La literatura femenina
Juana Largo defiende en este artículo de opinión el trabajo que le ha costado, y les cuesta, a las mujeres abrirse camino en el mundo de la literatura, en ocasiones frente a los intereses del propio mercado editorial.
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La literatura femenina
Con frecuencia se ha dado, en la historia de la literatura, el caso de mujeres que solo por expresar lo que sentían o pensaban en poemas o diversas composiciones literarias, solo por expresarse así, queriendo hacer solo eso, pues que han tenido que pasarlas, valga la vulgaridad, muy putas. O sea, que se la jugaban y en serio…
Ya no hablamos de dinero, ya no hablamos de reglas sociales de matrimonio o de conveniencia, ya no hablamos de que aceptaran políticamente la sociedad en que vivían o de cuestiones así: ¡solo por escribir ellas han sido negadas y ellas se han movido en el campo literario queriendo abrirse paso para poner públicamente sus asuntos de mujeres, es decir, que se encontraban sometidas y ellas se atrevían a escribir, como si el escribir fuera algo que ellas no debieran hacer ya que iba contra el decoro o el buen orden social…Solo por ser libres, por la libertad, ellas han escrito, ya no hablamos de intereses materiales o económicos
Y existe una larga lista de estas mujeres que se atrevieron a desafiar ese orden que les impedía ser escritoras (con la supuesta libertad que tienen los hombres, los que mandan en el cotarro del Sistema éste) y que, unas no consiguieron más que quedarse en diarios y en apuntes ocultos que no verían la luz, y otras sí llegaron a tener cierto reconocimiento.
Unos ejemplos que se me ocurren ahora, al hacer este artículo son los de Kate Chopin y, por otro lado, las hermanas Brönte, sin olvidar a Fernán Caballero y a Emilia Pardo Bazán.
Una prueba clara de todo esto es que muchas de ellas firmaban con nombres masculinos.
Ahora bien, actualmente, lo negativo sería que otras mujeres, que no creo que pase esto, que otras mujeres escriban por motivos en contra de la libertad que buscaron aquellas otras anteriores mujeres, esto sería la puntilla ya para el caso.
Con lo que se demuestra el por qué se escribe, si por dinero o por libertad; se demuestra ahora que el mercado editorial tiene tan pillada a la población general y sobre todo el mundo femenino, teniendo que escribir muchas veces las mujeres de acuerdo con los intereses de ese mercado, puro dinero, y en contra de los propios intereses emancipatorios de las mujeres…
¡Hasta qué punto el mundo del dinero puede crear conciencias convenientes al poder! Es impresionante en la actualidad el caso de muchas mujeres que escriben desvirtuando el mensaje femenino, para ganar dinero sirviendo a los falos que les mandan o para prostituir no solo la literatura auténtica femenina sino también incluso la tarea misma de lo que la literatura es en realidad.
Lo que demuestra lo que significa realmente, aun con todo este mundo del dinero, en la vida y en las sociedades: que la literatura (que es el campo que estamos tratando y el que nos pilla más cerca) es pura expresión de libertad. Aquellas que se exponían a castigos de maridos o de familias o de jueces o de manicomios, eran las que demostraban hasta qué punto el arte, la literatura son valiosos, no obstante, el mundo esté tan mercantilizado.
En la actualidad, escribir podría ser un acto revolucionario. Como lo era en aquellos otros tiempos de censura contra las mujeres. Lo importante es lo que luchaban, lo que hacían de sacrificio porque confiaban en la buena fe de la literatura y de la buena gente que les leyera, en aquellos tiempos en los cuales se dio cierto despertar de las mujeres. Lo hacían nada más por tener voz.
Y esto sucedía en una sociedad relativamente antigua tan parecida a la nuestra, tan similar de tal forma que muchas veces vemos esta sociedad (yo hablo desde Soria y desde España) como una repetición de la jugada de pasados tiempos en los cuales la estima a las mujeres dejaba mucho que desear, cuando estaban sometidas a las normas de solo reproducción y de solo apoyo de los maridos y los personajes masculinos y les eran encomendadas cuando no eran tareas domésticas solamente, también papeles secundarios en el trabajo o, mejor, “papeles en los cuales ellas tenían que tener una posición menor o de niñas o de dependientes o de esclavizadas o de tareas secundarias siempre, siempre por debajo de los esposos o las personas masculinas en las que vivían, de tal manera que eran condenadas a la ausencia de libertad, o, con mucha suerte, postergadas para un futuro que, por entonces, no les llegaba nunca, no sé si en la actualidad es así también. Esta situación, cualquier persona que haya vivido en la Dictadura franquista –tal como manifiesta Almudena Grandes, por ejemplo- y en las postrimerías de ese franquismo hasta la hora presente en que han roto la cáscara del huevo los movimientos feministas, esta situación la puede comprender cualquiera que haya sido testigo de la reciente historia de España.
Cuando los poderes autoritarios, tradicionales y conservadores reprimían a las personas y querían hacerlas débiles para el progreso de los machotes.
Y hay que darse cuenta en este escrito que no será tan comprendido por hombres que por mujeres, a pesar de la supuesta igualdad legal. Se quiere remarcar que, las mujeres, solo por ese hecho de género, han estado supeditadas de tal manera al macho que han tenido que dejar para un futuro mejor su interés por la literatura y por el arte, que las mujeres siempre han sido consideradas menores o inferiores. Y no olvidemos que antes, en aquellos tiempos a los que nos referimos, ellas luchaban no por lo que luchaba un hombre con la literatura: poder, prestigio, galones, medallas, dinero, preeminencia social, jerarquía, plasmando todo un inmenso bloque de literatura que ha quedado plasmado en los últimos tiempos con la preponderancia de la literatura de los hombres en una Historia que parece que solo les ha servido a ellos y que solo hubieran hecho ellos. Repasen ustedes un poco la literatura española desde la denominada Generación del 98 hasta la actualidad: casi todo o todo, hombres.
Bien es cierto que, ahora, recientemente, para considerar con más amplitud de sentido la denominada Generación del 27 tiene pareja con las denominadas “Sin sombrero”: esto es un logro, tal descubrimiento que se ha hecho muy recientemente…Lo cierto es que, de todos modos, siguen predominando los hombres en el elenco literario y artístico y que la igualdad o, al menos, el reconocimiento de una literatura “femenina” me parece lejos de reconocerse. Puede haber una literatura de mujeres predominantes en nuestra sociedad, aunque parece que los sufrimientos, los sinsabores, las necesidades de la economía, los problemas históricos actuales, las guerras, la austeridad y la recesión están echando para atrás, como si fuera su verdadero sitio, a las mujeres. Están, estamos siendo postergadas como en los peores tiempos. Lo malo es que los hombres, casi siempre, digan, ante una literatura de hombres y una literatura de mujeres, y como si lo corroborara la ciencia más auténtica y acertada del mundo, amparándose en tal premisa científica, que “ellas escriben peor”.
Fdo: Juana Largo Lagunas