar que si son excelentes en esos campos lo son también sus ideas y comportamientos, que hace que se les considere una autoridad moral para la sociedad, cosa que en bastantes casos está muy lejos de la realidad. En tal sentido es esclarecedor el libro “Intelectuales” del historiador y escritor inglés Paul Johnson, en el que, con exhaustiva descripción de datos, destaca las incongruencias entre las ideas defendidas por ciertos intelectuales, tales como Marx, Sartre, Picasso y otros más, y sus contradicciones y comportamientos en su vida privada y social, que no fueron precisamente modelos a imitar.
Fdo: Daniel Rodrigálvarez Encabo