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Opinión

Las brujas

Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre las relaciones de la sociedad con la política, en la que defiende el comunitarismo, el diálogo social y el policulturalismo, por encima de fantasmas y fobias sobre la realidad.

Las brujas

Lo que pasa es que la sociedad española -como otras del resto de los mapas, y por eso me fastidia, por caer España en esa cuerda o en ese lodazal- se ha naturalizado de tal manera que llega a hacer presente una sociedad cuasi-paleocena de darwinismo social tipo del inglés Spencer que, con ello, promueve, tanto consciente como inconscientemente, el “instinto” de acción incluso para las elecciones políticas en las cuales prima ese naturalismo de bestialismo –como pasa con algunos medios de comunicación- que hace que el pobre sea pobre por su propia responsabilidad o culpa y que el  rico pueda limpiarse los zapatos con todo lujo de propina para los que se los limpian…

Se pediría un esfuerzo desde las instituciones para que el “instinto” fuera no tenido en cuenta, como ha sucedido en los USA, y se pudiera cambiar por la “razón” y vivir acordes con una sociedad digna y no de “indignados” tal como se gritaba en las manifestaciones y acampadas de 2011 con la juventud en las plazas y debatiendo posibles modelos de sociedad ya que, se decía, la anterior hasta entonces, había sido una sociedad dependiente sobre todo de dos partidos hegemónicos que, de forma naturalista, gobernaban con el espíritu de una supuesta Transición (la cual nos daba muchas esperanzas) pero ya sin ese espíritu de Transición y saliéndoles a los políticos en boga, por la nariz, el azufre de sus endiabladas caras duras y la degeneración social que conllevaba ello, para ir en contra de una vida colectiva o general que llevaba toda la fuerza bruta de considerar a las españolas y a los españoles, como animales de carga y todo en  esta línea.

Además, el “idearium” de una presunta sociedad, el “imaginarium”, lo que hace es crear fantasmas, brujas, que pueden atenazar a esa sociedad y pueden destruirla. Esto es algo que se palpa en todas las sociedades que ha habido y hay en el mundo, donde cada una de ellas, supura esos fantasmas o esas brujas para que se dé una cierta cohesión social que, los manipuladores saben tratar tan a su gusto o antojo. Por eso no creemos que se pueda volver a los tiempos de McCarthy en USA (1947-1957) persiguiendo como si de una caza se tratase, a todos los sospechosos de comunismo y castigarlos.

Además, esto lo sabemos también, es un “locus” habitual en la cultura, una cosa es el comunismo y otra cosa es el comunitarismo. Hay puntos de relación y otros que no, y estoy de acuerdo con la teoría de que no son consideradas las personas igual en un supuesto comunismo, hasta ahora todo él “real”, lo cual no quiere decir que auténtico, que en un comunitarismo.

¡Esta es la alarma!... ¡Qué duda cabe que el burgués ve comunismo por todas partes y que además sabe mejor que los comunistas lo que es el comunismo! Eso porque no ve sus planes burgueses implantarse por todas partes, pero solo asomarse a la ventana de la Gran Casa Burguesa, nos hace ver que, en el exterior, en la calle, hay necesidades que, esos burgueses no tienen en cuenta y que solo ven lo que hacen los burros con la zanahoria que llevan delante, ignorando una realidad que no se compone solamente de individuos burgueses y que es ampliable a una sociedad en  general, la cual sería “socialista” solo con este giro de los privilegios burgueses a una comunidad que necesita vivir con el mismo derecho que esos burgueses…

El componente irracional en las personas puede llevar a muchos desafueros, como crear brujas y perseguirlas en la represión. Hay que tener muy en cuenta este comportamiento irracional, tal como ha sucedido en EE.UU., dado que se puede llegar a desafueros terribles solo basados en el miedo sicológico y moral, de tal modo que se ataca indiscriminadamente todo lo aparentemente sospechoso y se amplía la sospecha a una supuesta generalidad que debe ser deportada o denigrada solo por el motivo de su dependiente posición en ese estado burgués.

Así, se ataca al comunismo y se ataca a lo comunitario, no se hacen distingos entre una cosmovisión y la otra, de tal manera que, la sociedad mediática y de masas no distingue las churras de las merinas y abortará cualquier iniciativa que lleve la raíz: “común-…” y que pudiera ser diferente a la meramente comunista. Lo que es mórbido es el que una sociedad burguesa como las de ahora, caiga en esas fobias que todo lo convierten en pasto de los “curanderos” que nos venden el crecepelo. Por eso hablo aquí de una comunidad de personas, humanista, solidaria y feminista…

Y como muestra tenemos lo que proponía el francés Emanuel Mounier (1905-1950) con su aportación del “personalismo comunitario” y no solo él, pues hay más aportaciones a los personalismos comunitarios, a lo cual se puede añadir una sociedad abierta y al diálogo social entre minorías y mayorías y diferentes. Lo cierto es que, si nos queremos adaptar a la realidad social hay que considerar a los “otros” en un plano de “policulturalismo” y pluralismo que nos hace ver que no está hoy en día un país o un Estado en su absolutez y en vivir él solo con respecto al mundo, en el cual estamos todos interconectados. Esto es lo que le quiero transmitir a Mario González, por su reciente artículo, el cual agradezco en su respuesta, en el cual él comenta sobre el tema de si fuimos ilusos o no en los últimos tiempos, pero no solo en política sino en cultura en general, comenzando por el supuesto fracaso de unas generaciones que estimaban la apertura al mundo que se dio sobre todo en los últimos tiempos desde la Generación Perdida norteamericana,  pasando al movimiento Beat y a los hippies y de cuya trascendencia no es solo la autora de esta Tribuna la única que se hace eco, pues ha influido y ha tenido tanto peso o ha sido superior en sus referencias que incluso mucha política.

Ahora que, en estos momentos en España, los de Feijóo estén chillando histéricamente por todas partes, llevando las quejas vocingleras a Bruselas, como pasa con el caso de Teresa Ribera, dice muy poco de la capacidad constructiva de la política. 

Fdo: Juana Largo

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