TRIBUNA / El zorro vegetariano
Ángel Coronado incide en este artículo de opinión reflexiona sobre el proyecto de macrovaquería en Noviercas, que se olvida en ocasiones que sin población no hay bienestar que valga.
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TRIBUNA / El zorro vegetariano
Está bien preguntar al zorro por la gallina. La presunción de inocencia por encima de todo. Al presunto devorador de gallinas la presunción de inocencia por encima de todo. Esto viene a cuento porque la presunción de inocencia se tiene por el sombrero al que cualquier cabeza cuadra. A ese señor que nadie conoce y que pasa por la calle justo ahora le cuadra, a San Pedro le cuadra y le cuadra también al Judas Iscariote de las monedas por Cristo. A cualquiera le cuadra, solo que a mí no me gusta que me cuadre por esto que quiero decir.
Digo que a nadie le gusta que nadie, así por las buenas, piense que a él, precisamente a él, le presuman inocente o le cuelguen el San Benito ese, que San Benito era inocente sin necesidad de que nadie lo pregonase o le pusiese por sombrero esa presunción.
Está bien preguntar al zorro, sobre todo si se confiesa vegetariano, por la gallina o el gallo. La ciencia siempre es curiosa y ante un zorro vegetariano se pone la bata blanca y derecha como una flecha se mete de cabeza en el laboratorio entre tubos y retortas para ensayar. Mezcla pócimas, mide, pesa, echa mano de los manómetros y los termómetros y, ya sin bata, sale de nuevo a la calle y al campo para recoger más y más muestras y de paso preguntar a la propia naturaleza una y otra vez para ver si responde al tubo de ensayo, que me pongo de ida y vuelta la bata blanca tantas veces como sea preciso, no sea que la corbata o la camisa se manche.
Hermes, Apolo, el Heraldo de los Dioses, el Emisario, el Demiurgo, acecha. El Heraldo, el Heraldo de Soria practica con fruición lo de la presunción de inocencia, pero con mucho tino y cuidado. No lo hace sobre la testa de cualquiera ni muchísimo menos. Escoge bien. Acecha medio escondido a que pase algún presunto inocente de relieve cuando, en esto, ve al Señor de Odieta y de Caparroso, Duque de Todas las Vacas y de Noviercas y se abalanza sobre él micrófono en mano. Lo cose a preguntas y el Señor de Odieta responde. Cose a respuestas al Heraldo de tal forma y manera que lo deja mudo y sin respuesta. O eso parece porque al final de la entrevista solo al de Odieta se oye. El Heraldo, el Demiurgo se hizo de carne y hueso y habitando entre nosotros contemplaba al señor de Odieta y Caparroso, de las Vacas y de Noviercas, subir hacia lo alto y desaparecer más allá de las nubes en dirección a lo desconocido en funciones de auténtico y verdadero Demiurgo.
Y aquí en la Tierra nos quedamos todos. Y el gobierno de Navarra también, Y la Confederación Hidrográfica del Duero igual, y el resto de todas las demás Confederaciones lo mismo, y Caparroso, y Noviercas, Y el Heraldo de Soria junto al Mirón y todo el resto de los medios de El País y del Mundo y el ABC de la prensa y todas las redes de banda ancha y estrecha y las autopistas de la información y de internet, aparte del Zorro Vegetariano, que también.
Se me olvidaba el digestato y el acuífero y el estado de bienestar de la población aunque para ese estado hay que tener población, que para el acuífero solo hace falta que llueva y haberle dicho al Demiurgo, antes de su ascensión, lo del digestato, y se me olvidaba también, que al hilo del bienestar de la población me acuerdo de cuando Presura en Soria (ni una palabra en Presura recordando a los de Caparroso, habrá que ver) y de que no hay bienestar sin población, habrá que ver lo de arreglar cincuenta casas de Noviercas a cambio de las veintitrés mil vacas y pico del Señor.
Lo que no se me olvidaba de Presura, y esto sí que importa, es que, ya entre nosotros, huérfanos del Demiurgo, hemos de resolver sin su ayuda todo lo de Presura. Me refiero a eso que se dijo sobre la caca de la vaca ser siempre buena, o eso otro que se dijo también que para qué llevar internet a un despoblado sin que nadie se pueda enchufar, como si le dices al Demiurgo que no se vaya de desierto durante cuarenta días y cuarenta noches si nadie le podrá escuchar, o eso otro de que hay que tener esperanza, que el Demiurgo volverá, como si se fuese a cantar eso de que las oscuras golondrinas volverán, y entre todos lo cantamos, y el Zorro Vegetariano, mientras tanto, se rasca con su pata trasera la punta del hocico.
Idiotas, más que idiotas, eso es lo que somos.
Fdo: Ángel Coronado