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TRIBUNA / La España Vacíada por el tejado

Mario González, al hilo de la polémica suscitada con el protocolo anunciado por la Junta de Castilla y León para las mujeres embarazadas, advierte en este artículo de opinión de la crisis demográfica que sufre España y que necesita de medidas reales y efectivas de las administraciones.

TRIBUNA / La España Vacíada por el tejado 

Mucho se está hablando de la España Vaciada, de sus necesidades, etc… pero sin datos, lo que hace que todo ello se convierta en algo vacío cuando no vacuo, en piedras que lanzar en el ruedo político. Lo cierto –que no la verdad, como nos enseñara hace unas semanas Ángel Coronado- es que España, en su conjunto, se va a vaciar de españoles en las próximas décadas. La Fundación Renacimiento Demográfico, partiendo de los datos del INE, ha puesto negro sobre blanco que, en 2021, en España murieron 113.000 personas más de las que nacieron y que ese saldo negativo se dispara hasta los 181.000, si sólo contamos a los españoles de origen. Frente a ello, en 1976, ese mismo saldo resultó positivo en 378.000 personas. Empiecen a apuntar.

En España, desde hace demasiados años, hay muchas más defunciones que nacimientos, pero los políticos pasan de la natalidad casi tanto como de las pensiones, huyendo de las evidencias que muestran que esas dos burbujas están próximas a estallar. Prefieren entretenernos con cosas más resultonas como el cambio climático.

Sin embargo, la realidad es tozuda y hay muchas provincias en las que mueren casi cuatro veces más de los que nacen y por eso conviene repasar los números –porque no engañan- para hacernos una idea de lo que se nos viene encima sin que seamos conscientes.

En 2021 hubo un 50 por ciento menos de nacimientos que al empezar la Transición, con un 64 por ciento menos de madres españolas nativas de media.

La fecundidad se ha hundido, pasando de 2,77 hijos/mujer en 1976 a 1,19 en 2021, lo que ha provocado el envejecimiento de la población cuya media de edad ha pasado de los 33 años del 76, a los 44 del 21 (46 si sólo contabilizamos españoles autóctonos).

Más de la mitad no se casan nunca, frente al 90 por ciento que lo hacía en el 76, y de los que se casan acaban divorciándose alrededor de la mitad, lo que incide muy negativamente en una natalidad que, actualmente, proviene en más del 50% de madres no casadas, frente al 2% de dicha categoría en 1976. Además, alrededor de 1,5 millones de personas menores de 25 años han sufrido algún trauma familiar por la separación de sus padres (un 17 por ciento de los mismos conviven solamente con su madre o con su padre) lo que, a buen seguro, influirá en su comportamiento futuro.

Si nos centramos en los nacimientos encontramos que, en España, en 1976, había 0,44 muertos por cada nacimiento empero esa ratio se dispara, en 2021, hasta el 1,33 (1,74 si contabilizamos solamente a españoles autóctonos).

Soria y Castilla y León presentan, respectivamente, los siguientes números: 0,85 - 2,22 - 3,18, y 0,61 - 2,24 - 2,74. Si segmentamos, aparece que de esos nacimientos un 32,4% tienen al menos un progenitor extranjero de origen (en Soria un 34,3%), lo que nos abocará al problema de la multiculturalidad que ya se observa en países como Bélgica, Francia, Suecia… en los que se advierten fracturas sociales por la imposible integración de ciertas culturas, incluso en segunda generación.

En España, además, particularmente en el Sur, ese progenitor extranjero es musulmán de media en un 10 por ciento (en Soria lo mismo), situándose por encima sólo los nacimientos de progenitores iberoamericanos que representan el 14,1% en España y el 15,2% en Soria.

Mientras tanto, ni el Estado ni las Comunidades está haciendo absolutamente nada frente al reto demográfico que exigirá, según las proyecciones demográficas 2022-2072 del INE, de la llegada masiva de inmigrantes –como ahora en Canadá- estimándose que, dentro de 50 años, España contará con 53 millones de habitantes de los que más del 50 por ciento serían inmigrantes o sus descendientes (ahora son el 20 por ciento).

Por todo esto, me sorprende el revuelo que ha levantado la nueva política de natalidad de la Junta de Castilla y León –no entro a valorarla- por el simple hecho de intentar convertir una parte de los abortos anuales en partos efectivos como fórmula para combatir este problema que afecta especialmente a los españoles autóctonos, como los define el INE.

Vaya por delante que estoy a favor del divorcio, del aborto y de la eutanasia, empero también creo que son fenómenos que se dan a consecuencia de otras tantas crisis y que, en la medida de que las mismas se combatan con políticas públicas efectivas, redundarán en un beneficio para las personas afectadas y, por ende, para la sociedad. Hasta entonces, ese preocuparse por el vaciamiento de España antes de preocuparse por la natalidad resulta una contradicción en los términos.

¿Lo ven o no lo ven? Necesitamos más bebés, muchos más bebés y para solucionar algo tan crucial como perentorio: “se vale todo”. Sin embargo, se preocupan de no sé qué dotaciones, de no sé qué infraestructuras ¿Para qué? Si lo primero que nos hace falta es personal autóctono. Otra vez la casa por el tejado.

Fdo: Mario González. Abogado. Mautiko Abogados.

 

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