Siete galerías románicas para no perderse
El Románico es más que un estilo artístico en la provincia. Su impronta ha pervivido hasta nuestros días y se ha convertido en un referente destacado de su paisaje y su cultural. En las siguientes líneas puede detenerse en siete ejemplos que conforman toda una ruta de galerías porticadas románicas.
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TRIBUNA / Los canales
El Duero fue la "extremadura soriana", la frontera entre reinos. Con el avance y conquista del territorio se organizó un sistema de ordenación y gobernanza de un territorio sin precedentes. Las Comunidades de Villa y Tierra y los Fueros favorecieron con privilegios, libertades y propiedades, el asentamiento de vecinos llegados de otros pagos “empadronados” en parroquias románicas y organizados en Concejos.
San Esteban de Gormaz, en el extremo oriental de la provincia, es un importante foco artístico cuando hablamos de románico, conservando dos iglesias porticadas que bien merecen una visita.
La iglesia de San Miguel es uno de los edificios más importantes del románico soriano, tanto por su antigüedad como por considerarse cabeza de serie de una tipología templaria con galería porticada que triunfó no sólo en estas tierras sino en las provincias limitrófes.
La galería porticada dota a la iglesia de una personalidad especial. En el frente meridional se abren siete arcos que descansan sobre capiteles decorados con estructuras fortificadas, soldados, una serpiente atacando a otro animal, un músico tañendo un cordófono...
A pocos metros se encuentra la iglesia de Nuestra Señora del Rivero, una auténtica balconada al Duero. Su galería porticasda, su auténtica seña de identidad, conserva originales cinco arcos del frente meridional y los dos que forman el costado oriental. Entre los motivos que ornan sus capiteles se aprecias varias figuras humanas y de animales, como una sirena de doble cola flanqueada por dos hombres o un jinete con lanza acompañado de un león devorando a su pres y dos soldados con indumentaria musulmana.
A diez kilómetros al oeste de San Esteban de Gormaz, nos encontramos con Rejas de San Esteban, también con dos iglesias con impronta románica.
La iglesia de San Ginés conserva una galería porticada con cinco arcadas de medio punto y el arranque de otra más junto al gran arco de entrada. Y la iglesia de San Martín, considerada uno de los ejemplos paradigmáticos de iglesia románica porticada. La galería porticada, restaurada, presenta un diseño muy regular y simètrico, con un arco de acceso en el frente meridional flanqueado por otros tres a cada lado, además del arco dispuesto en el costado oriental. Los capiteles muestran hojas muy estilizadas de talla poco profunda.
Pocos pueblos pueden presumir de haber conservado un patrimonio monumental de época medieval tan interesante como Caracena. De sus dos iglesias, la de San Pedro, situada en el barrio alto, conserva de su pasado románico la cabecera y la galería porticada, una de las más logradas de la provincia.
Todos los arcos del pórtico son de medio punto y apoyan en columnas pareadas, salvo los del acceso meridional que apenas en haces de cuatro columnas. Los capiteles presentan una rica decoración figurativa, con escenas de combates, seres fantásticos, animales y pasajes evangélicos.
A ocho kilómetros de Berlanga de Duero se situa Andaluz, en lo que fue un emplazamiento estratégico en la época medieval. Su iglesia de San Miguel conserva una portada románica abierta al sur. Los capiteles están decorados con hojas lanceoladas y parejas de leones que parecen devorar pequeñas cabecillas humandas de rasgos grotescos.
La ciudad de Soria custodia uno de los conjuntos de edificios románicos más importantes de Castilla y León, con obras excepcionales que ocupan un lugar destacado en el desarrollo de este estilo en nuestro país, como la iglesia de Santo Domingo, y su portada, o los arcos de San Juan de Duero.
Pero queremos detenernos en el claustro de la concatedral de San Pedro, uno de los más espectaculares de Castilla y León, tanto por sus medidas como por la articulación de sus galerías, a base de módulos de cuatro o cinco arquerias de medio punto separadas por machones a los que se adosan columnas dispuestas en dos niveles. En la galería septentrional el desplieuge decorativo es mayor, con muchos canecillos con máscaras. Entre los capiteles historiados destaca uno con la representación del castigo de la lujuria mediante cuatro dragoncillos que uerden los pechos de dos mujeres. Otro muestra la cacería de un ciervo por un centauro-sagitario, al tiempo que un montero toca un cuerno acompañado de su perro.
