TRIBUNA / Los canales
Ángel Coronado reflexiona en este artículo de opinión sobre los pequeños museos que se abren en pequeños pueblos de la provincia y de lo que les falta.
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TRIBUNA / Los canales
Me conmueven esos museítos rurales despavoridos de abandono institucional, de olvido administrativo, de vergüenza oficial, de ignorancia institucional, de indigencia educacional, de infame desprecio, de intolerable desconocimiento por parte de quien o quienes debiesen tener la responsabilidad de tener algo, siquiera algo de todo eso, pero repletos de amor desinteresado, legítimo orgullo, riqueza local, valor de lo propio en lo que toda cosa propia tiene en esos museítos rurales despavoridos de abandono y en los que puedes entrar sin pagar, que si algo das es, sin deber serlo, por caridad, valor de lo propio, decía, en lo que toda cosa propia tiene allí de común.
Y me conmueven también, tanto como de otra parte me cabrea ese abandono oficial, el otro abandono que suena como una tormenta entre las ruinas de las veinte o treinta casitas de las que solo la del museíto y si acaso, y con suerte, otras cuatro o cinco más, quedan en pie.
Y son conmovedoras también las ideas luminosas que nacen de vez en cuando en alguna de tales casitas, tan sonoras para los oídos de bien como sordas en los oídos sordos de quien o quienes debiesen oírlas en primer lugar y tener la responsabilidad de atenderlas.
He tenido la ocasión de citar a dos pueblines sorianos por esto. Valdelagua del Cerro y Fuentecantos. Hoy la tengo para citar Gormaz.
En Gormaz, las citadas ruinas excepto esas cuatro o cinco casitas. No cito el imponente castillo ni el museo de pintura medieval, porque nadie los conoce, o de conocerlo, a nadie responsable del magnicidio cultural citado le consta, excepto a cuatro turistas a los que asombra, de verdad, ese descomunal abandono mucho más que cualquier castillo ni museo.
Pero en Gormaz, mientras en todo el mar nuestro, el Mediterráneo, se ahogan hasta los niños en cualquiera de sus islas o de sus playas, mientras los que aciertan y apenas de pisar tierra les pasa lo que les pasa, en Gormaz, atentos, en Gormaz, hay tres hombres inmigrantes a los que su alcalde acoge y contrata para que, rascando la corteza de un pino, recojan la resina que mana. Y anuncia la subasta de tres solares a precios competitivos intentando que a esas cinco casitas que quedan en pie se sumen otras tres, que si nos salen las cuentas, ya serían ocho casitas en Gormaz contando con que ninguna de las cinco primeras se caiga.
Señores. Como dijo Napoleón a sus soldados ante las pirámides de un Egipto conquistado diciendo soldados en lugar de señores que desde allí cinco mil años os contemplan. ¡Señores! Desde Gormaz 10.000,00 millones de euros europeos os contemplan para conquistar la despoblación. Y luego por mi cuenta añado que Señores, aún antes de tantos millones había algo, que algo, aparte olvido y abandono, había y sigue habiendo
Y ahora voy a justificar el título de estas pocas letras. Me refiero con él a los canales para que la parte que corresponda a estos pueblines de los que hablo llegue lo que tiene que llegar. No hacen falta proyectos, porque proyectos hay. No hace falta dinero, porque dinero hay. No hace falta esperanza, porque para esperanza ya tenemos la canción de ay esperanza ráscame la espalda, ay esperanza, pero tan fuerte no, que luego sigue pero que no me acuerdo. Lo que de verdad nos falta son canales bien hechos para que no se vierta el agua de riego antes de llegar a tan delicadas y tiernas ideas.
Fdo. Ángel Coronado