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Opinión

Eternas travesías 

Ricardo Mínguez, doctor Ingeniero de Caminos, desde su experiencia profesional aporta en este artículo una mínima crítica constructiva a las obras de "humanización" de las travesías de Soria. Pide reflexionar tanto al Ayuntamiento como a los responsables del Ministerio de Transportes sobre las negativas consecuencias para la ciudad de Soria de las futuras calles, ahora en ejecución, si no se revisa y corrige su misma concepción.

Eternas travesías 

Eternas, sí, porque a la vista de las obras que, con absurda contumacia, se ejecutan en nuestra ciudad, continuarán siendo eso, travesías, por tiempo indefinido y en claro perjuicio de la vida diaria de los vecinos de la ciudad. A las generales protestas por la concepción de las nuevas calles prometidas no se ha dado una mínima respuesta por los responsables de las obras ni por el o los autores de los proyectos.

 Está bien que el Ayuntamiento recurra a la contratación de una empresa externa para comprobar la correcta ejecución de unas obras que deberá recibir una vez terminadas. Pero no es esa la principal cuestión a resolver ahora. Porque los principales problemas están ya, sin duda, en los proyectos de construcción. Problemas en la concepción de unas calles urbanas que se tratan como tramos de carreteras en campo abierto o que atravesaran un pequeño polígono industrial. Desde luego, no como principales ejes viarios de una ciudad habitada por personas que viven y se desplazan, a pie o en sus vehículos, para sus diarias actividades laborales, comerciales o, sencillamente, sociales de todo tipo.

Y eso con un título en esos proyectos, tan rimbombante como falso, de humanización de las antiguas travesías de las carreteras nacionales que atraviesan la ciudad. Nada más lejos de esa pretendida humanización. Como profesional en el campo del urbanismo y con larga experiencia en el tratamiento de las redes viarias urbanas, me duele decir que los proyectos en ejecución constituyen una muestra de la peor práctica ingenieril, bien por su desastrosa concepción, bien por el absoluto desprecio o desinterés por materializar esa humanización anunciada y realmente traicionada.

 Dudo que para la redacción de los proyectos se hayan realizado los estudios previos imprescindibles sobre movilidad de personas y vehículos en los entornos de influencia de las repetidas travesías. Dudo de la experiencia profesional en áreas urbanas del autor o los autores de los proyectos. Dudo de la capacidad de los supuestos responsables municipales para la oportuna revisión de los proyectos antes de su aprobación, previamente a la contratación de las obras (o, peor aún, de que aquella revisión haya tenido lugar).

 Ya expuse mis primeras observaciones sobre la barbaridad que para Soria supone la supresión de cruces para vehículos y peatones, obligando a todo el tráfico, con independencia de la mayor o menor longitud de sus recorridos, a circular por Eduardo Saavedra y avenida de Valladolid para realizar TODOS los giros a la izquierda en las nuevas rotondas, situadas a importantes distancias.

 Las consecuencias son dobles: la principal, la partición de la ciudad en barrios aislados como si de recintos cerrados independientes se tratase; y desde el punto de vista del tráfico, el innecesario alargamiento de los recorridos (pregunten, por ejemplo,  a un vecino de la calle Zamora que desee ir a entregar su vehículo en la casa Seat), sin ninguna ventaja para la ciudad, y los atascos asegurados (mayores tiempos de viaje, mayor consumo de  combustibles, aumento de la contaminación, malos humores, accidentes). ¿Acaso suponen que con esa ordenación va a mejorar la calidad ambiental de los barrios situados en las márgenes de las nuevas calles? ¿Que van a conformar así unas áreas estanciales beneficiosas para la mejor convivencia en las mismas? No es tan fácil o elemental el conseguirlo, y, desde luego, no para amplios barrios como es el caso de la avenida de Valladolid y de la calle Eduardo Saavedra. No es ese método simplón la técnica para lograrlo.

 Sobre las rotondas como definitiva y mágica solución. 1º) Son la ordenación adecuada en intersecciones con reducidas intensidades de tráfico y regulación fija. 2º) Cuando las intensidades del tráfico aumentan o el tránsito de peatones es elevado, requieren la regulación con semáforos y la dotación de amplios espacios para almacenamiento de vehículos (mayores diámetros de la rotonda) o alejar los pasos de peatones, lo que implica la ampliación de recorridos. De otra forma se producirán retenciones o atascos como los que ya se observan, por lo que no es buena solución la proyectada de concentrar en las nuevas rotondas la práctica totalidad del tráfico de la ciudad.

