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TRIBUNA / ¿Qué hace alguien como usted en un sitio como éste?

Ángel Coronado incide con humor en este artículo de opinión sobre lo erróneo que es trasladar directamente a la aldea lo que es propio de la ciudad.

TRIBUNA / ¿Qué hace alguien como usted en un sitio como éste?

Cuando se habla de lo que no se conoce pasa lo que pasa. Es por eso que pasa lo que pasó.

ALDEANO: ¿Conoce usted lo que es tener ochenta y cuatro años?

CIUDADANO: No. Soy más joven pero me lo puedo imaginar. Me lo estoy imaginando. No tengo más que recordar a mi abuelo.

ALDEANO: ¿Conoce usted lo que es subirse a un olivo tricentenario teniendo ochenta y cuatro años para coger las cuatro aceitunas de aquélla rama, la de la izquierda? (voz en off apunta un artículo cuyos datos precisos de cita no encontramos y en el que se muestra no solo la dureza de la idílica vida rural sino la identidad de fondo que sus problemas guardan con respecto a los de la ciudad. El artículo en cuestión viene a poner sobre la mesa lo erróneo de trasladar directamente a la aldea lo propio de la ciudad, cosas diferentes, cierto, pero al final y en su conjunto, efectos de idénticas causas de orden estructural.)

CIUDADANO: No, pero mi abuelo se subía y las cogía.

ALDEANO: ¿Conoce usted lo que es irse al otro barrio tres días después de haber cogido las cuatro aceitunas de aquélla rama, la de la izquierda, habiéndose subido antes a un olivo tricentenario con ochenta y cuatro años a cuestas?

CIUDADANO: No, pero le doy a usted mi más sentido pésame.

ALDEANO: ¿Qué hace usted por aquí?

CIUDADANO: Hago turismo. Soy turista ¿No lo ve?

ALDEANO: No. Pero el padre de mi abuela…. Un día se fue a las Indias… No tengo más que recordar a mi abuelo. La Sinforosa y yo nos fuimos a su pueblo cuando lo de la guerra.

CIUDADANO: ¿Conoce usted lo del curro? ¿Lo de la guardería, la escuela y al curro antes del toque de la sirena a las ocho en punto de la mañana?

ALDEANO: No, pero mi abuelo limpiaba el gallinero después de haber cagado en la cuadra y luego a matar al cochino.

CIUDADANO: ¿A matarlo? ¿A qué cochino, a la mascota?

ALDEANO: No, al cochino. ¡Sinforosa, el cuchillo! ¡Las morcillas! ¡las güeñas! ¡Los chorizos!.

CIUDADANO: ¿A qué cochino, a la mascota?

ALDEANO: ¡La sangre, Sinforosa, la sangre! ¡Y a lavar el mondongo al río!

CIUDADANO: ¿A qué cochino, a la mascota? ¿El mondongo? Dirás el bodrio, colega, que me lo dijo mi abuelo y yo a mi abuelo, vamos, yo por mi abuelo…, se lo juro a usted, yo por mi abuelo…, no mato, eso no, pero le juro a usted…

ALDEANA:  De mondongo nada. En mi pueblo eso ha sido siempre bodrio. Este señor está en lo cierto. Y al río, a lavar el bodrio. El mondongo es morcilla, querido. Soy la mondonguera, querido. (de nuevo la voz en off nos pone al tanto. El cochino chilla. El aldeano le hiere justo en la base del cuello, directo al corazón. Tiene buena mano. El aullido es casi humano. Lo recuerdo estremecido. La fuente de la vida brota impetuosa y el hermosísimo rojo de la sangre se apodera, gracias a Dios, del aullido estremecedor y lo apaga y extiende un olor por todo el escenario e incluso por parte del patio de butacas, un olor mucho menos hermoso pero tampoco desagradable. En mi opinión poco grato sin embargo. No me gustan las morcillas. Soy cristiano viejo pero no me gustan las morcillas. Excepto las de Burgos, saladas, poco arroz y mucha cebolla. Cosa frita, refrita mejor que cocida. Detesto la morcilla dulce, y mira que por La Rioja corremos, por el vino sí, claro que sí, pero la morcilla dulce no, claro que no.  

ALDEANO: De bodrio nada, Sinforosa. ¡Mondongo, mondongo y mondongo

Y se armó la de Dios es Cristo. Todos tenían razón, pero no la tenía ninguno. Cuando se habla de lo que no se conoce, pasa lo que pasa. Es por eso que pasa lo que pasó, que se armó la de Dios es Cristo.

CIUDADANO: ¿A qué cochino, a la mascota? ¿El mondongo? Dirás el bodrio, colega. Y al cerdo, ya fiambre (que me lo dijo mi abuelo) se le chamusca.

ALDEANO: ¡Al cochino agua hirviendo y luego ráspalo con el tejo! ¡Déjate de pata negra. Al cochino se le deja limpio, como el culo de un niño.

ALDEANA: ¡¡¡Al cochino se le chamusca con aliagas o si acaso con bálagos de centeno!!! Es una perdición. Ahora lo queman con el soplete. Es una perdición (de nuevo se nos informa de que se armó la de Dios es Cristo) 

Fdo: Ángel Coronado

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