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Opinión

Mercado y arte

Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre como el arte está condicionado en la sociedad actual al mercado y defiende que la educación no debe ser mercantilista y servir más para alimentar una sociedad libre y comprometida.

Hace unos días, en Barcelona, le entregaron el renombrado premio Gaudí al guionista Eduard Sola. Dijo, ante su reivindicación de su condición de familia emigrada a Cataluña: “Si mi abuelo era analfabeto y yo me dedico a escribir, es porque algo ha pasado, y eso se llama progreso”, y añadió: “Si estoy aquí delante recogiendo un Gaudí no es gracias solo a mí, sino a la escuela pública”

Pues bien, entendiendo y aplaudiendo al guionista que mereció el premio por el guion de “Casa en flames”, podemos añadir alguna que otra nota por este asunto del escribir, aunque lo queremos ampliar al arte en general, dado que no existe solo Barcelona en el mundo.

Y así, podemos ser conscientes de que, en la actualidad, aun teniendo este premio de reconocimiento a Eduard Sola, pues resulta que en el escenario de la escritura y del arte en general, prima el factor, bastante condicionador, del Mercado. Y el Mercado maneja la escritura. además de otras actividades. Solo la escritura que es comercial se lee o tiene éxito. Los brazos de pulpo del Mercado han llegado en nuestro mundo actual, a abrazar a casi todos los elementos de las actividades sociales, es decir, que muy poco se salva de la quema que el Mercado impone a la creación, dado que todo nace bajo la mala férula del comercio capitalista o del dichoso Mercado. Hasta en la Constitución de 1978 se da la referencia a la economía de mercado.

Parece ser que, para que algo tenga éxito o salga adelante hay que plegarse al supermercado mercantil, como si el resto de las cosas no tuviera valor alguno, y ni fuera libre. Lo demás, que no fuera dinerario o mercantil no serviría para nada, como decimos, y no serviría para criticar un desgobierno o una faena injusta de un Estado. Como si hubiera que pagar o cobrar hasta por las reivindicaciones sociales que nos atañeran, y ni mucho menos para las injusticias. Es como si el sistema capitalista absorbiera todo y nada pudiera estar fuera del campo del dinero o de lo mercantil. “Todo pagado”, es la consigna de nuestro tiempo que, con el neoliberalismo económico y político, termina por acaparar todo. Igual pasa con las demás instancias o artilugios artísticos.

¿Sirve de algo la escritura de una persona que escribe y teniendo en cuenta que sus antepasados eran analfabetos y no podían optar por la cultura?... ¡Según como lo miremos, claro está!

Ahora siendo la condición de que hay que escribir no contra el mercado, ¿sirve decir que hay que escribir y hacer arte para que las empresas –que pueden ser reaccionarias- ganen dinero, y que los problemas sociales no se solucionen?

Porque así nos podemos plantear si la educación sirve para algo social, no mercantil. Porque así nos podemos plantear si sirve para algo una familia que no sea mercantil. Porque así nos podemos plantear aquel lema de la ocupación alemana en Francia, del régimen de Vichy, cuando levantó la consigna: “Familia, trabajo y patria”, que ahora adoptan algunos países, más de los que creemos, y en plena democracia o en su desenvolvimiento, teniendo en cuenta que aquel era un movimiento nacional-capitalista y perjudicial con la libertad de vida de las gentes y obligando por la violencia a instaurar tal lema.

Así llegamos al tema de la debida educación pública en las diferentes comunidades.

Llegamos a la cuestión de que la educación no debe ser mercantilista y constituir un baluarte o un camino de acceso a la libertad y favorable a la sociedad, contra las acometidas del mercado o el dinero. La escuela pública es el primer hito del cual se puede partir para crear una sociedad libre y que no tenga que acogerse al dinero y que cree un campo de acción en el cual no todo tenga que comprarse o venderse, este es uno de los sentidos del socialismo, el cual debía reivindicar el personal un poco más, pues si nos atenemos al criterio capitalista o de mercado y en ello empleamos el recurso de la educación pública, vamos mal.

No se educa para tener emporios de dinero, por mucho que esté el mundo loco por el tema. Ha de educarse para la solidaridad y los valores humanos y sociales fuera del ámbito mercantil. Ahí reside un campo de acción de una libertad que no dependa del dinero, con lo cual el arte, o la escritura cobran un nuevo valor natural del cual nunca debieron haber salido. Si uno escribe para una ciudad que es la suya, mejor que lo hiciera fuera del mundo de los híper y de la consagración del dinero; no se hace arte o literatura para ser Rockefeller y luego que el resto del mundo se zurza, el dinero debería tener una función social, y si el mercado tiene una función social, no privada, estamos derrotando a ese enemigo del cual casi todo el mundo ha oído hablar pero que no sabe muy qué es y que nos aprieta las clavijas hasta la explotación.

Hasta cabría decir: “Si vivimos mal y con fluctuaciones de riqueza y pobreza y no hacemos nada, nos lo merecemos, porque estamos ateniéndonos a las normas sociales de lo privado, de alguno que otro que dice que, del “a río revuelto, ganancia de pescadores” “.

Somos uno y los demás, y partiendo del hecho de que el hombre es en gran medida una criatura social, no deberíamos dejar de atacar ese sistema en el que se compra y se vende todo para que nadie gane nada más que el espabilado de turno, como pudiera ser por ejemplo con el tema de las mascarillas del Covid. Y un creador no puede depender del dinero, porque el dinero siempre vence al trabajo y el esfuerzo y los cambia por billetes de pasta que solo hacen ganar a marchantes y gente así. Todo esto es hablar de la función social del arte, del arte comprometido, algo de lo cual se hablaba hace unos años y de lo cual no hemos aprendido. Aunque dijera Jorge Luis Borges que no le interesaba la literatura comprometida, por ende el arte, no por eso debemos bajar la guardia y hacer todo personal y privado como si no sirviera más que para algo de culto personal, y  no para las desigualdades culturales de la vida, por eso se habla aquí de que el mercado no puede ser el destino de lo artístico, eso es una ofuscación o un error en el cual hemos caído muchas personas relacionadas con el arte y que nos debería llegar a hacernos conscientes de que hacer arte por dinero, crea dinero, pero no arte, ni libertad, creemos…

Este debiera ser el progreso, el que si tu abuelo fue analfabeto y tú puedes hacer guiones, que sirva no para las empresas comerciales, sino para la gente o para la sociedad auténticamente socialista. ¿Que no cree nadie en el socialismo?, ese es otro problema, pero que se puede desarrollar y puede infectar a la gente y a la educación de la peste del Dinero o del Mercado. Puesto que, si no se da lo anterior, no te vas a llenar nunca de la gloria humana, sino de la de los ricos con su veneno y el arte dejará de ser arte y no producto cultural. La cultura ha de servir para la moralidad y estética de la gente en general,  con todas sus aperturas culturales, pero no para fines privados que, si valoran la cultura, es por el precio económico nada más…, “¡y nada menos!”, dirían ellos. Goya, por ejemplo, es un gran pintor porque pintaba para una comunidad y esta es la que lo valora, es un ejemplo…

Fdo: Juana Largo

 

 

 

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