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OPINIÓN/ La Lealtad, unidad y dignidad, en la tragedia de España

Amalio de Marichalar llama en este artículo de opinión a la coherencia del Gobierno ante la situación de gravedad que vive España, que necesita una verdadera unidad y lealtad, con todas las renuncias necesarias, en bien de la salud de los españoles.

OPINIÓN/ La Lealtad, unidad y dignidad, en la tragedia de España.

Hay veces en la vida en la que la altura y la responsabilidad máxima han de demostrarse todos los días, y de forma excepcional en un momento histórico de tragedia nacional, como en el que estamos.

En esta última sesión parlamentaria habida, tras apagón de control democrático, que coincide casi con un mes de reclusión en sus casas de todos los españoles, y habiendo olvidado por la tragedia que vivimos, la inadmisible política que el Gobierno estaba desarrollando bordeando la constitución- también renunciando a nombrarla por exigencia del pacto de gobierno-, y simpatizando todos los días con personajes y socios fuera de la ley - es de no podérselo creer-, aun así,  todos los españoles hemos querido unir fuerzas, ante la enorme tragedia, siguiendo al Gobierno de la nación, a pies juntillas, independientemente de ideologías, con toda generosidad, y decencia, como personas y españoles de bien.

Poner antes de nada por delante, la lealtad y la unión, pedida por el Gobierno, en esta situación de excepción. Es lo noble, lo digno, lo honroso, y único que hay que hacer, para además dar todo el apoyo y ayuda a quienes heroicamente están en primera línea de batalla, todos los enfermos, todos los sectores involucrados, servicios y fuerzas de seguridad necesarios, así como al ejemplo único de todos los españoles encerrados, pero muy especialmente para honrar permanentemente el sacrificio de todos los que día a día mueren, desde la primera persona que dio su vida, así como a todas sus familias. No existe un resquicio de duda. Solo decirlo, no debiera.

Lógicamente, esa lealtad y unión la pidió el Gobierno desde el principio de la declaración del estado de alarma. Nadie puso una sola objeción, y además independientemente del Gobierno, los españoles lo empezamos a hacer espontáneamente desde el primer momento necesario. La tragedia es tan grande que de golpe se olvidan todas las diferencias e incluso, que ya es decir,  las injusticias e irresponsabilidades que se estaban produciendo - solo recuerdo la indignidad de una reciente visita a la Generalidad y otra inmediata de quién está inhabilitado a la Moncloa como si del presidente de Francia se tratara... ¿es mínimamente creíble quien opta por esta política que es la que le exigen sus socios para poder gobernar, y seguir haciéndolo...,y ahora lógicamente ese chantaje y cepo ni se atreve a asumir, ni a hablar complacido y sonriente de él?-. Todos creíamos que una situación de guerra desconocida, traidora y gravísima que teníamos, y tenemos, hacía olvidar lo que no quiero repetir, por mínima responsabilidad y -esencial-, "mínima humanidad".

