Casi el 40 por ciento del salario, para pagar impuestos
Cerca del 40 por ciento del salario de los trabajadores españoles se ha destinado al pago de impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social en 2020, frente al 34,6 por ciento de la media de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), según el informe "Taxing Wages" publicado por esta organización.
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Mientras que en la OCDE la carga fiscal sobre los salarios se redujo 0,39 puntos porcentuales respecto a 2019, en España el retroceso se limitó a 0,12 puntos básicos.
En concreto, el IRPF pesa un 11,4% sobre el salario, frente al 13,1 por ciento de la media de la OCDE.
Por su parte, las cotizaciones sociales pagadas por las empresas supusieron el 23 por ciento y las abonadas por los trabajadores, un 4,9 por ciento, cuando el promedio de los miembros del 'think tank' de los países desarrollados se situó en el 13,1 por ciento y el 8,3 por ciento, respectivamente.
España se coloca en el decimosexto puesto de los países con mayor cuña fiscal de la OCDE, en un ranking encabezado por Bélgica, donde a los trabajadores se les retiene el 51,5 por ciento de su salario.
Por detrás de Bélgica, los países con mayor diferencia entre salario bruto y neto son Alemania, donde se retiene el 49 por ciento, Austria (47,3%), Francia (46,6%), Italia (46%), República Checa (43,9%) y Hungría (43,6%).
Por contra, los países de la OCDE con cuñas fiscales más bajas en 2020 eran Colombia (0%), Chile (7%), Nueva Zelanda (19,1%), México (20,2%), Suiza (22,1%), Israel (22,4%), Corea del Sur (23,3%), Estados Unidos (28,3%) y Australia (28,4%)
Respecto a los costes de las empresas, Francia es el país en el que los empleadores pagan más en concepto de contribuciones a la Seguridad Social dentro de la OCDE, el 26,6 % del salario bruto del trabajador. España es de los países que están en primera línea, con un 20 por ciento.
La brecha entre la cuña fiscal promedio de la OCDE para el trabajador medio soltero (34,6%) y la pareja de un solo salario con hijos (24,4%) se ha ampliado en 0,7 puntos porcentuales desde 2019, lo que refleja cambios en las políticas que proporcionaron apoyo adicional a las familias con hijos durante la crisis del COVID-19.
Las caídas en las cuñas fiscales nacionales para el trabajador soltero, la pareja con un solo salario y dos hijos y el padre soltero se debieron principalmente a cambios en la configuración de la política fiscal, aunque la caída de los salarios promedio también contribuyó en algunos países.
Por el contrario, los aumentos en la cuña fiscal fueron impulsados casi todos por el aumento de los salarios promedio, compensados solo ligeramente por cambios de política.
La crisis del Covid-19 ha provocado la mayor disminución de los impuestos sobre los salarios desde la crisis financiera mundial de 2008-2009”, ha destacado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su último informe fiscal, publicado ayer, en el que señala que el fenómeno responde de un lado a la caída de ingresos provocada por la pandemia y, de otro, a las medidas de alivio tributario impulsadas por los distintos países para contener el golpe.
Pese que esta fue la tendencia general entre las economías desarrolladas en 2020, el informe destaca que “el salario real antes de impuestos disminuyó más que la tasa impositiva promedio” por persona en España, una excepción a la regla que también se dio en Bélgica, Chile, República Checa, Finlandia, Francia, Japón, Luxemburgo, México, y Suiza. Con todo, la presión fiscal sobre los trabajadores españoles sigue siendo la segunda más baja de la UE.
El informe indica que la cuña fiscal, entendida como la carga de impuestos y cotizaciones que soporta el trabajador sobre su salario, retrocedió 0,39 puntos porcentuales en 2020 hasta un promedio del 34,6% en la OCDE. Se trata del mayor descenso desde los 0,52 puntos de 2009 y los 0,48 de 2008.
En el caso de España, el descenso de dicha presión fue ligeramente inferior, de unas tres décimas de media. En concreto, la cuña fiscal que soporta un trabajador soltero y sin hijos con el sueldo medio cedió desde el 21,3% al 21,1%. Sin embargo, su sueldo descendió de los 27.292 a los 26.934 euros anuales, según la OCDE. Es decir, una rebaja del 1,3%.
La cosa cambia con fuerza cuando en lugar de la cuña que soporta el trabajador se analiza la presión fiscal integral sobre el coste laboral, que además del IRPF y las cuotas del trabajador incluye las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social.
En este caso, la presión fiscal española asciende al 39,3 por ciento del importe lo que sitúa ya al país en la mitad de la tabla, en la decimoquinta posición de la UE.
Aquí el umbral mínimo está en el 32,3% de Irlanda, que se sitúa entre el 30,8% británico y el 34,6% de media de la OCDE, frente al 51,5% de Bélgica, el más alto, o el 49% de Alemania.
El salto en el ranking se produce porque las cotizaciones empresariales en España son las séptimas más elevadas de la OCDE: del 23% sobre el coste laboral.
La cifra está por debajo del 26,6% de Francia o el 24% de Italia, pero supera el 16,6% alemán o el 13,3% de media de la OCDE.