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Y sin embargo se mueve

El próximo 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía para promover la poesía como una manifestación creativa de la diversidad. En este artículo de opinión, Juana Largo resalta el valor de la creación poética en tiempos de predominio tecnológico.

Y sin embargo se mueve

Nos podemos preguntar muchas personas por las cuestiones artísticas de nuestro tiempo. No dejaremos entonces de tener en cuenta el ámbito precioso de la poesía, una de las actividades más sublimes de los seres humanos.

No queremos, por otra parte, dejar de considerar a la poesía como un arte de “amplitud”, es decir, que, con la poesía, en su sentido original griego de “poiesis”, podemos tener en cuenta que de la poesía pudiera salir el arte en general, de que con la poesía se puede dar razón de ser del resto de las producciones artísticas, o de casi todas, pues para que éstas existan, ha de darse antes el “poema”. Y lo primero que hay que hacer es delimitar el campo de la poesía.

Nos gustaría entenderla como “producción”, así un productor de algo es un poeta. Este es el sentido más extenso que pudiera haber. Pero también se puede entender con otras características en un sentido más restringido.

Así la entenderíamos como una de las artes, la de la palabra en su relación con los versos. Aun así, la poesía llegar a tomar preeminencia, pues asiste a la base de casi toda actividad artística o incluso filosófica, incluso religiosa; es la plataforma en la cual se cimenta incluso una sociedad. Y aún se puede restringir más el campo, como una de las disciplinas artísticas que es una disciplina literaria. Y cuando hablamos de la Literatura estamos limitando mucho más el campo de acción: cuando entendemos aquello que solo se queda en arte en letras o con palabras, ya reducido por la historia y su desarrollo hasta llevarlo a la máxima marginación en la cual se le concede su autonomía, aunque no el rebasar el cauce de su género. Poema ha de ser ese objeto literario que se hace en verso y de una forma determinada, ya especializada. La poesía así podría incluso tener el mismo estatuto de reconocimiento que el fabricar piezas de marquetería. Sería el sentido en el que la dejaría la evolución industrial. Al final, un poeta no sería más que de la misma significatividad de un, pongamos, orfebre de la palabra.

Un poeta no podría aspirar a hacer una revolución política, sino que su obra quedaría como una de las muchas escrituras que hay en el mundo.

Ahora bien, nos podemos interrogar sobre la importancia de la actividad poética hoy en día. Seguramente se hace más poesía que la que se declara. Los jóvenes sobre todo no creo que quieran prescindir de la poesía, aunque sea la hacen para su novio o su novia. La poesía es base para las relaciones interpersonales, y los jóvenes de hoy en día son los más sensibles en el ámbito de las relaciones interpersonales. Y, no obstante, no solamente hacen poesía los jóvenes, también los conocidos como poetas o profesionales del verso. Los que viven más de ello, o sea, los que sin el poema no pueden vivir muy bien, necesitándolo, aunque sea alimento de espíritu (en realidad todo el mundo necesita alimento de espíritu, hasta los atletas o los soldados). Los que cada sociedad considera en la categoría, para bien y para mal, de los “poetas”. Los que hacen libros de poemas y recitales y se expresan con el medio domesticado del poema entendido con modernidad en el siglo XXI. Pero, en España, ¿hay poesía en el siglo XXI, en este último sentido de los libros de poesía?...

 Sobre todo, ahora, en el 2025, ¿hay muchos libros de poesía en España?... La producción no es reducida, todavía se siguen publicando libros de poesía y hay premios y hay encuentros poéticos, y se habla en los libros y en los diferentes foros culturales, de poetas. Lo que ya no funciona, en cambio, es el efecto en los lectores. Por este lado podíamos decir que a los lectores en general les sobra la poesía, en tanto en particular hay una cifra escasa. Por  qué no hay muchos lectores, es la pregunta. Y una respuesta es que no es que se haga poesía helada ya, no, sino que lo que es, es que no se mueve la poesía. Está instalada en un altar, el de los grandes maestros del pasado, en esa tradición, que parece no ser posible ser superada por las nuevas generaciones, con lo que el paisaje está estancado. O el discurso y la forma estancados; en la actualidad pululan por todas partes las producciones de los poetas antiguos y las de los ya considerados maestros. No salen nuevos nombres, y los que salen, son casi todos hijos de los grandes, casi todos los poemas de la actualidad le deben algo a una corriente histórica pasada, sea el futurismo o sea el de la poesía impura de Neruda, o el de cualquier tendencia ya dada de antemano; los jóvenes, si quieren hacer poesía, tienen que amoldarse a esta tradición, porque algo realmente nuevo ya no existe, como que se hubiera llegado al final de algo, cuando en realidad sí se ha llegado ya, con la conquista de todo el planeta por la Civilización. La poesía no se mueve. Consideramos que todo es tradición y los caminos de la tradición están saturados y son repetitivos y monocordes.