Todos hemos callado y ayudado en este mes ante la velocidad y magnitud de la tragedia humana, lealmente y unidos. Lo que nadie podría jamás imaginar es que es el propio Gobierno el que después de pedir lealtad y unidad, se esté comportando tan deslealmente con toda España, y fomentando la desunión. Es inimaginable e indigno, pero es así. Me froto los ojos, y estoy con la boca abierta. No puedo imaginar estar escribiendo esto, jamás lo hubiera pensado, jamás se me hubiera ocurrido, insisto,  escribir todo esto, por prohibirlo la conciencia, - pido profundo perdón por ello-, ante la tragedia diaria de miles de personas dando su vida..., pero en la última sesión parlamentaria se originó una auténtica locura, y obviamente lo que toda España conoce desde el principio - aguantándolo heroicamente, mordiéndose la boca, y comprimiendo el alma-, sale a relucir, presumiendo el presidente con soberbia, públicamente, de todo lo contrario, -con actuación de rodillo de mayoría absoluta...nadie se atrevería a hacerlo ni siquiera con ella, cuando es quien más debilidad de gobierno tiene desde hace cuatro décadas, y más modestia debiera mostrar -; en  cuanto a la responsabilidad manifiesta y total del Gobierno, conocedor desde hace tres meses al menos del enorme peligro y no haber tomado medidas; ser plenamente conocedor de ello, y promover con peligro consciente actos públicos; de la mentira reiterada con la compra de equipos de protección imprescindibles, sin ser cierto, de asegurar su suministro en un día o dos, y pasar semanas, asegurar test necesarios y tener que devolverlos engañado, esperar de inmediato siguientes y no tenerlos, permitir desde dentro del Gobierno trucos para caceroladas al Rey, que es el Jefe del Estado, aprovechar el apoyo de los partidos constitucionalistas, -que no de los socios suyos de gobierno-, para la aprobación del estado de alarma, utilizando esa generosa confianza - inaudito-, para la aprobación de decretos para admitir indultos, acceso al CNI de su vicepresidente y en el Senado asumir la actuación de antidemócratas para la despenalización de insultos al Rey y a España. No informar de nada a los partidos democráticos y constitucionales que le han dado su apoyo. Ni siquiera llamarles, y volverlo a hacer solo para dar por hecho una nueva prórroga del estado de alarma. No permitir preguntas libres de la prensa, hasta hace muy pocos días, y aun así, cercenar réplicas necesarias ante las permanentes  evasivas, etc...y todo ello en medio de una auténtica tragedia humana y dolor infinito de miles y miles de españoles enfermos, médicos, personal de apoyo imprescindible y fuerzas de seguridad totalmente desprotegidos, así  como la trágica magnitud hoy de más de 17000 personas fallecidas, junto al desconsuelo y profundo dolor de sus familias, sin poder despedirles con la más mínima dignidad.

¿Es esto medianamente normal y mínimamente equilibrado, ya fuera de lo que es la política, pues hay cosas en la vida que jamás debieran depender de esa "política", o es que estamos viviendo algo de locos, que nadie ni aquí, ni en el extranjero entiende? Una sola de las negligencias o graves errores cometidos, solo uno, es razón más que suficiente en democracia para dimitir de inmediato, o como mínimo llamar al segundo a la oposición responsable, apartar sobre la marcha, por nocivo a quien es desleal y anticonstitucional, aunque soporte al gobierno, y formar un gabinete conjunto de emergencia.

Todos los españoles sabemos esto y no merecemos tanta mentira, engaño e irresponsabilidad de nuestro gobierno, menos que nunca, en una situación de profunda tragedia nacional, no conocida en nuestra historia reciente, como en la que estamos. La esperanza de la recuperación de la mínima lealtad y unidad de tu gobierno, para corregir esta situación, era aguardar el reconocimiento de la negligencia desde el principio, pedir perdón por ello y por todo lo demás, solicitar humildemente a todos los españoles el perdón, por tanto engaño, mentira, negligencias y errores gravísimos, y lógicamente reconstruir urgentísimamente la situación con la ayuda de los que le ayudan, en forma de gobierno de concentración o al menos de gabinete de crisis uniendo fuerzas y a diario, con los mejores representantes de los partidos constitucionales, junto a un comité de sabios identificado también en común, con todas las fuerzas públicas y muy especialmente, así mismo, con todas  las fuerzas privadas de la nación, que tanto están ayudando todos los días, y en el que segundo a segundo, todos los españoles supieran  con plena transparencia lo que se puede o no se puede hacer ante la evolución de una guerra de trágicos resultados, para proteger la vida de todos los españoles como única y verdadera prioridad, evitando ante todo, muchísimas muertes por negligencia, que trágicamente se están produciendo, o errores inasumibles, e imperdonables. Además, teniendo que afrontar tras ello, desde esta fórmula unida y sensata, y desde los primeros momentos necesarios, un auténtico plan de choque para no dejar caer en un abismo al conjunto de la nación. Así es como se demuestra y se pone en práctica la lealtad y la unidad. Es la única, constatable y creíble manera, para pedir lealtad y unidad. Creíamos que era el momento de dejar atrás, al menos durante el tiempo necesario, los egoísmos personales y de partido, además de las estrategias, - no sé cómo calificarlas-, de las que miden sin importar lo más mínimo el bien común, y sin escrúpulos, el interés de la encuesta de voto diaria.