 No se trata de ordenar el tráfico en unas carreteras en campo abierto, atendiendo principalmente a su seguridad. Tampoco se trata de un polígono industrial con importante carga de vehículos pesados. Se trata de una ciudad, en que la movilidad debe prevalecer en las ordenaciones del tráfico en sus calles. La capacidad de éstas no debe ser un problema para los volúmenes de tráfico habituales en Soria, problema que sí se crea con la eliminación de alternativas que faciliten esa movilidad. La separación de la ciudad en barrios independientes, nunca será la mejor solución.

 Como ya he expuesto en este medio, para que las nuevas avenidas reúnan las condiciones de urbanas, deberían establecerse, además de las rotondas proyectadas, cruces de calzadas para peatones y vehículos a unas distancias aproximadas de 100 metros, coincidiendo con las actuales calles transversales y reguladas con semáforos. La solución proyectada (parece que corregida en algún paso de peatones en la avenida de Valladolid) es cualquier cosa menos urbana o, como gustan de pregonar, “humanizada”.

  El colmo de lo hasta ahora visto es el tratamiento de la carretera de Logroño entre el acceso al Mirón y el final de la ciudad urbanizada. Al margen de la impresentable altimetría de la nueva rotonda construida al final del tramo (con un lomo y una piscina en  polos opuestos, lo que es de esperar se corrija de inmediato), el tratamiento de éste en su conjunto es un delirio de mala funcionalidad. Con un ancho de calzada más que suficiente se ha dispuesto otro “bulevar” modelo Alcalde que impide los giros a izquierda bien para acceder a la calle Gerardo Diego, bien para salir por la calle Enrique Tierno Galván, cuando en la calzada que los absorbería con un posible carril específico para los giros, se disponen dos carriles, de todo punto excesivos para el tráfico de paso.

 Pero el laurel se lo lleva el cruce del acceso al Hospital y al Tanatorio municipal con la calle Clemente Sáenz (La Florida), en el que se suprimen los cruces y los giros a la izquierda, con la excepción señalizada para  las ambulancias que salgan del Hospital. Se obliga al tráfico de salida de Hospital y Tanatorio a girar a la derecha y acceder a la anterior vergonzante rotonda para regresar a la ciudad. Se ha eliminado sin ninguna justificación la anterior regulación con semáforos que permitía, sin ningún problema, todos los movimientos. ¿Han tenido la precaución de realizar unos sencillos aforos antes de adoptar tan importante decisión? Y aquí queda claro que no hay ninguna intención de reducir el tráfico de vehículos en los barrios adyacentes, sino que el proyecto se ha realizado como si de la travesía de un pequeño polígono industrial se tratase. Como estrambótico remate una impensable parada de autobús.

 En resumen, y sin entrar en la calidad de la ejecución (¿qué ha sido del rejuntado de baldosas y bordillos de jardineras en la mayoría de las aceras ya ejecutadas? ¿o de la correcta colocación de los pavimentos, sin cejas entre baldosas? ¿y esos radios mínimos en los bordillos de algunos accesos a las calles locales?) ni en la pobreza del tratamiento de las agresivas  jardineras (tan denunciadas sin ningún resultado), lo que se precisa es una revisión urgente de los proyectos en construcción para dotarlos de intersecciones (reguladas con semáforos en los ejes principales) que atiendan a la mejor movilidad de vehículos y peatones.

 El Ministerio de Transportes ha comprometido una considerable inversión para transformar las impresentables travesías de la ciudad de Soria en modernas avenidas urbanas (“humanización de las travesías” es el lema de los proyectos) como paso previo indispensable, pactado con el Ayuntamiento, para su posterior entrega a este último. La realidad de las obras contradice por completo esa finalidad, debido, más que probablemente, a la mala calidad de los proyectos de construcción. Corresponde al Ayuntamiento, a su flamante Alcalde, exigir las necesarias correcciones al Ministerio de Transportes, y a éste su urgente realización. Otra cosa significaría un atropello a lo pactado y un resultado nefasto para las condiciones de movilidad de los sorianos.

 Aún es tiempo; cuando las obras finalicen todo será más complicado y mucho más caro, es decir, inviable.

Fdo: Ricardo Mínguez Izaguirre, Dr. Ingeniero de Caminos

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