Al no haber desplazamiento del habla, o de la escritura, mejor, poética, no hay poesía para la sociedad, que es realmente lo que sí que cambia cada vez más.

La poesía tiene que llegarle a la sociedad por otros códigos, por la música, por ejemplo, o por el cine, o por la publicidad, por estos establecimientos de signos. Lo que parece entonces es que la escritura tradicional de poesía es suplantada por medios técnicos diferentes con sus singularidades técnicas. El personal ha abandonado el hecho de la poesía tal como lo hiciera Baudelaire o Eliot. La puede leer, pero no le dice nada ya que no haya oído por la tele o por la Red. Es cuando la poesía se queda en un sub-mundo, algo no solo marginado (la maldición de los poetas), sino también en inferioridad. Al personal le parece más alto otro arte que este. Éste que es un infierno, donde van a pudrirse los pecadores de la actualidad, los que se siguen empeñando en hacer versos con su al mismo tiempo que tradicionalismo, con su libertad personal. Y lo que rige es un factor crucial en estos años: el de las leyes de la economía, ciegas leyes de la economía que dictan incluso las actividades políticas. Por eso la poesía está en el congelador, cuando ella debería dictar las leyes de la Comisión europea. Ahí tenemos a Syriza, en Grecia, a ver si los gobernantes de Syriza o los de cualquier parte política del mundo, llegan a hacer un programa político sin contar con la economía o levantando la política hasta la poesía, como cuando se dice que el espíritu es superior a la materia. De no levantarse un espíritu o un aliento poético poderoso, no se va a dar salida a la dichosa y denominada “Crisis”; sería poco valioso el que se diera ese espíritu después de que la economía ha reinado sobre la Tierra.

Este artículo se hizo para la revista de FADESS de Soria, en el 2015. Ahora estamos en el 2025 y nos podemos interrogar sobre si ha cambiado mucho el panorama de la poesía en España. Y parece que conserva sus aspectos de sumimiento a las leyes de la economía, pero asimismo a la preponderancia de los nuevos medios de comunicación, contando con catástrofes y guerras y líos diversos de la política en España y en el resto del mundo. Hay un predominio técnico en el ámbito de la comunicación. Hasta las máquinas, con lo de la Inteligencia Artificial, hacen poemas, aunque no consigan el “latido” del poeta o del poema. Y hasta ahora, desde el 2015 hasta el 2025 ha variado mucho el panorama, las ediciones de poesía –aunque la llamen a esta de las pequeñas editoriales, de “cortesía”- se han multiplicado, aunque el receptor suele ser minoritario. La producción, sirviéndose mucho de la técnica y de la técnica de la tradición literaria, es inmensa, como si no cupiera nada por inventar. Claro que, ahora, atrae más la inmediatez de una pantalla de ordenador en las redes y es tentador el asunto. ¿Puede un poeta, auténtico no sentir nada ante esa inmediatez y esa facilidad y amplitud de público de una red y no hacer nada ante tal economía o facilidad?... Se puede uno volver loco con esto.

Porque si no se adhiere un poeta al “instante” le cuesta mucho luego el hacer poemas digamos de fondo para una minoría selecta de especialistas y también poetas, porque además de que de estos no va a sacar nada, en la eterna composición de la competencia, todos quieren llegar a ser clásicos en nuestro tiempo cuando muchas de estas composiciones de los que quieren permanece ocultos y dichosos en su élite, vale un pimiento.

La Poesía, con mayúscula, es alta y valiosa, pero se trata de filtrar por otros medios y con otros géneros. La poesía literal, la de las palabras y el escancio de los versos, la que tiene ese cajoncillo cultural y editorial no parece que pueda llegar a mucho, aunque se persiga la poesía hermética en la consecución de la conquista del Santo Grial. No vale para nada en el ámbito editorial pues no se lee por la mayoría tal como se leía a Juan Ramón o a los hermanos Machado, cuando no había otra alternativa. Y lo que sí queremos remarcar ahora es que la poesía auténtica, la del lector de un libro con sus grafismos de rimas y de versos, no puede ser, aunque se quiera, ser sustituida por nada. Por eso decimos que, aunque el paisaje cultural para el verso esté saturado de técnica o de desvíos, no por eso la poesía va a dejar de moverse… cuando realmente se quiere o se ama. Al final es lo que decía Cristo, que el Amor es la excelencia de la vida. Si falta éste, por muchos medios técnicos que poseamos, no hacemos nada. Me parece que no se puede descontar este factor de la historia y que podemos decir todavía: “Y, sin embargo, se mueve…”

Ahora que se acerca el día 21 de marzo, Día Internacional de la Poesía, podemos hacer estas lucubraciones, aunque caben muchas más, por supuesto.

Fdo: Juana Largo

 

 

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