El sedentarismo le cuesta a Europa más 8.000 millones anuales en gastos sanitarios
Que el ejercicio es bueno para la salud no es ningún secreto, pero a pesar de ello, según informa la revista Consumer, la encuesta Hábitos deportivos en España, del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2024, informa de que el 52 por ciento de los españoles no practica ningún tipo de ejercicio físico.
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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2020 y 2030 se producirán casi 500 millones de nuevos casos de enfermedades no transmisibles que podrían ser prevenibles con una mayor práctica de ejercicio.
“En los últimos 50 años, parece que muchas de las cosas que están ocurriendo en nuestra sociedad están eliminando la actividad física de nuestras vidas”, ha señalado Anna Puig, doctora en Actividad Física y Ciencias de la Salud por la Universidad de Bristol (Reino Unido) y profesora de la Universidad de Vic.
Para algunos autores, la inactividad física se ha convertido en la mayor amenaza de salud pública de nuestra época y consideran que la prescripción del ejercicio en los centros médicos debería ser obligatoria.
Los estudios indican que la inactividad física nos sale cara: si los ciudadanos de la Unión Europea cumplieran con los niveles de actividad física recomendados por la OMS (150 minutos de actividad física modera da a la semana), se evitarían más de 10.000 muertes prematuras cada año y se ahorrarían aproximada mente 8.000 millones de euros al año en gastos sanitarios, según el informe de la OMS y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ¡Demos un paso adelante! Abordar la carga de la actividad física insuficiente en Europa.
José Manuel Franco, presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), ha citado de manera habitual en sus intervenciones otro dato revelador: “Cada euro invertido en actividad física evita hasta 15 euros de gasto sanitario”.
La receta deportiva
En julio de 2022 se aprobó en España una partida de nueve millones de euros destinados a la implementación del Plan de prescripción de actividad física y ejercicio físico impulsado por el CSD y las comunidades y ciudades autónomas.
La receta deportiva se basa en cinco pautas: tipo de ejercicio, duración, frecuencia, intensidad (vigorosa, moderada o baja) y volumen.
Toda actividad debe ser supervisada por un profesional formado en el programa que valorará y hará un seguimiento del paciente.
Desde hace unos años, algunas comunidades autónomas desarrollan un plan para prescribir deporte a los pacientes de Atención Primaria. Un programa personalizado y supervisado que va ganando adeptos.
Lidia Brea ha declarado para la revista Consumer, aunque cada comunidad ha concretado el plan sobre la base de sus necesidades, la idea general es la misma: desde la Atención Primaria se detectan aquellas personas que se puedan beneficiar de la práctica de ejercicio físico supervisada por un profesional para mejorar sus patologías.
“Esa persona empieza un programa diseñado, supervisado y evaluado por un educador físico deportivo que también debe estar formado dentro de este plan”, ha apuntado la asesora de Educación Física y Deportiva para la Salud del Consejo del Colegio Oficial de Licenciados en Educación Física y en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (COLEF).
“El personal sanitario de los centros de Atención Primaria seleccionan a aquellas personas que consideran que pueden beneficiarse de la práctica de ejercicio físico y los derivan a centros comunitarios (un centro deportivo municipal, por ejemplo) en los que hay educadores físicos deportivos que están formados para diseñar, ejecutar, supervisar y planificar los programas de ejercicio físico”, ha explicado Brea.
El profesional del deporte llevará a cabo un seguimiento periódico para ajustar el programa según nuestra evolución.
Los desafíos del plan de prescripción de actividad física
El plan de prescripción de actividad física y ejercicio físico es ambicioso, ya que es fundamental que se integren los sistemas de salud y los deportivos, que se capacite de manera adecuada a los profesionales médicos y deportivos y se asegure la adherencia a largo plazo de los pacientes. En este sentido, el plan gira alrededor de la digitalización y el uso de dispositivos wearables, como pulseras o relojes inteligentes, que facilitan la supervisión y personalización del ejercicio prescrito.
La eficacia del tratamiento depende, como en la mayoría de los casos, de muchos factores. “Pero la evidencia científica nos dice que la práctica de ejercicio físico, cuando está supervisada por un profesional, tiene una adherencia muy alta ”, ha explicado Lidia Brea Alejo, que también es directora del Curso de Experto en Ejercicio Físico y Cáncer de la Universidad Europea de Madrid.
La duración del tratamiento depende de cada paciente y de cada comunidad autónoma: “hay regiones en las que esa intervención es a corto plazo, que puede ser 8, 12 o 16 semanas. Pero también hay comunidades en las que la persona ya se queda en esa unidad a largo plazo. También depende de lo que el sanitario considere qué es lo mejor para esa persona”, ha añadido la experta.
Otro beneficio añadido del plan es que, una persona que no tuviera el hábito de practicar ejercicio puede adquirirlo, con todos los beneficios que esa nueva actividad implica sobre su salud más allá de la patología puntual.