Todo lo que tiene que saber de las danzas del paloteo en San Leonardo
La iglesia parroquial de San Leonardo de Yagüe se llenará de nuevo en la festividad de Las Candelas y San Blas para asistir a las danzas del paloteo, una tradición que identifica a sus vecinos y que tiene reminiscencias celtibéricas y pastoriles.
Covaleda contrata dos jóvenes para empleos verdes
La Cuerda del Pozo reduce reservas en última semana
Las Candelas
Se celebran el día 2 de febrero. Tiene como finalidad honrar a la Santísima Virgen. El origen de esta fiesta se remonta a la Cofradía del Santísimo Rosario, ya existente en el siglo XV.
La fiesta prosigue con las mismas características que tuvo desde su fundación: misa de ministros, sermón, danzas y procesión. Durante la misa, entran en la iglesia los dos bobos, a continuación el abanderado y los ocho danzantes, portando éstos los palos y las coberteras, a modo de pequeños escudos.
Terminada la misa se inician las danzas, once en su totalidad religioso-guerreras, cada una con su música y letra (en la actualidad no se canta la letra). Posteriormente, tiene lugar la procesión.
Por la tarde, como manda la tradición, se representan las comedias. Los aficionados del pueblo, convertidos en auténticos actores, interpretan alguna obra clásica de autores prestigiosos.
San Blas
El 3 de febrero, el día siguiente a las Candelas, unida estrechamente a ellas, se celebra la fiesta de San Blas. En el templo parroquial tienen lugar los mismos actos que el día anterior. Terminadas las danzas, se da paso a la procesión que va desde la iglesia hasta la ermita del Santo. Presiden el recorrido las imágenes de la Santísima Virgen y San Blas y ante ellas, se sucede el baile típico de la jota serrana (es una mezcla de jota castellana) conocida como jota de San Blas, bailando en todo momento de cara a las imágenes.
Ya en la ermita, se da a besar la reliquia de San Blas. Acabada la veneración se vuelve en procesión al templo parroquial y dentro de él se repiten los bailes ante las respectivas imágenes ahora con mayor viveza.
Por la tarde, es costumbre inmemorial que las Autoridades inviten a danzantes, grupo de rondalla, participantes de las comedias, asociaciones culturales y vecinos a tomar café y copa, reunión conocida como “ El Café de San Blas”. En la plaza mayor, como usos y costumbres, se ofrece vino en tazas de plata a cuantos se acercan a degustarlo.
Documentación
El Ayuntamiento de San Leonardo tiene documentada que las danzas del paloteo se bailan al menos desde el siglo XVIII y que estuvieron a punto de desaparecer a principios del siglo XIX, debido a la emigración a América de hijos de San Leonardo.
Privilegio
Ser danzante es un privilegio para los sanleonardinos y, cuando toca la retirada, los propios miembros del grupo de danzas buscan a las personas que entienden más idóneas para perpetuar esta tradición, que necesita ensayar desde las fiestas de Navidad para conseguir la armonía en los pasos y en el golpeo de los palos.
Origen
Las danzas del paloteo, según ha dejado escrito en su libro el estudioso Carmelo Rubio, son posiblemente de origen celtibérico y, con el paso del tiempo, se convirtieron en danzas religioso-guerreras.
Los señores de San Leonardo, Juan Manrique de Lara y su esposa Ana Fajardo, transformaron en el siglo XVIII estas danzas, "por la gracia del rey Felipe II, en vasallaje, gala o servidumbre de su misma casa y vistieron a los danzantes con la traza e indumentaria de majos de este siglo que han conservado hasta la fecha.
Estas danzas, según ha dejado escrito Mercedes Rubio Condado en su estudio "Tradición de Pinares: San Leonardo", reconocido con el primer premio del Certamen "José Tudela", son celtibéricas y fueron repartidas mediante la carretería Duero abajo hasta Palencia, Valladolid, Zamora y Salamanca.
Prohibiciones
San Leonardo demuestra su arraigo desde siempre a esta tradición, al haberla mantenido firme pese a tantas prohibiciones eclesiásticas y civiles como ha habido en la historia, entre ellas, la más tajante, la de Carlos III en el siglo XVIII, que prohibía bailar en el interior de los templos.
