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Opinión

La hipocresía de la política y de las administraciones respecto al campo

El presidente de la Cámara Agraria Provincia de Soria, Carmelo Gómez, censura la postura de la Junta de volver a prohibir cosechar en estos días de agosto, tras la sentencia de hace pocos años que le dejo claro que no podía hacerlo. Puestos a prohibir, hay mucho que podría hacer, porque el riesgo cero no existe en esta vida.

La hipocresía de la política y de las administraciones respecto al campo

Para ponernos en situación, hay que recordar que en 2022 ASAJA Soria interpuso un recurso contencioso administrativo contra la Junta de Castilla y León, anulando una resolución que prohibía la cosecha. La organización agraria recurrió la prohibición en defensa de los agricultores y cosechadores de la provincia. En solitario y costeando todos los gastos por parte de ASAJA, ese resultado positivo que se obtuvo después en los juzgados no lo agradecieron muchos que estaban criticando a la opa, a pesar de ser beneficioso para todo el sector.

Y ahora estamos en la misma situación, porque la Administración sigue pretendiendo no dejarnos recoger el fruto de la cosecha o, lo que es lo mismo, las ‘nóminas’ que tenemos en el campo, y de las que dependemos todo el resto del año los agricultores y nuestras familias.

La Administración, de una manera retorcida y torticera, busca conseguir lo que en su día no pudo, que es que paren las máquinas cuando ellos consideran que hay un riesgo elevado. Y eso sin tener en cuenta el daño que están causando en primer lugar al agricultor, que es el que se juega su sueldo.

Es triste escuchar día y noche a los políticos hablar de la España vaciada, y que “hay que hacer esto y que hay que hacer lo otro”, cuando en la práctica están yendo a saco a por la mayor industria que tiene esa España, que es la agricultura y por extensión la ganadería. En cuestión de poco tiempo tendremos que ir a las urnas. Un mantra que habrá en nuestros campos en ese momento será que hay que defender a los que están en la España vaciada, pero cuando de verdad llegue el momento de afrontarlo, no pondrán más trabas porque no pueden, a no ser que lo que pretendan sea dejar todo expedito para que vengan cuatro señores a cazar o a pasar dos semanitas en verano. Si esto es así, apañados vamos.

Desde las administraciones se toman medidas que son muy lesivas para el campo y les da lo mismo todo, incluso aunque un tribunal se lo haya dicho. Se empecinan en retorcer las cosas para ver si sus equipos jurídicos nos la pueden colar por algún sitio otra vez. Y mientras tanto, el que sufre es el agricultor, porque esa prohibición deja sin efecto todos los seguros que puedan tener cosechadores y agricultores, en esas horas concretas y zonas. Y en caso de accidente las compañías aseguradoras pueden apelar a una resolución del director general de Patrimonio Natural para declarar que no corresponde indemnización alguna al asegurado frente a la responsabilidad que se le pudiera exigir por los daños o gastos de extinción, aunque después en los tribunales la administración pierda y no tenga la razón. Una cabeza bien amueblada puede aguantar el tirón o el desastre, y mirar para adelante con mucho arrojo y paciencia, pero también puede tener una debilidad y hacer alguna burrada incluso contra su integridad física, y todo ello para que finalmente un tribunal diga que lo que estabas haciendo era legal sin que nadie revierta esa situación.

El riesgo cero no existe, ni hoy ni hace 10 años ni 30… La situación a la hora de recoger la cosecha es muy comprometida. Estamos trabajando con material altamente combustible. Pero si nos fijamos en el número de incendios y hectáreas calcinadas por lo que es derivado de la agricultura en una campaña normal, vemos que es un porcentaje muy, muy, muy bajo.

Por parte de las administraciones es muy cómodo poner la venda antes de la brecha, y cargar directamente contra el agricultor, que es el que más pierde porque se juega el sustento de su familia, en vez de tomar otras medidas, como puede ser la limpieza de los montes. Si nos damos una vuelta por los montes de la provincia podemos ver el estado desastroso de la mayoría. También se pueden hacer cortafuegos porque los pocos que hay, en muchas ocasiones, están llenos de materia combustible que dificulta todavía más atajar un fuego. Se pueden aplicar además ayudas medioambientales, como ASAJA ha propuesto alguna vez. De esa forma en determinadas fincas se dejarían cortafuegos, a cargo de esas compensaciones.

Me rebelo porque siento que esta medida perjudica gravemente a Soria, ya que, como en 2022, se dicta cuando la mayoría de las provincias ya han acabado de cosechar y además se excluye a los regadíos, algo tan escaso en Soria por desgracia. Considero un despropósito y una prepotencia manifiesta de los responsables de la Administración el no ser capaces de aceptar que no llevan razón y buscan rizar el rizo para que se la concedan. Lo vistas de blanco o lo vistas de azul, la cosecha hay que hacerla en su tiempo y forma, al igual que ellos cobran los sueldos a final de mes.

Esperemos que las administraciones recapaciten y no carguen todo contra el agricultor. Es triste cuando vemos en estas épocas del año que enseguida la sospecha recae en cosechadoras o empacadoras, pero cuando el siniestro es fuera de campaña no se suele aclarar nunca o casi nunca cómo ha sucedido. Por no hablar de incendios como el reciente de Tarifa, en Cádiz, no producido precisamente por labores agrícolas, sino por el ocio y esparcimiento. Si la administración se pone a prohibir, ya puede ir cerrando el camping de Tarifa, las catenarias del tren, los parques de atracciones veraniegos, las discotecas en zonas rurales, los coches -desde las autopistas de peaje a las carreteras comarcales-, los hoteles rurales, etcétera.  En política lo que manda son los votos, y siempre parece que van a atacar a los que menos fuerza en número tienen y ahí es donde está la verdadera clave de la hipocresía y dejadez respecto a la España vaciada…

Ya he dicho que las cifras suelen ser muy bajas, y la prueba es que en lo que llevamos de año tan solo uno de cada 10 incendios accidentales (no intencionados) han tenido relación directa con cosechadoras, pero se vuelve a incidir sobre este colectivo dentro de las medidas preventivas. Y ello cuando además esta actividad ya cuenta con una prohibición que todos conocen y que es la de no trabajar cuando se cumple la regla 30/30 (más de 30 grados y velocidad del viento superior a 30 km/h), además de un plan de vigilancia, disponiendo, al menos, de una persona que se mantenga alerta mientras se cosecha y disponer de medios de extinción suficientes para controlar el posible conato (dos mochilas con agua y dos batefuegos).

Parece que algunos no se dan cuenta de que la cosecha del cereal se aborda en plena época estival, pues no hay otro modo de hacerlo, y estamos hablando de una actividad empresarial de primer orden que genera ya no solamente producción de alimentos, que es algo vital, sino beneficios a toda una provincia como Soria. Déjennos trabajar, demos la importancia que tiene a la cosecha y no expongan a la ruina a los agricultores al prohibirles obtener el fruto del trabajo de todo un año, con labores que deben hacerse en verano sí o sí.

Fdo: Carmelo Gómez Sanz. Presidente de la Cámara Agraria Provincial de Soria

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