Save the Children alerta de que los niños de Myanmar se enfrentan a una crisis sanitaria
A casi dos semanas del devastador terremoto de magnitud 7,7 que sacudió Myanmar el 28 de marzo, miles de niños y sus familias siguen enfrentando condiciones extremas, agravadas por lluvias intensas que elevan el riesgo de brotes de enfermedades como cólera, diarrea y dengue, según ha advertido la ong Save the Children.
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En las zonas más afectadas, donde más de 17 millones de personas han sido afectadas y al menos 3.500 han perdido la vida, las necesidades básicas siguen siendo urgentes.
Las lluvias recientes, inusuales para esta época del año, han intensificado la crisis sanitaria: muchas fuentes de agua se han contaminado o destruido, dejando a las comunidades sin acceso a agua potable.
En algunas áreas, la electricidad ha fallado, imposibilitando el bombeo de agua, mientras familias desplazadas viven en refugios improvisados, expuestas tanto al clima extremo como a enfermedades transmitidas por el agua y mosquitos.
"Sin agua limpia es imposible mantener una higiene básica, y eso puede desencadenar brotes masivos de enfermedades", ha advertido Jeremy Stoner, director regional para Asia de Save the Children.
“Nos preocupa especialmente el aumento de casos de diarrea entre los niños y niñas, una consecuencia común en desastres de esta magnitud”, ha reiterado.
Thein Htike, un joven birmano de 20 años, ha explicado cómo el temblor destruyó el tanque de agua potable de su comunidad, obligándolos a beber agua contaminada durante días.
“Después del terremoto, vimos caracoles muertos flotando en el lago. Tuvimos que filtrar el agua para sobrevivir”, ha señalado.
“Los niños no solo han perdido sus hogares, también a sus padres, madres, hermanos, amigos, amigas. Han perdido su sentido de seguridad. Ahora, sin agua limpia, sin refugio adecuado y enfrentando enfermedades, están más vulnerables que nunca”, ha dicho Stoner.
Además de la pérdida de vidas y viviendas, se han reportado daños severos en infraestructuras básicas como escuelas, hospitales, y sistemas de agua. Alrededor de 69.000 personas se encuentran desplazadas, muchas viviendo en campos abiertos, monasterios o estadios deportivos.
Myanmar ya enfrentaba una situación humanitaria crítica antes del sismo, con 19,9 millones de personas —incluyendo 6,3 millones de niños y niñas— necesitando ayuda humanitaria por los conflictos y los fenómenos climáticos extremos.
Save the Children, presente en Myanmar desde 1995, está entregando agua, alimentos, kits de higiene, atención médica y apoyo psicosocial para niños y niñas que han sufrido pérdidas traumáticas.
También están distribuyendo materiales infantiles, como juegos, para que los niños y niñas vuelvan a la normalidad.