Las pérdidas laborales de la depresión y ansiedad
La depresión y la ansiedad causan una pérdida de 12.000 millones de días de trabajo cada año provocando unas pérdidas de casi un billón de dólares a la economía mundial, según han detacado dos nuevas publicaciones de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo.
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Ante esta situación, ambas agencias de la ONU han llamado a adoptar medidas concretas para abordar los problemas de salud mental en el entorno laboral.
Las directrices mundiales de la Organización Mundial de la Salud recomiendan una serie de medidas para afrontar los riesgos asociados a la salud mental, como las grandes cargas de trabajo, los comportamientos negativos y otros factores que generan angustia en el trabajo.
Por primera vez, la agencia de salud ha recomendado formar a los directivos para que aprendan a evitar los entornos de trabajo estresantes y atender a los trabajadores que se sientan angustiados.
Un reciente Informe de salud mental a nivel global ha revelado que de los mil millones de personas que vivían con un trastorno mental en 2019, hubo un 15 por ciento de adultos en edad laboral que experimentaron esos síntomas.
El trabajo agudiza problemas sociales más importantes que afectan negativamente a la salud mental, como la discriminación y la desigualdad.
Aún sigue siendo tabú
La intimidación y la violencia psicológica, también conocida como mobbing, es una de las principales causas de acoso laboral que provoca un impacto negativo en la salud mental.
Sin embargo, hablar o revelar problemas de salud mental sigue siendo un tabú en los entornos laborales de todo el mundo.
Las orientaciones también recomiendan mejores métodos para atender las necesidades de los trabajadores con problemas de salud mental, proponen actuaciones que apoyen su reincorporación al trabajo y, en el caso de padecer síntomas graves, ofrecen medidas que facilitan la incorporación al empleo remunerado.
El segundo documento, elaborado conjuntamente, explica las directrices de la Organización Mundial de la Salud mediante estrategias concretas para los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, y sus organizaciones, en los sectores público y privado.
Su objetivo es apoyar la prevención de riesgos causados por la salud mental, su protección y mejora en el trabajo, y apoyar la participación y el desarrollo de las personas que sufran esos síntomas en el ámbito laboral.
Para la aplicación de estas estrategias se indica que serán fundamentales la inversión y el liderazgo.
A modo de ejemplo, el COVID-19 provocó un aumento del 25 por ciento de los casos de ansiedad y depresión en todo el mundo, un hecho que mostró la falta de preparación de los gobiernos para lidiar con el impacto de la enfermedad en la salud mental y que también reveló la escasez crónica de recursos para combatirla a nivel mundial.
A lo largo de 2020, los gobiernos de todo el mundo solo destinaron una media del 2 por ciento de los presupuestos sanitarios a la salud mental, y los países de renta media-baja invirtieron menos del 1%.