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Opinión

Experiencia sobre las Ciencias Sociales

Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre el concepto de ciencias sociales, su evolución histórica y su relación con la política. Rechaza hacer ciencia aplastando los valores humanos y naturales.

Experiencia sobre las Ciencias Sociales

Esta “experiencia”, lectora o lector, es la que he tenido yo en Soria. Y eso que, a menudo, en diversos ámbitos de otras partes del mapa o en departamentos de universidades, se tiene también este tipo de experiencia. La lucha viene de muy atrás, de antiguo.

Las Ciencias Sociales, o también conocidas como “Ciencias Humanas” no están todavía consagradas como método científico válido para la afirmación de que sirven para algo positivo… Sino no positivo o negativo.

Fue el francés Comte (s. XIX) quien dio este cariz a las denominadas Ciencias Humanas, adoptándose sus premisas por diversos círculos sociales y círculos de grupos de científicos que empezaron a adoptarlas. Y desde que la adoptó el Estado de Brasil, a que todo el recorrido de la ciencia las quiso admitir pasó o sucedió un hecho particular. Que las ciencias y el cientismo no tenía mucha calidad en sus investigaciones y aplicaciones y que de todos modos la Sociología comteana, se hizo con ese aliento por persistir la Ciencia sobre todos los demás campos de estudio y dominio de una razón ebria que tenía que justificar todo ante los posibles movimientos cientistas que se dieran en Francia y en extrarradios.

Comte supuso, más que el hacedor de un método: la gratificación a lo positivo del saber, mientras lo negativo quedaba rezagado y todo aquel que no se apegara a lo positivo, parecía quedar postergado del progreso del conocimiento. Fue como un BOOM de la Ciencia tal que nada pudiera escapar de ella y de que aquello que quedara en el supuesto negativismo, preguntándose, como buen humano, por el sentido de la vida con sus complicaciones, algo que hizo retornar a algunos científicos al pensamiento tradicional, cosa que no se había dado nunca en la Historia y que se daba en el periodo en que Comte aplicó su filosofía, que antepuso a todo el saber que venía de antes.

Comte le dio protagonismo a la Ciencia de tal manera que las mujeres y los hombres empezaron a creer en que algo bueno habría de darse en la ciencia positiva. El desencanto vendría después, pero era demasiado tarde, porque se dieron guerras mundiales entre otras, en las cuales los estudios humanísticos y de avance en la problemática social, serían hechos trizas para darnos luego otras filosofías, más sociales y novelescas, de tal manera que, ahora, en la posguerra los hombres se abandonaban al arte marcial de la lucha, algo que se ha mantenido hasta nuestros días en los cuales los paradigmas sociales de la filosofía positiva, se vio que eran un fraude, al final la Ciencia era lo de siempre sin dar mucho pie al optimismo. Lo cual dio como resultado el desencantamiento y el constreñimiento de los científicos y de las sociedades, algo que, ahora, con la que ha venido tras esos años, da mucho pie a la especulación y al descreimiento práctico de la doctrina positivista…

De todas formas, lo que se quiere exorcizar aquí es la convicción no solo de engaño de las gentes por los Estados que se apoyaban en la reacción, sino el fracaso de las denominadas Ciencias Sociales, que más parecen cuando se reúnen sus acólitos, una reunión de obsolescentes y de ovinos para sacarle madeja a la nada que es la realidad misma, pues la realidad es muy cruel, más de lo que parece. ¿Qué ciencia positiva se puede aplicar teniendo en cuenta las catástrofes de nuestro tiempo? Por desgracia todo queda, cuando se le quiere dar el tratamiento de científico, como un paisaje desolado anti-humanista, antes que un gobierno de la salud y de los estudios y del cuidado de la Tierra. El humán es un bicho de la Tierra. Y ahora entramos en la cuestión moral.

Actualmente algunas gentes de algunos Estados, dan nota de que las convicciones morales se aplican en el elenco teatral en las debidas practicidades de la realidad… Y no es solo esto: que las ciencias convencionales, sean un frasco de colonia para que no se nos caiga el pelo, sino que, por lo general, en el marco de las Revoluciones Industriales, tratemos de avanzar hacia algo que llamamos progreso, y que no lleguemos al progreso ético de lo que debe ser una sociedad con principios como los de la tolerancia y la solidaridad y la libertad.

Cuando un científico utiliza sus recursos para hacer avanzar a las sociedades o crear marcos de convivencia, o de aceptación de los principios humanos, y no los deshumanos, nos damos cuenta de que ese sujeto, sea quien sea, mira a la sociedad con la confianza que pueda dar. Cuando un científico, nos da otra cosa, más que, por ejemplo, nos da una ideología de muchos pares para utilizar la ciencia de manera de un partido político o de otro, nos damos cuenta de que ahí no hay solidaridad y, además, manipulación de la ciencia con fines políticos. Y a todo esto una nota de ADENDA:

Los científicos que juegan con la política, aparte de no ser los más aceptados y ser dadores de odio, con todo el odio moral que puedan tener, que a la postre no es más que un atavismo de su sociedad en contra de otra que quieren controlar y de la que dicen que son “anti-científicos…” Es decir: que hacer ciencia para que sirva para nuestro desarrollo político, si es aplastando los valores humanos y naturales, o que convierten la política en campo de batalla moral, adultera no solo la noción más elemental de ciencia y canta a los valores y a la moral que, en la actualidad, es la de los conflictos universales. Y eso no es ciencia. Tenemos que aprender mucho todavía.

Fdo: Juana Largo

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