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Opinión

Un barco sobre aguas infectadas 

El doctor ingeniero de Caminos, Ricardo Minguez, llama la atención en este artículo de opinión sobre la obsesión cortoplacista del Ayuntamiento para acometer el proyecto del barquito del Duero-Los Rábanos, una inversión a todas luces no prioritarias, cuando no se acometen otras que sí deberían serlo, como por ejemplo las reformas precisas de la red de alcantarillado para evitar vertidos de aguas residuales al cauce del Duero y, por tanto, al embalse de Los Rábanos por el que discurrirá el proyectado barquito.

Un barco sobre aguas infectadas 

La concejala de Turismo del Ayuntamiento de Soria está encantada con el proyecto del barquito del Duero Soria- Los Rábanos. Un proyecto que se presentó como parte del más general “Soria Orígenes”, ya en 2021, y que el 24 de noviembre ya anuncia un concurso para su construcción. Se trata de desarrollar una idea muy positiva para facilitar el conocimiento y disfrute de los preciosos parajes que recorre nuestro río a lo largo del embalse de Los Rábanos.

El presupuesto inicial se estimaba en 900.000 euros de un total de 2,6 millones del conjunto de “Soria Orígenes” (Duero y Valonsadero, según prensa de febrero de este año) y ahora se habla de 2,5 millones para el asunto del barquito. Dineros procedentes de Europa con obligación de iniciar su inversión en 2024.

Sin embargo, siempre hay un pero cuando los asuntos se miran a medio y largo plazo y no con la obsesión cegadora de hacer cuanto antes lo que se pueda y como se pueda. Cuando se atiende a la racionalidad de las prioridades en la inversión municipal y en los criterios de oportunidad. No se trata de oposición al proyecto; se trata de alejarse un poco para mirar desde más lejos la conveniencia y justificación de esa inversión, no vaya a ser que tengamos un barco varado desde su construcción.

El Ayuntamiento ha recogido la idea de aprovechar la inauguración de la nueva estación depuradora de aguas residuales de Soria en Los Rábanos para desarrollar un gran “Parque del Duero” (de las Letras, sugerí en 2019) entre Garray y Los Rábanos, y eso está muy bien. La idea se basaba en que una vez funcionara la nueva depuradora las aguas del Duero entre Garray y Los Rábanos contarían con una excelente depuración, y el Duero, en ese tramo, podría aprovecharse para nuevos proyectos de ocio y deportes náuticos, con su obvia vertiente económica para la ciudad. Una oportunidad única para que Soria fuese un centro ejemplar de atención medioambiental con una doble ventana de cuidado y disfrute de la naturaleza y de un compatible  aprovechamiento económico.

A nadie se le escapan las elementales dificultades de tal proyecto. Asegurar su base medioambiental y lograr las inversiones precisas para su implementación; pero, sobre todo, desarrollar la concepción del proyecto y no iniciarlo con actuaciones puntuales carentes de su encaje en una planificación general tanto en contenido como en financiación y plazos. Parecen observaciones de Perogrullo, pero también parece que es necesario recordarlas.

  En primer lugar la base medioambiental del proyecto: que las aguas estén depuradas con las más modernas tecnologías y exigencias químicas y biológicas. Algunos hemos insistido en lo prioritario de resolver las carencias del proyecto de la nueva depuradora, que pueden resumirse en la falta de garantía de depuración de las aguas residuales del término municipal de Golmayo (Camaretas, Golmayo, Fuentetoba y Carbonera de Frentes), que no se conectan a la nueva depuradora y que vierten al embalse de Los Rábanos con un mínimo nivel de depuración, y en los vergonzosos vertidos directos del alcantarillado de Soria al Duero en caso de tormenta. Para lo primero no bastaría la actuación municipal de Soria (que ni siquiera ha abierto la boca para exigir a la Junta de Castilla y León y al Ministerio para la Transición Ecológica su correcta resolución), pero para lo segundo el único con competencia y obligación de ejercerla es el Ayuntamiento de Soria, y, que se sepa, no entra en sus planes acometer una solución (ni proyectos ni presupuestos, y ojalá me desmintiera el Ayuntamiento). Y sin resolver esos dos problemas huelga cualquier otra actuación en el río.

En segundo lugar la redacción de un proyecto general del Gran Parque del Duero al que se adapte cada una de las actuaciones particulares. Lo correcto sería la convocatoria de un concurso público a nivel, como mínimo, nacional, no vayamos a terminar con otra chapuza como las penosas del Paseo del Espolón. Y a partir de ese proyecto general desarrollar los proyectos de detalle de las sucesivas actuaciones acordes con el imprescindible calendario de inversiones.

 Perogrullo: primera actuación: las necesarias obras para resolver el problema de vertidos directos al Duero. ¿O es que en Europa sólo hay euros para adoquines y actuaciones superfluas como el pretendido barquito? ¿No será que el Ayuntamiento ha optado por presentar propuestas para actuaciones de imagen, abandonando por “complicados” los temas de calado para la ciudad? Y no se argumente que son necesarios presupuestos de mayor envergadura; para eso se inventó algo tan sencillo como la construcción por fases.

Es de suponer que la  señora Santos, concejala de Turismo, habrá tenido en cuenta las anteriores consideraciones de Perogrullo y las habrá sometido al menos al equipo de gobierno municipal y a los representantes de los partidos políticos de la oposición (que también parecen embobados soñando con travesías fluviales dignas del Misisipi) antes de embarcar a Soria en la construcción de un barquito que consumirá un presupuesto que debiera destinarse a la solución de los problemas de la red de alcantarillado de la ciudad.

A la señora Santos, concejala de Turismo, le encanta el medio ambiente, imagino que su protección. Habla de una “biodiversidad incalculable” en ese tramo del Duero y de la “herramienta de educación ambiental” que puede ser el futuro barco. Habla también de una futura vía ferrata en alguna de las márgenes del Duero sin contar con el comentado e imprescindible proyecto global del Parque y con el peligro de condicionar así otras actuaciones. En fin, ese amor al medio ambiente y a la educación ambiental ¿no debería plasmarse en dedicar sus esfuerzos a lograr que el Ayuntamiento liquide los vergonzantes  vertidos directos al Duero de aguas residuales, bien visibles por sus amados 80.000  turistas?

Tiene Soria, tenemos los sorianos, un Ayuntamiento que no cesa de dar pruebas de abandono de cualquier asunto que requiera o bien poner orden en el urbanismo (en manos de los promotores privados) o bien actuaciones con resultados a medio o largo plazo. El anuncio del concurso para la construcción del barquito del Duero encaja en esa estrategia cortoplacista contraria a los elementales principios de buen gobierno. Hágase el barco, sí, pero en su momento y con las precisas obras de acompañamiento como un elemento del Gran Parque del Duero, no como una ocurrencia para distraer la atención de los sorianos.

Fdo: Ricardo Mínguez, Dr. Ingeniero de Caminos

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