Ritual de la danza
El baile ritual de los danzantes se efectuará en el interior de la amplia iglesia parroquial, del siglo XVII, que se encuentra abarrotada de gente.
El escenario elegido es el presbiterio, frente al altar. Para acceder hasta él, desfilan los oficiantes en dos columnas de a cuatro, precedidos de dos jóvenes nombrados «bobos», que no participan en la coreografía sino como meros asistentes.
Rasgan los sones de la dulzaina la calma ambiental, y el redoblar del tamboril la va cortejando, al tiempo que los actores principian la primera de las danzas, adornando sus rítmicos movimientos con el entrechoque del palo que llevan en su mano derecha, ya que en la izquierda sujetan una castañuela.
Para las danzas que siguen a continuación los danzantes tomarán ahora dos palitroques, uno en cada mano, los que entrechocarán bien al frente, bien en cruz, paloteando en diagonal o marcando igualmente evoluciones de contradanza.
Las letras de estos bailes son de un bello lirismo y guardan en su entraña curiosa referencia a extraños personajes, como Martín de Antón, y a lugares lejanos, como Amusco, la Trinidad, Castroverde, etcétera, por donde transitaban los sanleonardinos con sus afamadas carretas cargadas de troncos.
Cobertera
En la ejecución de los tres últimos actos cobra singular importancia la sustitución de uno de los palos por una especie de plancha de madera, la que produce un sonido fuerte y seco al chocar con su semejante, y que recibe el nombre de “cobertera”.
Procesión y jota
Concluidas las danzas, desde la iglesia se trasladan las imágenes de la Virgen de las Candelas y de San Blas, en multitudinaria procesión, hasta una ermita que queda a las afueras del lugar.
Durante el trayecto de la misma los acompañantes, contracorriente, dando en todo momento la cara a las imágenes, que van portadas en andas, bailan, brazos en alto, a los compases de la jota que toca intermitentemente una orquestilla.
Indumentaria
La indumentaria que portan apenas deja resquicio para vislumbrar las galas originarias de tipo pastoril. La mudanza, al parecer, se debió a la creación del señorío y marquesado de la villa, troncándosenos los susodichos en majos dieciochescos: chaquetilla adamascada, faja de seda, camisa blanca con remates, pechera y puños de puntilla, corbata, pantalón tojo, medias blancas y zapatos negros con hebilla de plata, anudando el pañuelo a un lado de la cabeza. Cuando desfilan van provistos de capa pluvial, de la que se desprenden, lógicamente, para bailar.
Bobos
Los danzantes cuentan como ayudantes con los “bobos”, cuyo cometido se v reducidos a los de meros palilleros. Lucen una chillona vestimenta arlequinada -con a modo de levita y pantalón cuarteados en verde y granate- que los emparientan con la familia de los zarrones, zarragones y máscaras carnavalescas, de indudable protagonismo en este tipo de danzas de paloteo.
Origen
Diferentes autores coinciden en afirmar su posible entronque celtibérico, confiriéndoles importancia en su vertiente guerrera, para lo que alegan conexiones y similitudes con las danzas de armas. Por tal dirección resulta cómodo asociar los palitroques como elementos sustitutivos de las espadas, al igual que las “coberteras” instrumentizan la presencia manifiesta de los escudos.
Sebastián Febrel, en 1974, asemejaba las danzas de espadas de Iruecha y Casarejos (estas últimas muy similares a las de su vecino San Leonardo) con la “Ezpatadanza” vasca, que, según su opinar, bailaban los eúskaros cuando en la lucha contra los romanos enterraban a sus muertos, ensalzando el valor y las virtudes del guerrero caído.
Madrid
La cuadrilla de danzantes de San Leonardo actuó en Madrid, en 1932, con motivo de las fiestas de la proclamación de la República. Y en ese mismo año, el 21 de mayo, fue contemplada su exhibición in situ por Federico García Lorca, quien se acercó a Soria acompañando al ministro de Instrucción Pública, Fernando de los Ríos y Urruti.