Esto no es política, ni menos alta política, como debiera ser, ni nada de nada. Esto no debiera tener nada que ver con ningún interés del tipo que fuere, oculto o no.

Solo debiera ser un auténtico compromiso por el bien de todos los españoles en una hora crítica. Otros responsables políticos, da igual su partido, si están dedicando su trabajo a la unidad, lealtad, dignidad, y al bien común, haciendo cualquier cosa en bien de ello. Eso les honra, y les agradeceremos permanentemente los españoles, independientemente de los errores, que además asumen, pues únicamente trabajan denodadamente en bien de todas las personas y de todos los españoles, sin esconder bajo la manga otro objetivo. Solo una cartera está mostrando también la dignidad, y trabajando solo por el bien, siendo de reconocer, y es clamor general en todos los pensamientos e ideologías sensatos, -los que lograron nuestra democracia, - que de esta manera no se puede seguir un segundo más. Decir todo esto es auténtica y honesta lealtad, y honesta unidad, para llamar desde la sociedad civil al gobierno a la coherencia y lógica más incontestable, a la sensatez, y llamar también al gobierno a la más mínima dignidad y humanidad.

Desde el conjunto de la sociedad no se puede entender de ninguna manera lo ocurrido en el Congreso, que en definitiva es espejo de lo que ha venido sucediendo desde el principio de esta gravísima tragedia, pero agravado ahora con la incomprensión de un gobierno que se permite el lujo de descalificar a los demás,- decía al principio el gobierno que no iba a entrar en polémicas innecesarias con los demás  en estos momentos..., hay que ver una vez más que credibilidad..., y resulta que hace unas horas vuelve a decir lo mismo...llamando a la unidad... más trucos no, por favor...verdad!, solo verdad!...-, cuando es el único y máximo responsable de todo lo precedente al estado de alarma,- tenía toda la información -, y lógicamente de dicho estado, disponiendo  de máximos poderes. No hay excusas posibles, no existen.  Es una situación sin precedentes y somos observados internacionalmente con verdadera preocupación. Muy malo todo ello también para que puedan creer y confiar lo más mínimo en nosotros a la hora de pedir ayuda a Europa, con la enorme e ingente responsabilidad que tenemos para remontar una situación empresarial, laboral y social, de necesario y colosal esfuerzo conjunto, durante años.

El Gobierno ha promovido, y promueve, con hechos incontestables y constatados, la deslealtad y la desunión, y la sociedad le reclama y exige que torne a la coherencia, para recuperar la lealtad que ha de practicar el primero, sin mentir, así como practicar la unión urgentemente. Ello significa pedir perdón y necesariamente ceder mucho para acordar con quienes le han facilitado la aprobación prorrogada del estado de alarma, que además son los que respetan la constitución, la libertad y la democracia, y ceder todo lo necesario, para la creación de la fórmula de gobierno, o de un órgano extraordinario de coordinación plena, incorporando a los mejores, para proteger a todos los españoles con verdadera lealtad y unidad; pero insisto, la verdadera. Sin perversas artimañas. Tiene para esto un brevísimo tiempo de generosísima prórroga de los españoles, con la tara de haber quebrado y defraudado su confianza a todos, piensen lo que piensen, en este mes luctuoso, y cediendo sin peros todo lo mucho que han de ceder, por todo lo que injustamente ha provocado. Cualquier otra acción será inadmisible. Como decía al principio, esto es actuar con mínima responsabilidad y "mínima humanidad". Es gravísimo, haberse saltado la responsabilidad, pero es aún muchísimo más grave anteponer cualquier acción, estrategia, o pensamiento, claro u oculto, a la más mínima humanidad, que cualquier llamada a la lealtad y a la unidad ha de presidir. Una sola vida perdida por ello, jamás podrá justificarse y menos admitirse, ni puede ser perdonada.

