TRIBUNA / Tiempos difíciles (Living in Soria)
Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre la importancia de Soria en el panorama político español, encuadrada en la denominada España Vaciada.
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La cosa funciona así: así como la gente de Soria, nos interrogamos por nuestros orígenes, nuestra identidad y hacemos caso a lo que nos cuentan tanto historiadores como aquellos sencillos que opinan de vez en cuando y ya se arrepienten en seguida de lo que han dicho; así como hace ya una porrada de años, cuando se dio el invento del tractor, y ahora va el del ordenador, percibimos que, la Soria antigua va pasando, desgraciadamente, y ya queda muy poco, no solo en construcciones y comercios variados, sino que tampoco en el orden del convencimiento de que hay que implicarse en las batallas que tienen nuestros políticos en Madrid y Valladolid, pues así es cómo queda, en los tiempos que corren, una Soria cuestionada y lastimada y humillada por el Estado y la Autonomía.
No creemos muchas sorianas y muchos sorianos, que, si nos cuentan fichados para el carnet de identidad, sin embargo, para otras cosas no nos tienen con mucho interés o, sencillamente no colaboran con la redención de Soria.
Y lo que está pasando en Soria es que, si Soria vale algo, que no lo dudamos, y si encima denunciamos el mal trato que se nos da como entidad cultural, ya no digamos “provincial”, ni “étnica”, porque esto último sería caer en lo más bajo de los criterios ultraderechistas que se dan en, no solo Europa, sino gran parte del mundo entero…, bueno, pues si esto sucede, el que no contemos para las administraciones más que como un puñado de dinosaurios que deberían estar en un parque zoológico o en un museo de Ciencias Naturales, entonces lo que pasa es que nos sentimos estafados por esas entidades administrativas, constando en los papeles, y en los centros de computación, como unas gentes que han perdido la batalla de la Historia.
Como si la Historia pudiera permitirse los lujos de arrinconar a la gente que, supuestamente, vale poco, o, simplemente, considerando que nosotros todavía somos capaces de dar cuenta de nuestra cultura –la que ha hecho a España-, sucede que, aparte de que nos dejan a las sorianas y a los sorianos a nuestro propio arbitrio, nos permiten tomar otro derrotero histórico con otras comunidades, aunque Castilla ya no exista, pero pudiendo pedir que nos unamos a otras comunidades autónomas, que no tiene por qué ser la actual a la cual nos endosan.
“Estamos condenados a ser libres”, decía Sartre, pero nosotras y nosotros que dimos tanto a lo que llamábamos patria, ahora tenemos que bregar, aunque sea con un pequeño partido político como es el de Soria Ya, sin descontar con el de Sánchez y Tudanca, para tratar de que, caídos del caballo en la carrera, nos podamos aupar de nuevo para poder competir. Y esto suena como una película de ficción, el caso es que estamos dejados o abandonados a nuestras propias fuerzas, y algunos y algunas de nosotros nos damos cuenta de que ya no podemos hacer lo imposible para no ser una Reserva Federal de Indígenas, y tengamos que estar en este país o en este Estado como si fuéramos los habitantes de un país extraño al cual solo le dedica canciones Gabinete Caligari y vemos o nos hace ver la realidad positiva del Estado que nos encontramos en una situación de debilidad, pero no por ser “débiles”, sino por estar en una “posición débil”.
Lo que nos lleva a que tengamos que pensar ya de una vez, no solamente gritar en las manifestaciones y en las Cortes de Valladolid, que no nos merecemos este destino que, sin duda, ha pasado del tractor al ordenador y nos ha hecho no poder colgarnos en la rueda de las revoluciones industriales, con todo lo que se ha dado en ellas de meollo de la vida. O sea, perdiéndonos la vida en cantar la gloria del Numancia y del cerro de la Muela, y cantando el alirón de esos ajenos para nosotros, los desarrollos industriales, lo cual nos ha mermado tanto y tanto, mientras pasaba la vida en los televisores y ahora en las redes, mientras Soria iba decreciendo y decreciendo hasta niveles ya lastimosos y que ahora nos deja en la cuerda floja del desarrollo del país.
Y esto nos da el aire para que tengamos que plantearnos en que, acaso, nuestra pequeñez de vida pueda ser satisfactoria para nosotros, que puede ser que sea así y no haga falta desarrollo industrial ni polígonos ni nada, ahora bien, al precio de la despoblación y del dejarnos como náufragos en una isla desierta del océano del país, del mundo y del universo. ¡Así nos paga España!... Ya ¿qué vamos a decir?
Lo cierto es que eso de seguir siendo “provincia”, que ya lo hemos sido, nos apesta como endemoniados. Si por lo menos otras poblaciones nos quisieran hacer caso de sumarnos a ellas, acaso tengamos que recurrir a la mal denominada España “Vaciada”, o una confederación cantonal a lo suizo, circunscripción que antaño se denigraba mucho en España, y de la que no va a quedar otro remedio.
Aunque puede ser que “España” no sea el “Estado” y sea una cultura con la que tenemos que ver fuera de ese Estado, porque la carcasa es más pequeña del organismo que lleva dentro. Y de este modo podemos llegar al concepto del filósofo alemán actual Habermas: “El Mundo de la Vida”, con lo que podemos salir para adelante. Living in Soria!
Fdo: Juana Largo