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Deshispanización

Mario González denuncia en este artículo de opinión el movimiento deshispanizador en la que está inmersa España, que conserva dos de sus símbolos: la Iglesia y la Corona.

Deshispanización

Todos los políticos roban, particularmente los de la PPSOE que para eso tienen la llave de la despensa, pero esa es la condición del ladrón: el ladrón roba. Y no solo el ladrón, también lo hace el que lo apoya o tapa su crimen. Millones de compatriotas se han corrompido al calor del dinero o las prebendas públicas, esto es, políticas. No obstante, ese no es el único crimen de su repertorio: también persiguen, difaman, cancelan… incluso han llegado a matar al disidente. Lo hemos visto todo en ese NODO en que han convertido a la televisión. Hay, sin embargo, crímenes que no salen por la TV y, a mi juicio, el más grave de todos ellos es este de la deshispanización que practican tanto dentro como fuera de España.

Celebrábamos ayer el Día de la Hispanidad, un concepto que, aunque acuñado en el siglo XVI, fue recuperado en el XX por Unamuno. Nació para significar la unión, a través de un idioma y cultura comunes, que mantenemos con nuestros países hermanos en todo el mundo, especialmente en Hispanoamérica. Utilizado, después, con profusión por el franquismo, el concepto mutó en signo partidista cuando siempre antes fue transversal.

Ahora, con excepción del desfile en el que vergonzosamente el muñegote coronado se retiró unos minutos por la lluvia mientras los militares seguían desfilando impertérritos, se sigue utilizando como arma política arrojadiza para mantener el antagonismo que da de comer a la PPSOE.

Curiosamente, esa misma PPSOE ha mantenido la unión entre la Iglesia y el Estado a pesar de la Constitución del 78 (“Ninguna confesión tendrá carácter estatal”, 16.3 CE). Así, vemos a los políticos de cualquier signo o condición rodeados siempre de curas en todos los actos públicos y a sus cabecillas acudir, irremediablemente, a besar las posaderas del Papa. Eso les delata. Y viceversa: la Iglesia y la Corona están encantadas de sostener el palio de la PPSOE como otrora lo hicieran con el General. Se supone que son instituciones al servicio del Pueblo, pero no: están en comunión simbiótica con el poder político. La salvación tendrá que esperar a la Otra Vida porque, en ésta, están con la PPSOE.

La Iglesia, para más inri, está detrás de que la Hispanidad entera, empezando por España, quedara dentro de la prisión de la pobreza y del atraso mientras el mundo anglosajón, sin tantos prejuicios ni boberías, despegaba sacándonos 200 años de ventaja. Lo mismo que ahora le ocurre a Hispanoamérica. La moral católica grabada a fuego en nuestros corazones influyó –y todavía influye- en la actitud que tenemos frente al dinero, al comercio, a la riqueza, al éxito, a la competitividad… y, sobre todo, hacia el Estado fomentando la obsecuencia y, paralelamente, dificultando la libertad y el progreso tanto individual como colectivo. Para colmo, en lo más íntimo, la Iglesia se ha especializado en mirar la paja en el ojo ajeno para no ver la viga en el propio.

Lo que tenemos, entonces, gracias a esta PPSOE que es como la Santísima Trinidad y que está en todas partes es un Estado que reniega de la Hispanidad, que deshispaniza, porque España ahora ya no puede ser ¡Una, Grande y Libre!, sino estar fraccionada en 17 territorios, con 17 idiomas y completamente desconectada de la comunidad hispana para mayor gloria de los USA y de la UE. Asimismo, esa deshispanización pervierte el idioma español de manera que muchas cosas significan hoy cosas distintas o se utilizan para redefinir conceptos perfectamente acuñados anteriormente. La deshispanización trae el neolenguaje con el que la PPSOE logra confundirlo todo.   

En definitiva, estamos ante un movimiento deshispanizador auspiciado por la PPSOE que, sin embargo, guarda para sí dos de sus símbolos: la Iglesia y la Corona. Dos muertos vivientes que son ahora, pásmense, escudos de la PPSOE. Tenemos que hacer todo lo contrario: tenemos que seguir celebrando la Hispanidad, hablando español con claridad y sin asustarnos de llamar a las cosas por su nombre, y apostando por nuestra unidad consustancial porque ahí está nuestro futuro. En la deshispanización no hay nada. Abandonad a la PPSOE –no les votéis, votad por cualquier otro-, separad lo religioso de lo político para que cada uno pueda rezar lo que quiera –o no rezar- y huid del timo de la estampita coronada que nos hace, en cuanto lo necesita, la PPSOE. En Soria, algunas de estas cosas las persiguió alguien que hoy, lamentablemente, nos falta: Goyo Sanz. In memoriam.

Fdo: Mario González Casado. Abogado. Mautiko Abogados

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