En esta situación de magnitud tan trágica en España, el gobierno tiene la obligación de cambiar radicalmente su actitud nada ejemplar y garantizar ese cambio. Lealtad y unidad verdadera, la tienen y la van a seguir teniendo siempre el conjunto de los españoles entre sí, pues representan a una gran nación. Su gobierno no está encabezando dicha lealtad y unidad, la ha truncado conscientemente, para buscar estrategias maquiavélicas con objeto de eximir su enorme culpa, redirigiéndola a los demás, siendo ello muy grave, y una ignominia, y es además un ataque a la más mínima responsabilidad y ética democrática. Se habla de que nada podrá ser ya igual tras la enorme tragedia que estamos viviendo en España y en el mundo, y con razón. Los más mínimos valores éticos y morales, absolutamente olvidados y cercenados, como queda demostrado, habrán de retomar incontestablemente, - y ahí va a estar la clave de la diferencia de la nueva época que entramos-, lo más importante de cada acción, en gobiernos y en cualquier parcela de la vida. ¿Puede un gobierno con este mal ejemplo preparar el día después, y la nueva época que se abre tras la pandemia, que habrá de ser encabezada por los máximos valores éticos, contraviniendo lo que debe ser la acción diaria, la responsabilidad, la transparencia, y la verdad, puesto que, reitero, la nueva era obligatoriamente ya ha de ser presididas por los valores y principios morales y éticos, y por un comportamiento auténticamente democrático en el fondo y en las formas, hoy quebrado, a La Luz de cualquier observador independiente? ¿ Puede un gobierno en esta situación de extrema gravedad y trágica situación diaria anteponer sus intereses no declarados, o en algunos casos, incluso, si declarados a todas luces, por algún importante miembro del gobierno; a lo que es la más elemental humanidad, respeto, dignidad, solidaridad, piedad, mínimo sentimiento, sensibilidad, humildad, buenas prácticas y costumbres, transparencia, rectitud, palabra dada, caballerosidad, exquisitez, práctica del bien, educación, decencia, demostración de duelo profundo, en el fondo y en la forma, etc..., y que hay que empezar a aprender a hacer, y por supuesto la aplicación de toda la larga serie de principios y valores necesarios muy anterior todo ello, y a años luz, muchísimo más importante  y principal que la política, o la mala práctica política que recibimos del gobierno todos los días? Una sola vida de cualquier español vale mucho más que cualquier gobierno. Un solo español merece la máxima dignidad de sus representantes. 

Pido como español, con la máxima humildad y modestia al Gobierno de la nación que cambie completamente sus fundamentos, estrategias y pensamientos, y los reconvierta obligatoriamente, para actuar solo con la verdad y la honestidad, para así empezar a creernos la auténtica lealtad y unidad, generando la necesaria confianza, hoy quebrada; basada dicha lealtad y unidad, en la más esencial y necesaria humanidad, en esta hora trágica. Un solo muerto de España merece que la lealtad y la unidad sea inquebrantable, pero esta lealtad y esta unidad, con plena dignidad, pues en su memoria y honra, nadie puede traicionar su espíritu imperecedero y la permanente deuda que le deberemos eternamente a él y a su familia, todos los españoles.

Todos los muertos de España y sus familias, han de ser los únicos que presidan siempre en honor a su memoria nuestra acción diaria y lo mejor de nuestra alma.

Fdo: Amalio de Marichalar, Conde de Ripalda

 

 

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